Brillante, Bondadoso y Torturado Bow Scribner Capítulo XXIX

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Horde y yo estábamos en medio del rodaje de Three A. M. en Nueva York.

Luisa, Adora y Bow se turnaban para cuidar a Finn mientras yo trabajaba.

Los días de grabación eran más largos de lo que yo había previsto.

Yo hacía el papel de Patricia, una mujer enamorada de un drogadicto,Mark, que era el papel de Horde. Y todos los días, me daba cuenta de que no era el Horde de antes, el que yo conocía, que llegaba al plató y decía algunas líneas con aire seductor. Esto era superlativo, actuación pura. 

Estaba usando elementos de su vida y llevándolos a la película.

En el plató, uno espera que todo llegue a formar un conjunto mágico tras la lente de la cámara. Pero nunca se puede estar seguro.Incluso cuando Bow y yo estábamos produciendo juntos cuando mirábamos las tomas diarias con tanta frecuencia que se me secaban los ojos y yo empezaba a perder la noción de lo que era realidad y lo que era película nunca estábamos cien por cien seguros de que todas las partes iban ensamblándose a la perfección hasta que veíamos el primer corte.

Pero en el plató de Three A. M., sencillamente lo supe. Supe que era una película que haría que la gente me viera de otro modo, y también a Horde. Me pareció que era tan buena que podía llegar a cambiar vidas, a llevar a los adictos a recuperarse. Hasta podía llegar a cambiar la manera de hacer películas.Entonces me sacrificaba.

Cuando Double quería más días, yo postergaba mi tiempo con Finn para estar allí. Cuando Double quería más noches, renunciaba a cenas y veladas con Adora. Creo que llamé a Adora casi todos los días para disculparme por algo.

Para disculparme por no poder ir al restaurante a la hora acordada. Para disculparme porque necesitaba que se quedara en casa a cuidar a Finn por mí.

Me di cuenta de que una parte de ella se arrepentía de haberme empujado a hacer la película. No creo que le gustara que estuviera trabajando todos los días con mi exmarido. No creo que le gustara que estuviera trabajando todos los días con Double Trouble. No creo que le gustara que fueran tantas horas de trabajo. Y me dio la impresión de que, si bien quería a mi hija, quedarse a cuidarla no era precisamente su idea de pasarlo bien.

Pero no dijo nada y me apoyó. Cuando la llamaba por millonésima vez para avisarle que llegaría tarde, me decía: «Todo bien, cariño, no te preocupes. Deslúmbralos». En ese sentido, era una excelente compañera;siempre me ponía primero a mí y a mi trabajo.

Hasta que un día, hacia el final del rodaje, tras un largo día de trabajo con escenas muy emotivas, yo estaba en mi camerino preparándome para ir a casa cuando Double Llamó a mi puerta.

—Hola —lo saludé—. ¿Qué tienes en mente?

Me miró, pensativo, y se sentó. Yo me quedé de pie, decidida a retirarme.

—Creo, Catrina, que tenemos algo en qué pensar.

—¿Sí?

—La semana próxima es la escena de amor.

—Lo sé.

—Esta película está casi lista.

—Sí.

—Y me parece que le falta algo.

—¿Como qué?

—Creo que es necesario que el espectador entienda el puro magnetismo de la atracción que hay entre Patricia y Mark.

—Estoy de acuerdo. Por eso acepté mostrar de verdad mis pechos.Conseguiste lo que ningún otro cineasta, tú incluido, había conseguido de mí.Deberías estar encantado.

The lucky oneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora