Capitulo 28

64 11 0
                                    

LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA - CAPITULO 28

• Capítulo 28

“No hay serenidad”.

No había pasado ni un día desde que vió a Cassion, pero ella sabía que esto era extraño de su parte. Este hombre, cuando dormía, siempre parecía extrañamente sereno.

Ella miró alternativamente entre la manta que tenía en la mano y el hombre, y luego se incorporó en silencio. Después, miró fijamente a Cassion.

—-Cassion. —Lo llamó en voz baja, pero no obtuvo respuesta. Aun así, había unas pequeñas arrugas junto a los párpados de sus ojos cerrados.

"Sin importar cómo lo mires…” Parecía que estaba despierto.

La manta no podía haber volado sobre su cuerpo por sí sola, así que alguien debió haberla cubierto con ella. Y sólo hay un tipo en la misma habitación, pero él estaba cerrando los ojos desesperadamente, así…

¿Debería señalar que sabe que está despierto, o no?

Ella entrecerró los ojos mientras lo miraba, y pronto extendió la mano hacia la mesita de noche. Cuando abrió el segundo cajón, allí había varios suministros de primeros auxilios.

“Ah, sí que hay algo ahí". Ahora que lo pensaba, no creía que se hubieran ido después de haber atendido a Cassion.

Era la habitación de un paciente. Además, era una habitación del quinto piso en la que residían invitados importantes, por lo que debían tener a mano algunos suministros de primeros auxilios. Se sintió muy aliviada de no tener que molestarse en llamar a alguien para ello.

Tras rebuscar en su contenido, sacó vendas limpias, paños de algodón, desinfectantes y una crema tópica para tratar las heridas. Justo después, cerró el cajón.

Tak. Se cerró con un fuerte sonido, pero Cassion seguía sin moverse.

“A estas alturas, ¿realmente estás durmiendo? ¿Cómo puede alguien dormir siempre tan bien?'” Y la manta... de alguna manera voló por sí misma. Obvio.

Con ese ridículo pensamiento en mente, Rosetta tomó primero las vendas. Después de confirmar que sería la longitud adecuada para su herida, retiró la manta que cubría al hombre. Y cuando lo hizo, la sábana se tiñó de rojo.

La sangre no se filtraba, pero su ropa parecía estar muy manchada.

“Al final, sí tendré que llamar a alguien”. Ella no podía evitar las cosas problemáticas, tal vez por eso se estaba irritando.

Con un corto suspiro, ella extendió la mano hacia la cintura del hombre. Su ropa estaba tan empapada que incluso goteaba sangre.

Sujetando con cuidado un extremo de la camisa, tiró de ella hacia arriba con cautela. Debajo de donde se levantó la camisa, apareció la piel desnuda de color albaricoque envuelta con vendas rojas.

“Más de lo que pensaba…” Su cuerpo tenía buen aspecto.

No era de extrañar que aguantara bastante cuando ella no había intervenido. Tal vez fuera gracias al constante ejercicio y entrenamiento, incluso mientras estaba encerrado en su habitación.

Hace unos años, Cassion se encerró en su habitación en medio de las constantes amenazas contra su vida. Su ansiedad llegó al límite, y sólo tuvo un pensamiento: Que, incluso cuando estaba acorralado, al menos debía poder confiar en sí mismo.

Tenía que hacer algo para protegerse. No podía usar magia, así que recurrió al entrenamiento físico.

Como su habitación era pequeña, esto era lo mejor que podía hacer dentro. Así, optó por entrenarse con los libros que había leído. Eventualmente aprendió a manejar la espada, aún sin las habilidades fundamentales.

LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora