Ingenuo Peekablue Capítulo XVIII

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nota:la historia pertenece a Taylor Jenkins.

Nota:Esta es la tercera vez que subo la historia.ahhh, así que vamos de nuevo.

Me puse un vestido de cóctel de color crema, muy escotado y con muchos bordados con cuentas. Me recogí el largo pelo rubio en una cola de caballo alta. Me puse pendientes de diamantes.

Brillaba.

Lo primero que debes hacer para que un hombre se fugue contigo es
desafiarlo a ir a Las Vegas.

Para eso, vas a un club nocturno de Los Ángeles y bebes algunas copas
con él. Tratas de no poner cara de exasperación al verlo tan deseoso de que le tomen una foto contigo. Reconoces que todos usan a todos. Es justo que él te use al mismo tiempo que tú estás usándolo a él. Aceptas eso porque te das cuenta de que las cosas que cada uno quiere del otro son complementarias.

Tú quieres un escándalo.

Él quiere que todo el mundo sepa que te echó un polvo.

Las dos cosas son lo mismo.

Piensas en decírselo de frente, en explicarle lo que quieres y lo que estás dispuesta a darle. Pero hace tiempo que eres famosa y ya has aprendido que nunca debes decirle a nadie más de lo necesario.

Por eso, en lugar de decirle: Quiero que aparezcamos en los periódicos de mañana, le dices:

—Peekablue, ¿alguna vez estuviste en Las Vegas?

Cuando él lance una risotada, como si no pudiera creer que estés
preguntándole nada menos que a él si alguna vez estuvo en Las Vegas, sabes que será más fácil de lo que creías.

—A veces me vienen ganas de tirar unos dados, ¿sabes? —le dices.

Las insinuaciones sexuales son mejores cuando son graduales, cuando van aumentando con el tiempo, como una bola de nieve.

—¿Quieres tirar unos dados, nena? —pregunta, y tú asientes.

—Aunque tal vez ya es tarde —agregas—. Y ya estamos aquí. Y aquí
estamos bien, supongo. Me lo estoy pasando bien.

—Mis muchachos pueden llamar un avión y llevarnos allá así de rápido
—replica, y chasquea los dedos.

—No —le dices—. Es demasiado.

—Para ti, no. Nada es demasiado para ti.

Sabes que, en realidad, lo que quiere decir es nada es demasiado para mí.

—¿De verdad podrías hacer eso? —le preguntas.

Y media hora más tarde, están a bordo de un avión.

Bebéis algunas copas, te sientas en su regazo, dejas que su mano deambule un poco y luego se la apartas. Tiene que morirse de ganas de tenerte, y tiene que creer que hay una sola manera de lograrlo. Si no te desea lo suficiente, si cree que puede conseguirte de otra manera, se acabó. Perdiste.

Cuando el avión aterriza y él te pregunta si quieres que reserve una
habitación en el Sands, debes oponerte. Debes escandalizarte.

Debes decirle,con una voz que deje bien claro que diste por sentado que él sabía que no tienes relaciones fuera del matrimonio.

Debes mostrarte firme pero dolida a la vez. Él tiene que pensar: Me desea.

Y la única manera de que podamos hacerlo es casarnos.

Por un momento, piensas que lo que estás haciendo es desconsiderado.

Pero luego recuerdas que ese hombre se acostará contigo y luego se divorciará de ti cuando haya conseguido lo que quería. Así que ninguno de los dos es un santo.

The lucky oneWhere stories live. Discover now