capitulo 61

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LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA - CAPÍTULO 61

• Capítulo 61

Disipada su exasperación, David miró aturdido el rostro de Rosetta.

Cabello plateado, brillante bajo el sol de verano. Ojos dorados, tan misteriosos como la luna suspendida en el cielo nocturno. En medio de su tez de alabastro, sus labios rojos eran tan seductores y hermosos como las camelias que florecían en la extensión de la nieve.

Cada vez que la traía a colación, se burlaba de ella y la menospreciaba porque no sólo era la hija de un criminal, sino que la criminal de su madre también fue una sirvienta. Pero aquí, en realidad, era la primera vez que la veía cara a cara.

Las dos estimadas hijas de la Casa Valentine nunca salían mucho y no iban regularmente a actos sociales. La única forma en que podría verla era, en el mejor de los casos, durante la ceremonia de nombramiento de caballeros. Incluso entonces, sólo consiguió verla de lejos.

"Por supuesto, ella tiene esa sangre vulgar, pero los colores son evidentes.”

La hija del criminal, que saltó descaradamente a la cama del duque dormido, a quien había drogado.

¿A dónde se fue esa línea de sangre exactamente?

—Ahh…

El gemido que salió de aquellos labios rojos sonó de algún modo, y entonces David tragó en seco. Sin embargo, pronto volvió en sí y le preguntó.

—¿Se encuentra bien, princesa?

Cuando bajó la voz para sonar más varonil, Rosetta sonrió suavemente, con los ojos curvados en dos medias lunas.

—Ah, estoy bien. ¿Y usted? Estaba tan perdida en mis pensamientos que no lo vi ahí. —Su voz era tan dulce como la sonrisa que se dibujó en su semblante.

Ver esto contradecía lo que su padre dijo, que ella supuestamente era "una princesa ducal que lleva la cabeza muy en alto a pesar de su estatus de baja alcurnia".

—Yo también estoy bien. Incluso si me tropiezo con alguien tan delgada como usted, Princesa, ¿cómo podría un hombre fuerte y poderoso como yo salir herido en lo más mínimo?

Por fuera, Rosetta parecía estar siendo muy considerada con el hombre que tenía delante, pero por dentro sonreía ante su respuesta.

Su "muy delgada" persona estaba segura de que sería capaz de derribar al fuerte y poderoso David en sólo cinco segundos. Sin embargo, la expresión que Rosetta tenía en el rostro mientras pensaba esto se borró tan rápido que David ni siquiera se dio cuenta.

Mientras recomponía rápidamente sus facciones, Rosetta se quedó mirando el rostro de David, quizá contemplando algo.

Cuando él miró hacia delante y sus ojos se encontraron en ese momento, el rostro de David enrojeció.

—¿Qué sucede, princesa?

—Oh, cielos. Estoy siendo grosera, ¿verdad? Es sólo que, me parece un poco familiar.

—¿Perdón? ¿Está hablando de mí? —preguntó David con sinceridad. Nunca se había cruzado con la princesa ducal.

—Sí, me resulta familiar... Ah, por casualidad…

David parpadeó aturdido, pendiente de las lentas palabras de Rosetta. El corazón en su pecho latía con tanta anticipación y tensión.

Igual que cuando Damian le llamó antes, cuando estaba haciendo el ridículo.

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