XLIII

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Las clases pasaban y no había rastro alguno del cenizo. Shoto terminó cambiándose al asiento de este, hablaban mientras trataban de llegar a una conclusión convincente. También estaban expectantes a una posible intervención del coordinador o el mismo director. No creían que la señora Bakugo se retirara de la institución sin antes meter en problemas al pecoso.

Pero nada pasaba, absolutamente nada.

Las clases parecían seguir con normalidad, ninguno de sus compañeros parecía tener interés en lo que le pudo haber pasado a Katsuki. A pesar de saber que él nunca había faltado a clase.

—¿Por qué están tan preocupados? —preguntó Tsuyu, ella no había visto nada sospechoso en la mañana.

—¿No viste cómo la mamá de Bakugo lo agarraba? —la castaña preguntó con sorpresa.

El penúltimo timbre del día había sonado, las esperanzas de que el oji rubí apareciese por la puerta se habían marchitado. La última hora era de Aizawa, y este aún no llegaba, estaba tardando un poco más de lo normal.

—¿Piensas que él traerá alguna noticia? —susurró al bicolor, este lo miró durante algunos segundos y después asintió convencido de lo que decía.

—Es nuestro tutor, seguro sabrá algo —respondió después de un segundo.

Iida se acercó a Shoto para entablar una conversación con él, pero el bicolor simplemente no se vio realmente interesado en el tema. Seguía dándole vueltas al asunto de la ex pareja.

Unos minutos después, Aizawa hizo acto de presencia en el lugar y mandó a todos a sentarse en sus lugares. Se plantó frente al salón y carraspeó, se veía bastante estresado e incluso frustrado.

—Tengo un anuncio —habló después de segundos en silencio, como si estuviera buscando las palabras para explicar —Su compañero Bakugo ya no asistirá a clases, su madre decidió darlo de baja.

Todos se sorprendieron ligeramente, pero quienes se llevaron mayor parte de la sorpresa, fueron el peliverde y el bicolor. Se miraron mutuamente sin saber qué decir al respecto. Desafortunadamente, el azabache no dijo nada más sobre el tema y pasó directo a la clase.

Todos guardaban silencio como siempre, pero en un par de cabecitas pasaban muchos pensamientos, estancados en las primeras palabras que había dicho el profesor cuando llegó. Tenía sentido que lo haya dado de baja, pero no que no hubiera hecho nada contra el peliverde.

Cuando sonó el último timbre, todos salieron del salón como habitualmente. Solo que, con un compañero menos y un bicolor tratando de consolar a su amigo peliverde.

—¿No le llegan los mensajes? —preguntó para afirmar lo que muy probablemente pasaba.

—No —respondió lastimero, al borde del llanto.

El dolor de la ruptura se había intensificado al escuchar el anuncio de Aizawa. Saber que no vería a Katsuki nunca más durante clases lo ponía mal. No tenía modo de estar pendiente de su salud o de lo que pasaba en su vida. No podría cuidarlo a la distancia o al menos enterarse de lo que sea.

Revolvió su cabello con desesperación y sollozó ligeramente, esforzándose para que ninguna lágrima abandonase su cuerpo.

—Tal vez pueda ir a su casa y verlo aunque sea de lejos.

—No creo que eso sea buena idea —trató de detenerlo antes de que hiciera una locura —De milagro su madre no hizo nada contra ti, si vas y te ve, no se quedará tan tranquila.

—Mierda.

Shoto tenía razón. Tuvo suerte de no haber sido expulsado o algo así, si iba y se paraba frente a su propiedad, llamaría a la policía y de la cárcel no saldría. Llegaron al exterior de la institución, sin saber a dónde dirigirse.

Sociedad de mierda [DkBk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora