Capitulo 11

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LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA - CAPITULO 11

• Capítulo 11

Rosetta miró a Katie mientras estaba en ese estado, disfrutando de la vista disimuladamente.

“Eso es muy bonito.”

Katie había construido la confianza de Damian en ella durante más de una década. Rosetta, en cambio, llevaba casi una década y media viviendo como si hubiera arena corriendo constantemente por su garganta. Además, Rosetta había sido regañada por una razón similar hace poco. Era una gran excusa para marcar bien el límite en sus relaciones.

Rosetta miró a Damian mientras se cubría la mano sangrante con la otra.

Por el rabillo del ojo Rosetta pudo ver a Katie mirándola fijamente aún cuando la anciana se arrodillaba tan lastimosamente en el suelo.

Pero los labios apretados de Damian no mostraban signos de abrirse.

“Ahora, ¿qué vas a hacer?”

Katie y ella hicieron todo lo posible por defender sus casos. Todo lo que quedaba ahora era el juicio de Damian. Exactamente, ¿las palabras de quién creería? ¿Elegiría creer en la situación que tenía delante, o en la confianza que le habían dado durante años?

—Rosetta. —Después de un rato, esos labios fuertemente cerrados se abrieron.

Tras la única palabra dicha por él, sus ojos se dirigieron inmediatamente a Rosetta. Dos miradas, tan parecidas en su tono dorado, se encontraron.

—Sí, Hermano Mayor. —Rosetta respondió a su mirada con una expresión indiferente, y luego se levantó del suelo, agarrándose al sofá que tenía al lado para apoyarse.

La mano que sostenía en la otra se deslizó, dejando un rastro de sangre. Gracias a ello, las piernas que sostenían su cuerpo también se agitaron mucho. Su rostro delataba su agotamiento porque había derramado mucha sangre.

La frente de Damian se arrugó de repente, era la misma expresión cuando vio la herida en la cara de Rosetta hace unos días. Con la frente aún arrugada, sus ojos miraron al suelo y luego volvieron a subir.

—Tú…

Un paso. El cuerpo rígido avanzó. Y entonces…

¡Bang!

Cuando la puerta se abrió junto con el fuerte sonido del exterior, entró un huésped no invitado.

Era como si las gotas de lluvia se hubieran convertido en cenizas. El cielo oscuro recordaba que, por muy brillante que fuera la luz que lo atravesaba, su oscuridad nunca desaparecería.

Una persona estaba a punto de caer de rodillas entre los trozos de cristal rotos, con la sangre empapando el suelo. Otra intentó ponerse en pie, pero tropezó. Otra extendió la mano en el aire, con los labios apretados.

Y otro corrió por la habitación.

Una larga cabellera dorada ondeaba en el aire. Sus delgados tobillos corrían por la habitación, y el vestido que fluía junto a ella florecía como las flores.

—Alicia… —El nombre fue pronunciado por los labios de alguien.

Alicia corrió directamente hacia Rosetta. Rosetta era la única que ella tenía a la mira, en primer lugar.

En ese momento, Rosetta, que tenía la expresión más asombrada entre todos los presentes, abrió los brazos inconscientemente. Alicia se lanzó a sus brazos sin dudarlo, y sus cuerpos cayeron juntos sobre el sofá.

LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA  Where stories live. Discover now