XXXVI

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Izuku miraba, con una sonrisa sincera en su rostro, cómo Kacchan estaba acostado en medio del río, sintiendo cómo el agua lo empujaba poco a poco. El nivel había bajado, por lo tanto, podía hacerlo sin irse con la corriente.

De vez en cuando repasaba lo que le dijeron su madre y su amigo, y después miraba la sonrisa del cenizo. Esa sonrisa era hermosa y sin duda era de verdad. También el brillo en sus ojos era reluciente y reflejaba su comodidad y confianza. 

Se maldecía por ser un maldito inseguro que se dejaba llevar por los comentarios de los demás. Katsuki, si estaba fingiendo ser mejor persona, sin duda no hubiera aguantado un teatro por tanto tiempo. Notó cómo fue cambiando durante esos meses, casi un año. 

El viaje escolar es un buen punto de análisis. Recuerda que tuvo una especie de ataque en la recepción cuando se enteró de que tenía que compartir habitación con él, el profesor lo ayudó y lo acompañó hasta ahí. Pensó que terminaría por echarlo fuera u obligar a Aizawa a que lo cambiara de compañero, pero no fue así. También recordó el golpe que le dio con una rama cuando intentó acompañarlo al bosque, pero unos segundos bastaron para que sacara un pedazo de papel y lo curara… con insultos en voz baja, pero lo limpió y después le permitió seguirlo.

Fue un cambio relativamente gradual y no por arte de magia. Además de tener una posibilidad de hacerlo, le costó realmente. Sigue siendo distante para sus demás compañeros y solo con él se permitía estar en ese estado tan pacífico.

Suspiró profundamente y cerró los ojos para terminar de relajarse. No tenía caso seguir dudando de él. Si resulta ser una gran mentira, al menos ya estaría un poco preparado y ya habría cuestionado lo suficiente. Si no detecta ese engaño, es muy estúpido o el oji rubí es un excelente actor digno de Hollywood. 

—¿Qué piensas? —escuchó levemente, se enderezó y miró al omega que seguía en la misma posición.

—Nada —respondió después de aclarar su garganta.

Katsuki sabía que algo más pasaba, seguro seguía creyendo en un posible engaño. Tampoco le agradaba eso y se sentía triste, más que enojado. Decepcionado de sí mismo por no poder demostrar su arrepentimiento de forma eficiente o creíble.

Se levantó y se acercó al peliverde para robarle un beso.

Sus miradas se encontraron por largos segundos, sin decirse nada. Había tantas cosas que querían expresar, pero ninguna de esas llegaba al otro. 

Katsuki se atrevió a unir sus labios en otro beso, un beso tranquilo y suave, tratando de comunicarle el aprecio que le tenía.

Izuku se sorprendió un poco, pero decidió seguirlo. Llevó una de sus manos hacia la mejilla del más bajo, acariciando la tersa piel de la zona. Al separarse, los labios del omega estaban húmedos y rosados. Podía fácilmente volverse adicto a esa boquita.

—Ayer no me dejaste devolverte el detalle —susurró, dándole una ligera sonrisa.

—¿Cuál? —su corazón se aceleró.

Tragó saliva cuando sintió cómo su zona íntima era acariciada sobre la tela del pantalón húmedo. Los besos de Katsuki bajaron a su cuello descubierto, dándole escalofríos en todo su cuerpo. Jadeó al sentir las caricias.

—Ven —lo tomó de la mano y lo guió hacia la orilla del río, así sentándolo en ese lugar. 

—¿Qué harás? —preguntó nervioso.

—Quiero intentar algo, así como tú probaste cosas conmigo —sonrió y se arrodilló frente a él, quedando entre sus piernas.

Su miembro dio un tirón, ya estaba despierto, emocionado. Pasó una de sus manos por su rostro para quitar algo de tensión. Para él, era increíble el hecho de tener al cenizo en ese sitio.

Sociedad de mierda [DkBk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora