Capitulo 54

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LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - CAPÍTULO 54

Capítulo 54

El traqueteo de la vajilla llenó el espacio.

Al terminar la comida, que no fue ni larga ni corta, una persona salió de la nada y vertió té en sus tazas. Glug, glug. El corazón de Marie latía tan rápido como el té que le servían en la taza.

Hasta entonces, era ella quien solía llenar las tazas de té. Nunca la habían tratado tan bien.

Comer comida gourmet, así; ser tratada como una VIP, así.

Levantó la vista y sus ojos volvieron a encontrarse con los del noble.

A medida que pasaba el tiempo, sus débiles esperanzas aumentaban.

"¿Por qué es tan amable conmigo?"

Por casualidad...

De repente, recordó un cuento de hadas que había leído en su infancia. Era la historia de una chica pobre que conoce a un aristócrata de alta alcurnia y eleva su estatus de golpe.

Marie se sonrojó al pensar en ello.

Al sonrojarse así, en su mente ya se había convertido en la protagonista de aquel cuento de hadas. Todo ello sin saber que el hombre sentado frente a ella sólo ocultaba su fría mirada.

Como si tragara arsénico, el hombre observaba a Marie mientras ella se revolvía en sus propias fantasías.

En lugar de mostrar una cínica mueca de desprecio, tenía una sonrisa relajada en los labios mientras hablaba.

—Entonces, ¿te despidieron sin carta de recomendación? Eso es demasiado.

El hombre preguntó como si sintiera lástima por ella, y ante esto, Marie asintió con lágrimas en los ojos.

—Sí, así es. Realmente demasiado...

Debido a que el hombre se mostró amable durante toda la comida, Marie se quejó de esto y de aquello sin saberlo.

De lo que hacía la niñera de la familia Valentine.

De lo terrible que fue el final de esa mujer.

De cómo los sirvientes de la mansión lateral habían sido encerrados durante un tiempo y posteriormente enviados fuera de la residencia ducal.

La pregunta del hombre de ahora era una prolongación de aquella conversación.

Marie no podía decir que la habían echado por un delito menor, así que se había excusado como si le hubieran tendido una trampa. No le remordía la conciencia en ese momento...

"Bueno, todavía no es una excusa completa..."

Entonces, tan pronto como pensó en una excusa plausible para sí misma, las lágrimas brotaron de los ojos de Marie.

—Dios mío.

El hombre sacó un pañuelo y se lo entregó a Marie. Ella se quedó mirando el pañuelo inexpresivamente mientras él se lo tendía, pero rápidamente lo cogió a toda prisa.

—Gra...Gracias.

—No hace falta que me des las gracias. Más que eso, te sentiste tan agraviada que te hizo llorar. Lo debes haber pasado mal.

El cálido consuelo le hizo cosquillas en el corazón. Se sintió tan comprendida por su amable consuelo que, aunque no se sintiera angustiada, maquilló e infló la más mínima emoción hasta el punto de querer ser consolada por ello.

LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA  Where stories live. Discover now