Capitulo 53

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LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS  - CAPÍTULO 53

Capítulo 53

Mientras tanto, alrededor del mismo tiempo. En un lugar subterráneo al que las personas raramente iban.

Era un sótano lleno de muebles antiguos, y parecía encontrarse bajo la villa de alguien. Y, había dos hombres sentados al lado opuesto el uno del otro.

Dos hombres altos y atractivos.

En medio de un silencio sepulcral, tan grave como la oscuridad del atardecer, un hombre abrió primero los labios para hablar.

—Creo que algo sucede en el Ducado Valentine estos días.

—Presuntamente, la niñera de las dos princesas ducales había estado abusando de ellas todo este tiempo. Se ha revelado recientemente, y la mansión está en estado de pánico desde entonces.

El hombre que inició la conversación primero inclinó su cabeza hacia un lado.

—¿... ya ha sido revelado? Como se esperaba... —Preguntó el hombre del lado opuesto, pero no tardó en asentir para sí mismo. El otro hombre no podía oír lo que se decía a sí mismo.

—¿Por qué? ¿Hay algún problema?

—No, no es así. Entonces, ¿han ejecutado a la niñera?

—Todavía no. Creo que les llevó algún tiempo confirmar quién más ha estado implicado en el abuso. Bueno, ahora que ya lo hicieron, está a punto de ser ejecutada.

"Ejecutada."

Al oír la palabra familiar, el hombre se humedeció los labios secos con su lengua roja. Cuando cerró profundamente los párpados y los abrió lentamente, sintió débilmente algo parecido a un latido.

—Entonces, los sirvientes de esa casa saldrán por montones.

—Bueno, supongo.

El castigo más simple y efectivo que se podía aplicar a los sirvientes era echarlos sin una carta de recomendación.

Por mucho poder que tuviera el Ducado Valentine, no matarían ni se desharían de todos los implicados en el crimen. Lo único que quedaba era castigarlos como correspondía...

Encerrarlos en prisión sólo sería un desperdicio de recursos, y además sería un proceso complicado. Por lo tanto, el castigo que se les podría dar sería, en su lugar, la flagelación, la confiscación de pertenencias y el despido sin carta de recomendación.

Y para cualquier sirviente, una carta de recomendación tenía mucho peso. Si se quedaban sin ella, eso significaba que nunca más podrían trabajar para un noble.

En otras palabras, equivalía a despojarlos de su medio de sustento para siempre. No había mejor castigo que éste.

El hombre asintió satisfactoriamente y se recostó en su silla. En la oscuridad, las pálidas yemas de los dedos barrieron agradablemente la mesa.

—Justo a tiempo, esto es bueno. Aunque no fuera así, hay algo que quería comprobar.

Mientras decía esto, dio un sorbo a un vaso de vino. El otro hombre le preguntó.

—¿Hay algo que quieras comprobar? ¿Qué es?

Era una pregunta formulada casualmente. El otro hombre no lo preguntó porque realmente quisiera saberlo, sino que lo hizo de improviso.

Sin embargo, la expresión del hombre se endureció con tal frialdad en un instante en el momento en que se le hizo la pregunta. La sonrisa relajada que tenía en los labios desapareció y su mirada brilló con intensidad.

LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA  Where stories live. Discover now