Capitulo 33

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LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA - CAPITULO 33

● Capítulo 33

Sinceramente, no hubiera sido fácil que la carta de un plebeyo atravesara las paredes del territorio del Duque. Bueno, en primer lugar, nadie pensaría que es creíble que el corresponsal fuera un noble, además.

Sin embargo, Damián no parecía tener ninguna intención de señalar las discrepancias aquí. Esto también era el resultado de la “confianza forzada” con la que se había lavado su propio cerebro. “No dudaré de Rosetta. Es por eso que las palabras de Rosetta no son mentira.” Así que era lo mismo que la confianza forzada.

De cualquier forma, era algo bueno para Rosetta.

“¿Cómo intercambiaron cartas?” Si le preguntaran algo como esto, ella ya había preparado respuestas por adelantado, pero entre más excusas hiciera, más sospecharían de ella. Así que era mucho mejor que no dudaran desde el principio.

—Fue así. Y el incidente con Katie me hizo echarlo de menos sin razón. Él es el único que me animó, el único que me consoló en la soledad. En realidad, por eso salí. Maxwell... No, mi amigo. Quería verlo. Es que estoy muy agotada.

La voz terminó por apagarse, seguida pronto por el silencio. Cuando miró a Damian, cuya expresión era muy oscura, él estaba mirando a Rosetta. La miró fijamente durante un largo rato, y luego se recorrió la cara con una gran mano. Después, abrió los labios y habló con gran dificultad.

—-... Pero, Rosetta, eso no es suficiente justificación para hacer a alguien tu caballero de escolta. Nuestra familia es una familia de caballeros, hay muchas personas que pertenecen a la orden caballeresca de nuestra familia. Y más que eso, ser un caballero escolta es una posición aún más honorable. No es algo que se pueda conceder sólo porque sea tu amigo de la infancia.

Debajo de su tono calmado había una pizca de angustia, como si le doliera decir esto.

Rosetta permaneció en silencio y no habló, pero cogió lentamente su taza de té mientras le miraba. El té dentro de la taza onduló junto con sus manos temblorosas.

—... Lo sé, estoy pidiendo demasiado. Él ya está aquí, pero hay restricciones. Aun así… —Damian escuchó en silencio las palabras de Rosetta. —Han pasado trece años. Trece. Nuestra niñera nos retuvo a Alicia y a mí en ese tiempo. En todos esos años, ¿alguien te habló alguna vez de ello, hermano?

No hubo respuesta.

No había nada que responder. Nadie le dijo nunca la verdad.

Entre los sirvientes del edificio anexo, los que trabajaban cerca de Alicia y de mi estaban todos en el mismo equipo que Marie. Se pegaban al lado de Katie, satisfechos con las migajas que les llegaban.

“Ahora que lo pienso, no he visto a Marie”. Se preguntó por un momento, pero terminó ahí. Marie no era importante en este momento.

Aclarando su garganta seca por un momento, abrió los labios para hablar de nuevo.

—Es tan sofocante, realmente se siente como si me estuvieran estrangulando. El hecho de que la gente oculte sus terribles pensamientos más íntimos con rostros sonrientes… me hace sentir enferma y con náuseas.

Su tono era un cruce entre la ira y la tristeza. No, tan sólo sonaba así. Rosetta se detuvo un momento mientras tomaba aire.

—Comparado con ellos, Maxwell me salvó sin ninguna duda. Se lanzó a por una amiga de la infancia con la que sólo había intercambiado cartas un par de veces. Cuando vi esto, para ser sincera... me alegré. Me alegró saber que hay alguien que puede hacer algo así por mí. En un mundo en el que no sé en quién debo confiar, por fin sentí que había alguien en quien podía confiar aquí, a mi lado.

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