XXIII

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Sudaba y su respiración estaba completamente fuera de control. Se sentó en medio de la habitación, rendido, cansado y con sus piernas temblando. Se deshizo de todos los muebles de la cabaña, los lanzó hacia el pasto después de sacarlos por la puerta. Sacudió todo, barrió y limpió el suelo con algo de agua y aromatizante. El sol ya se estaba ocultando y su madre seguro estaba vuelta loca al no saber dónde se encontraba, pero ahora sí estaba jodido, iba a llegar con el cabello mojado de sudor y temblando como si se lo hubieran follado durísimo.

-Idiota -gruñó y juntó sus piernas, la imagen de Izuku llegó a su mente como una ráfaga de de luz -Carajo… ¡Mierda, estúpido nerd!

Sostuvo su cabeza entre sus manos con desesperación y pataleó. Desde su celo, de vez en cuando tenía esos estúpidos pensamientos intrusivos de Izuku viendose… viendose algo diferente a como suele lucir. Le echaba la culpa a la enfermera de la academia, con sus comentarios sobre la "naturaleza" de los omegas y a sus propios malditos instintos.

Antes de subir al escenario para dar el concierto, se sintió muy extraño estando con Izuku. Fue agradable esa pequeña conversación. Recordar algunas cosas de su infancia, cuando era feliz, fue ciertamente muy lindo. Pero cuando se le ocurrió molestar un poco al alfa, y este se giró para mirarlo, sus rostros estuvieron bastante cerca y su estómago se sintió extraño, pero no eran náuseas, sino, como un incómodo burbujeo. En ese momento, su zona íntima también se sintió rarita… como ahora.

Gruño con enfado y se levantó para poder recoger las cosas de limpieza que su padre le prestó. Salió y cerró la puerta detrás de él para largarse hacia la casa de su madre y dormir de una vez, claro, después de discutir como siempre.

Paraba de caminar después de unos minutos, dejaba la cubeta en el suelo y descansaba un poco. Sí, había sido agotador todo lo que hizo, más aún porque no había comido absolutamente nada en todo el día. Después de largos minutos, entró al jardín que es cuidado por su padre y abrió la puerta, su madre estaba sentada frente a la entrada, esperando su llegada.

La ceniza paseó su mirada sobre él, tratando de encontrar cualquier cosa para llamarlo un ofrecido. Cada día que pasaba, Katsuki estaba convencido de que su madre tenía un complejo sobre eso o un trauma… mejor dicho, ambos. Lamentablemente ese día le dio razones de más.

-Sudando y temblando -se levantó, sentía el bilis en su garganta -Das asco, y todavía piensas que eres mejor que yo.

Bufó y entró por completo, entonces la mayor se dio cuenta de que estaba cargando cosas de limpieza -Sí, trabajo de chacha, ¿No te jode? -pasó de largo para poder guardar las cosas donde su padre normalmente las acomoda.

-Mira, mocoso estúpido -iba a jalarlo del cabello, pero le dio asco por lo sudado que estaba, así que sólo lo agarró de la playera -En unas semanas me iré de viaje por mi trabajo -ella sabía que la reacción de su hijo no sería de tristeza, sino que todo lo contrario -Le comentaré a las vecinas que te pongan un ojo encima, así que si sales de casa, me daré cuenta.

-Estás enferma, puta bruja -gruñó y se quitó el agarre de la más alta con un manotazo -Déjame en paz, tengo hambre.

-¿Tienes hambre después de comer tantas pollas? -sus “bromas” despectivas eran pan de cada día, acostumbrado estaba y le daba completamente igual.

-Sí, de semen no puedo vivir -entró a la cocina, buscando algo de alimento, cualquier cosa.

En el refrigerador había un casito con comida que Masaru había preparado después de dejarlo ir a la cabaña, sonrió y sacó el sartén para poder calentarlo en el microondas. Mitsuki seguía hablando sola e insultándolo desde el comedor, parecía que empezaba a perder la poca cordura que tenía.

Sociedad de mierda [DkBk]Where stories live. Discover now