Capitulo 35

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LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA - CAPITULO 35


• Capítulo 35

La mansión durante la oscura noche era incomparablemente silenciosa, a diferencia de la mansión durante el día. No había luces en muchos lugares, pero había un tensionante ambiente que no podía ser ignorado.

Rosetta caminaba bajo el manto de las sombras con la capucha sobre la cabeza.

Llegó frente a la puerta que daba al calabozo.

Afortunadamente, Katie no era la única encarcelada en ese momento, por lo que la seguridad no era tan estricta. Los guardias sólo salían a patrullar de vez en cuando.

Los otros sirvientes que estaban bajo sospecha fueron detenidos e interrogados en sus respectivos aposentos porque sus crímenes aún no han sido confirmados.

Aun así, por si acaso, Rosetta apoyó la espalda contra la pared y miró a su alrededor, pero no sintió señales de la presencia de otras personas. Tras confirmar que el pasillo estaba en silencio, abrió sin vacilar la puerta que conducía al calabozo.

La residencia Valentine era una mansión bastante antigua. Estaba bien mantenida por lo que su edad no era demasiado evidente, pero dentro de la mazmorra, la antigüedad de la mansión era palpable.

En una residencia llena de historia antigua, ha habido muchos pecadores.

Al bajar las escaleras y abrir la puerta de la mazmorra, el olor metálico de la sangre llegó a su nariz en ese mismo instante. El aire húmedo que envolvía su cuerpo era húmedo y desagradable.

Era el lugar perfecto para los pecadores.

Cada vez que daba un paso, resonaba el sonido sobre el suelo húmedo. Después, cuando ese sonido reverberaba sobre los barrotes oxidados de las celdas vacías, resonaba aún más.

Rosetta caminaba tranquilamente como si admirara el espacio, con el eco como música de fondo.

Ahora mismo, todas las celdas estaban vacías, excepto la que ocupaba Katie. Pero pronto, este lugar se llenaría.

“Ah, me pregunto qué celda le quedaría bien a nuestra pobre Marie”.

* * *

Antes, cuando Damian y Rosetta terminaron su conversación…

Estaba a punto de salir por la puerta, pero se detuvo un momento y volvió a mirarla.

—Rosetta.

—¿Sí...?

La respuesta que dio fue casi una pregunta. ¿Había algo más que decir entre ellos? Incluso se sintió ansiosa sin motivo. Esta vez, tenía miedo de que él añadiera más condiciones.

Afortunadamente, no fue por eso por lo que la llamó.

—¿Te sientes incómoda con los sirvientes del anexo?

Era incómodo, pero ante la pregunta, Rosetta recordó a Marie, a la que hacía tiempo que no veía. Ahora que lo pensaba, no era sólo Marie.

No conocía a todos los sirvientes del anexo, aunque a algunos los reconocía por el rostro. Pero todos los sirvientes que vió hoy eran extraños.

Aquellas sirvientas y asistentes se apresuraron a cuidar de mí y del inconsciente Cassion después de que hubiéramos regresado.

Todos ellos.

“No puede ser... ¿Ya? ¿Los ha cambiado?”

Esta situación era algo que ella también había previsto, y era el mismo "cambio de personal" del que le había hablado al cochero. Sin embargo, ella no sabía que iba a suceder tan pronto, en tan sólo unos días mientras ella estaba fuera.

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