XXXII

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Entraron a la cabaña, en completo silencio. El día había sido algo extraño.

Izuku podía notar que algo sucedía con Katsuki y eso lo estaba poniendo bastante nervioso. Temía que las suposiciones de su madre fueran verdad. O tal vez, el día anterior, había cruzado la línea demasiado rápido. Tal vez ahora se sentía incómodo o con miedo por lo que le podía hacer.

El más bajo también notaba algo, pero no tanto, podía fácilmente creer que era cosa suya.

Bajó su mochila y se quitó el saco del uniforme para dejarlo doblado a un lado. Miró al peliverde de reojo, quién seguía sin moverse. Era la misma actitud del viernes.

-¿Pasa algo? -preguntó, dudando si debía preocuparse o no.

-Perdón si ayer me sobrepasé -soltó tan pronto como la voz del cenizo lo devolvió al mundo.

-¿Eh? -parpadeó mientras trataba de comprender lo que dijo -¿A qué te refieres?

-Ya sabes… -carraspeó y movió su pie con algo de pena -Lo de ayer.

-Oh -su rostro se encendió en un sonrojo -No, tranquilo… e-estuvo bien -su voz se iba haciendo más y más baja conforme respondía a sus disculpas.

Se levantó, con la llave del collar en sus manos y se acercó para volverlo a quitar. Su corazón dio un brinco cuando el peliverde se agachó y se recargó en su hombro. Su respiración se hizo algo pesada mientras buscaba el lugar donde se desactivaba el seguro del collar, lo giraba con cuidado de no tocar la piel delicada de esa zona.

Sin darse cuenta comenzaba a temblar por esa cercanía y todo su cuerpo se sentía cálido. Cuando encontró lo que buscaba, acercó la llave y desactivó esa cosa asquerosa que colgaba de su cuello.

-Sigo sin acostumbrarme -comentó a la vez que levantaba su rostro y tocaba por encima.

-Lo sé… -suspiró y cerró de nuevo el aparato, esta vez sin rodear nada.

Se giró sobre sus talones y caminó para dejar esa cosa junto a su mochila y su saco.

-Mamá se enteró -comentó, notó cómo el cenizo se sobresaltaba de inmediato.

-¿C-Có-Cómo? -tartamudeó, llevó una de sus manos a su boca para comenzar a morderse. Miró al peliverde con miedo.

-N-No… -corrió para sostenerlo y evitar que se rompiera en llanto -Hey, está bien.

-¿Qué pasó?¿Te hizo algo? -preguntó con atropello mientras buscaba algún moretón en la piel del pecoso.

-Ella no hace eso, Kacchan -detuvo las manos que se pasaban por sus brazos, levantando las mangas de su camisa -Hey…

-¿Qué? -gruñó, no había escuchado lo que le dijo.

-No me hizo nada -repitió con firmeza -Tranquilo.

-Mmm -apretó los labios y bajó la mirada -¿Qué te dijo?

-Se molestó, pero con el tiempo lo va a aceptar.

-Carajo -chasqueó la lengua y su ánimo terminó por decaer.

El rechazo de su suegra dolía de verdad, y aún más cuando conocía sus razones (tenía de sobra). También debía disculparse con ella, aunque, por alguna razón, le parecía más difícil.

Debería de ensayar mucho más para no terminar siendo un desastre como lo hizo con Izuku. Se sentía realmente avergonzado con sus disculpas mediocres. Para él le era más fácil arreglar las cosas con pequeñas acciones, porque cuando hablaba, su mente se quedaba en blanco.

-Quiero disculparme con ella -susurró, Izuku se sorprendió.

-Estos días va a estar algo sentida -indicó -Tal vez para el viernes se encuentre más tranquila.

Sociedad de mierda [DkBk]Where stories live. Discover now