Maldito Horde Prime Capítulo VII

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nota:la historia pertenece a Taylor Jenkins.

Nota:Esta es la tercera vez que subo la historia.ahhh, así que vamos de nuevo.

Seis semanas después de nuestra boda, Horde y yo fuimos a Puerto Vallarta a filmar una película dramática. Se llamaba One More Day, y trataba sobre una chica rica, Diane, que pasaba el verano con sus padres en su casa de veraneo, y un muchacho del lugar, Frank, que se enamoraba de ella. Obviamente, no podían estar juntos porque los padres de ella no aprobaban la relación.

Las primeras semanas de mi matrimonio con Horde habían sido de una dicha casi absoluta. Compramos una casa en Beverly Hills y la hicimos decorar con mármol y lino. Casi todos los fines de semana dábamos fiestas junto a la piscina, y bebíamos champán y cócteles toda la tarde y hasta entrada la noche.

Horde Hacía el amor como un rey, verdaderamente. Con la seguridad y el poder de alguien que tiene a su cargo toda una flota de hombres. Yo me derretía debajo de él. En el momento indicado, habría hecho cualquier cosa que él quisiera.

Era como si hubiera accionado un interruptor en mí. Un interruptor que me llevó de ser una mujer que veía al sexo como una herramienta, a ser una mujer que sabía que hacer el amor era una necesidad. Yo necesitaba a Horde.

Necesitaba que me viera. Bajo su mirada, yo cobraba vida. Estar casada con él me había mostrado otro lado de mí misma, un lado que apenas empezaba a conocer. Un lado que me gustaba.

Cuando llegamos a Puerto Vallarta, pasamos algunos días en la ciudad antes de empezar el rodaje. Alquilamos una embarcación y salimos a navegar.

Nos zambullimos en el mar. Hicimos el amor en la arena.

Pero cuando empezamos a grabar y las tensiones diarias de Hollywood empezaron a agrietar nuestro capullo de recién casados, me di cuenta de que las cosas estaban cambiando.

La última película de Horde, The Gun at Point Dume, no tenía mucho éxito de taquilla. Era la primera vez que hacía un wéstern, su primer papel protagónico en una película de acción. PhotoMoment acababa de publicar una crítica que decía: «Horde Prime no es Micah King». Hollywood Digest escribió: «Prime parece un imbécil con un revólver en la mano». Me di cuenta de queeso le molestaba, lo hacía dudar de sí mismo. Una parte importante de su proyecto de vida era establecerse como figura masculina de acción. Su padre,en general, había hecho papeles de hombre serio en comedias descabelladas:un payaso. Horde se proponía demostrar que era un vaquero.

Y no lo ayudó el hecho de que yo acabase de ganar un Premio del Público a la Mejor Promesa del Cine.

El día que grabamos el último adiós, la escena en la que Diane y Frank se besan por última vez en la playa, Horde y yo despertamos en nuestro bungalow alquilado, y me dijo que le preparara el desayuno. Escucha bien: no me pidió que le preparara el desayuno. Me ladró una orden. A pesar del tono, llamé a la criada.

Era una mexicana llamada María. En nuestro primer día allí, yo no sabía si debía hablar con los lugareños en español. Entonces, sin haber tomado una decisión formal, empecé a hablar a todo el mundo en un inglés lento y pronunciando las palabras con exageración.

—María, ¿podrías por favor prepararle el desayuno al señor Prime? —dije al teléfono. Luego me volví hacia Horde y le pregunté—: ¿Qué quieres? ¿Café y huevos?

En Los Ángeles, nuestra criada, Paula, le preparaba el desayuno todas las mañanas. Ella sabía con exactitud cómo le gustaba. En ese momento me di cuenta de que nunca me había fijado en eso.

Frustrado, Horde tomó la almohada, la puso sobre su cara y gritó.

—¿Qué bicho te ha picado? —le pregunté.

The lucky oneWhere stories live. Discover now