Capitulo 37

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LA AGOTADORA REALIDAD DE LA TRANSMIGRACIÓN A NOVELAS - NOVELA - CAPITULO 37

• Capítulo 37

Que si ella era Rosetta, preguntó la niñera.

Ante la inesperada pregunta, ella puso los ojos en blanco. Una risa estalló en carcajadas.

En todos estos años, sólo hubo dos personas que notaron que Rosetta era un fraude, y la primera se dio cuenta porque habían estado junto a ella mientras crecía.

Por supuesto, parecía una pregunta retórica pero, ¿no era interesante?

Mientras Katie continuaba jadeando, Rosetta sólo se rió sin contestar.

Había caos como ningún otro.

Las cadenas tintineaban en el suelo con un sonido sordo, y el sonido de respiraciones jadeantes junto con risas aireadas resonó en el aire.

Viendo a Katie jadear de esa forma por un largo tiempo, Rosetta borró su sonrisa y movió sus manos.

—Claro.

La mano tocando la mejilla de la anciana lentamente agarró su mentón.

—Agh… uh… ugh…

Debido al fuerte agarre en su barbilla, todas las palabras que su boca intentó escupir fueron aplastadas. Aún así, bueno… seguramente hubiera sido “Sálvame” o “Detente”, lo uno o lo otro.

Sus ojos, que estaban ampliamente abiertos como si fueran a salir de sus cuencas, estaban gritando por ayuda en lugar de sus labios.

Las débiles manos de la anciana siguieron agarrando las muñecas de Rosetta, intentando que la soltara.

En fin.

“Agh, uh, ugh.” Había una fuerte sensación de miedo mientras los repetidos gemidos continuaban. Lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.

En la oscuridad, las lágrimas, que corrían a raudales por sus mejillas, parecían rojas a primera vista. Como lágrimas de sangre, como una maldición que Katie vertía sobre Rosetta.

El rostro de Katie se estremeció bajo su agarre como si quisiera sacudir la cabeza. La cara, sujetada firmemente, parecía tranquila sólo en el exterior.

Con una sonrisa amargada, una respuesta tardía fue dada.

—¿Quién soy?

El mentón de Katie fue arrastrado hacia abajo, a tal punto que la coronilla de su cabeza estaba hundida y su nuca era completamente visible.

Entonces, su nuca fue golpeada, justo en el punto de presión que le impediría hablar. Y ante eso, después de golpear ese punto, marcó el final de su conversación.

En lugar de gritar, el cuerpo de Katie sufrió un espasmo mientras exhalaba pesadamente, sin ningún sonido proveniente de su garganta.

Observando a la pecadora caer inconsciente, Rosetta chasqueó la lengua.

—La gente pensaría que te cortaron la lengua.

Cuando la mano que sujetaba la barbilla de la anciana se alejó, su cuerpo cayó hacía un lado impotentemente.

Y Rosetta se incorporó en sus pies sin hacer sonido. Su larga capa ondeó en el suelo. Después de enderezar su espalda, dejó el calabazo tan silenciosamente como había entrado.

La llama de la lámpara aún se sacudía amenazadoramente, la sombra que la seguía bailando peligrosamente detrás de ella. En esa noche fría, un secreto desapareció para siempre.

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