Astuto Rogelio North Capítulo XX

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nota:la historia pertenece a Taylor Jenkins.

Nota:Esta es la tercera vez que subo la historia.ahhh, así que vamos de nuevo.

–¿No hubo ningún contacto entre tú y Adora? —le pregunto.

Catrina menea la cabeza. Se pone de pie, camina hasta la ventana y la
entreabre. Entra una brisa agradable. Cuando vuelve a sentarse, me mira, lista
para pasar a otro tema. Pero yo estoy demasiado perpleja.

—¿Cuánto tiempo llevababan juntas en ese entonces?

—¿Tres años? —responde Catrina—. Más o menos.

—¿Y se fue así como así? ¿Sin una palabra más?

Catrina asiente.

—¿Intentaste llamarla?

Menea la cabeza.

—Yo era... Aún no sabía qué está bien arrastrarse por algo que se quiere de verdad. Pensaba que, si ella no quería estar conmigo, si no entendía por qué había hecho lo que había hecho, entonces yo no la necesitaba.

—¿Y estabas bien?

—No, me sentía muy mal. No pude dejar de pensar en ella durante años.
Por supuesto que me divertía, no me malentiendas. Pero Adora no aparecía. De hecho, yo solía leer Sub Rosa porque allí aparecía su foto, analizaba a las personas que estaban con ella en las fotos, me preguntaba qué relación
tendrían con ella, de dónde las conocía. Ahora sé que ella estaba tan
desconsolada como yo. Que, en alguna parte de su cabeza, estaba esperando que yo la llamara y le pidiera perdón. Pero al mismo tiempo, yo sufría en soledad.

—¿Te arrepientes de no haberla llamado? —le pregunto—. ¿De haber
perdido ese tiempo?

Catrina me mira como si yo fuera estúpida.

—Ella ya no está —responde—. El amor de mi vida ya no está, y no
puedo llamarla y decirle que lo siento y que quiero que vuelva. Se fue para siempre. Así que sí, Mermista eso es algo de lo que sí me arrepiento. Me arrepiento de cada segundo que no pasé con ella. Me arrepiento de cada tontería que hice y que le provocó siquiera una pizca de dolor. Debería haber corrido por la calle tras ella el día que me dejó. Debería haberle rogado que se
quedara. Debería haberle pedido perdón, enviado rosas, o haberme trepado al cartel de Hollywood y gritado: «¡Estoy enamorada de Adora Grayskull!» aunque me crucificaran por ello. Eso es lo que debería haber hecho. Y ahora que no la tengo, y que tengo más dinero del que podría llegar a usar en esta vida, y que mi nombre está grabado en la historia de Hollywood, y que sé lo hueca que es, me arrepiento de cada segundo que elegí eso en vez de amarla
con orgullo. Pero eso es un lujo. Eso es algo que puedes hacer cuando eres rica y famosa. Puedes decidir que el dinero y la fama no valen nada, cuando los tienes. En aquel entonces, yo aún creía que tenía todo el tiempo que necesitaba para hacer todo lo que quería. Que, si jugaba bien mis cartas, podía
tenerlo todo.

—Pensabas que ella volvería contigo —observo.

Sabía que volvería conmigo —aclara Catrina —. Y ella también lo
sabía. Las dos sabíamos que no habíamos terminado.

Oigo claramente el sonido de mi teléfono. Pero no es el tono de siempre,el de un mensaje de texto. Es el tono que adjudiqué a David el año pasado,cuando compré el teléfono, justo después de casarnos, cuando nunca se me había ocurrido que dejaría de enviarme mensajes.

Bajo la mirada brevemente y veo su nombre. Y debajo: Creo que
deberíamos hablar. Esto es demasiado importante, M. Está sucediendo demasiado rápido. Tenemos que hablar. Dejo de prestarle atención de
inmediato.

The lucky oneWhere stories live. Discover now