No podía creer lo que mis oídos escuchaban.

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Terminamos en la oficina de Dumbledore, Karkarov, los mellizos, los búlgaros y yo. Luego de que el director nos diera un sermón sobre las peleas y lo importante que es estar unidos en vez de divir y bla que bla, nos indicó que podíamos retirarnos.

- _____- llamó Dumbledore. Automáticamente me di la vuelta. - quédate.

George me dedicó una mirada de comprensión. Tenía un hielo en la ceja y en la nariz un algodón que había detenido el sangrado. Por el contrario, Fred ni me miró, pero yo a él sí. Su labio se había hinchado y con una mano intentaba detener el sangrado con un algodón, mientras con la otra mano se agarraba cerca de las costillas por el golpe que Max le había dado.

- Señorita Riddle- anunció el director cuando estuvimos a solas.

No voy a negar que estaba un poco nerviosa, pues no sabía en qué me había metido y la voz de Dumbledore era ilegible.

- Sí profesor- respondí con más seguridad que la que de verdad sentía.

- No creo que necesites que te recuerde lo peligroso de tu actuar, la llama de poder dentro tuyo es muy fuerte... alguien podría haber salido lastimado.

Miré hacia abajo con el ceño fruncido, pero continuó.

- De lo contrario, eso no ocurrió, supiste usar tu fuerza para dar el golpe justo y necesario, eso habla de mucho autocontrol, y a su vez, autoconocimiento.

No podía creer lo que mis oídos escuchaban.

- Señorita, estoy muy orgulloso de usted.

Definitivamente eso no era real, no podía serlo. Me felicitaba por entrar en una pelea?

- Pero espero que la próxima vez no haya necesidad de usar su poder.

Acababa de abrir la boca para replicar que no había sido mi culpa, pero el director me había leído la mente.

- Estoy al tanto de lo que el señor de Durmstrang hizo, pero usted sabe que aquí en Hogwarts no toleramos la violencia- hizo una pausa antes de continuar- la próxima vez procure que nadie se entere. Puede retirarse.

Salí de allí aturdida ¿Qué acababa de pasar? Lo importante en realidad era que todo había salido más que bien y era secretamente abalado por Dumbledore. Me dirigí donde Madame Pomfrey para encontrarme con dos pelirrojos siendo curados.

- Gracias chicos- dije al entrar en el lugar.

- Por nada enana, ese cretino se lo merecía- respondió George con una sonrisa abatida pero sincera.

Giré la cabeza a la izquierda para encontrarme con la cara de Fred que está vez tampoco me observaba. George se dio cuenta de lo que estaba pasando, sintió la tensión en el ambiente, y como acababan de terminar de curarlo, se fue de ese lugar.

- No vas a mirarme?- inquirí una vez que estuvimos solos en la enfermería.

Fred levantó la mirada del suelo usando todo el coraje que tenía dentro.

- Qué- me espetó como si no fuese necesario mirar a las personas a los ojos para mantener una conversación.

- Decime vos- respondí con su mismo tono seco.

- Qué queres que te diga _____.

- Tú fuiste el que salió a defenderme y actuó de forma heroica, no yo.

- Y luego me rescataste. Estamos a mano.

Una vez más no podía creer lo que mis oídos escuchaban.

- No voy a pelear contigo.

Dicho eso salí de la enfermería con mil cosas en la cabeza, pero a penas hice un paso me di cuenta que no podíamos seguir así. Yo no podía. Así que volví a entrar y me paré en seco frente a él para terminar lo que había empezado. Algo que claramente no se esperaba.

- Sabes qué Fred? No voy a seguir con este jueguito, primero todo bien vos y yo por cada lado, no te importa nada, me dejas de querer, te conseguis otra, peleamos, pero me ayudas en mi ataque de ansiedad, volvemos a pelear, no nos hablamos, no te importo de nuevo, pero me defendes de Max ¿Sabes qué? No te entiendo y no sé qué pretendes cuando claramente ya no sentis nada por mi.

Decir eso fue como desatar un nudo que llevaba meses ciñendose cada vez más. Me sentí tan liberada que podría decir que pesaba 15 kilos menos.

Fred me miró por unos segundos y bajó la cabeza, estaba a punto de rendirme e irme, cuando en un inesperado roce, Fred me tomó de las manos. No me había dado cuenta de lo cerca que habíamos quedado al terminar mi monólogo. La respiración, el corazón, la vida, el mundo, todo, se frenó en ese momento para escuchar lo que tenía para decir.

- ¿Quién dijo que no te sigo queriendo? ¿Quién dijo que ya no me importas? ¿Quién dijo que ya no siento nada por vos?- fue una seguidilla de preguntas retóricas que culminaron en más desconcierto, pero continuó ciñendo el agarre. - No, no voy a permitir que creas todo eso si nisiquiera lo escuchaste salir de mis labios, seguro te lo inventaste todo vos y...

- Razones tuve- dije interrumpiendolo.

- Pero si vos empezaste todo con Max primero- mi cara desconcertada lo hizo explicar- desde el primer día que ellos están acá que se hacen ojitos, eso me hizo creer que estaban juntos y...

- Y por qué no me preguntaste, yo nunca sentí nada por él pues tenía... tenía a alguien más en la cabeza que no me permitía darle para adelante con él.

- Y por qué no me dijiste que...

- No preguntaste, y lo primero que hiciste fue irte con, con la... con Angelina después de la historia que tenemos con ella y...

- Era solo para darte celos.

Esa confesión me dejó muda, perpleja, atónita, paralizada desde la punta de los dedos del pie hasta el último pelo de la cabeza.

- Para darte celos porque... porque yo...- su resparición comenzó a agitarse y su voz a quebrarse, lo que me partió el alma, pero continuó. - Yo te sigo queriendo. Te quiero más que a nadie, eres lo primero en lo que pienso al despertar y lo último en lo que pienso antes de dormir. Por ti daría la vida, y sí, no pude soportar que ese... ese... que Max te teatara así... _____ Riddle Lestrange, te amo, ambos nos comportamos como idiotas y lo veo ahora que pusimos todas las cartas sobre la mesa, pero no quiero seguir peleando, quiero que estemos bien, quiero despertarme a tu lado, dormir en cucharita ahora que todavía hace frío, salir tomándote de la mano y presumirte por todos los rincones de este castillo, quiero volver a sentir el sabor de tus labios, dulces al besar pero amargos al defenderte, quiero abrazarte y sentirme en casa.

Sin Límites - Fred Weasley y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora