Capitulo I -Gavrel

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— Será la primera vez que te haga caso, Mateo. Sabes que estas cosas no me gustan. – Mateo es el hermano que nunca tuve, estuvo ahí para mí siempre en los momentos difíciles. Su iniciación fue a la misma edad que la mía y se le conoce por el apodo «El Loco», y por eso es mi obshchark (cobrador)—. Que preparen el carro.

—Así me gusta. Hermano, sabes cuánto tiempo llevamos esperando que seas el Pakhan de la mafia rusa —me dice Mateo, y me quedo observándolo fijamente, este idiota algo trama.

—Pensé que nunca llegaría el día. El viejo disfrutó demasiado su era, pero ahora comienza la mía. —Mi padre era el rey de la mafia, el Pakhan Alexis Adán Sokolov. Se volvió jefe de la mafia a la misma edad que yo y gobernó de maravilla ese mundo—. Cómo admiro a ese maldito, Matt. La gente temblaba a sus pies, solo con oír su nombre el mundo se arrodillaba.

—Qué te puedo decir, era un hueso duro de roer, ja, ja, ja. Mi tío siempre será el mejor, y más vale que el nuevo Pakhan esté a la altura —responde Mateo.

—Estúpido engreído —le digo con una sonrisa.

En ese momento va entrando Sam Stolkou, jefe de la organización de los mejores guardaespaldas y asesinos, dueño de los hoteles Neutro que se encuentran en todo el mundo. Un hotel diseñado para que los mafiosos, asesinos, psicópatas y demás enemigos se refugien sin posibilidad de atacarse. Por un momento pensé que esto solo se veía en las películas de John Wick.

— Sam —le digo.

Es el más viejo de los guardaespaldas de nuestra familia y uno de mis sovetnik (consejero). Su imperio se basa en protegernos desde hace siglos, pero ahora se retira.

El viejo Pakhan se retiró también, por lo que sé, su hija tomará el mando para cuidarme o, mejor dicho, protegerme. Fue la primera hija, Xavier apenas tiene 15 años y está en la academia, por lo que su hermana mayor ocupa el puesto de consejera y guardaespaldas.

Muy ridículo, una mujer que tiene que proteger al jefe de la mafia, suena estúpidamente irreal.

—Señor, el carro está listo y el área despejada. Por cierto, señor, su nuevo guardaespaldas estará listo para mañana —me responde Sam.

—En serio, Sam, es una mujer, y por lo que escuché tiene 18 años, algo pequeña, ¿no crees? —le dice Mateo.

Volteo mis ojos al escuchar aquel comentario.

—Calla, Mateo, estoy seguro de que la chica hará muy bien su trabajo, porque viene de la mejor academia de asesinos. No por gusto su cabeza tiene un precio desde los 11 años —le digo—. ¿No es así, Sam?

La verdad, sigo pensando que es humillante que me cuide y que sea esa mujer, pero así lo dictamina el acuerdo con los Stolkou. Solo los o las herederas pueden cuidar al jefe de la mafia y tiene que ser el primogénito. Lo que me preocupa son sus enemigos.

—Sí, señor, estoy seguro de que hará bien su trabajo —me responde Sam.

—Sin embargo, ese puesto de guardaespaldas no me gusta para una princesa de la mafia, Sam. Tu hija tiene enemigos, los guardaespaldas deberían ser para ella —le digo algo molesto.

—Lo sé, señor, pero no tengo otra opción. Xavier aún está en la academia, pero cuando cumpla 21 años y se case, el puesto pasa a Xavier, señor —me dice Sam, un poco molesto también.

Sam pudo tener dos hijos y esos son Valeria Jelena Stolkou, o mejor dicho, la Reina Roja, y Xavier Mijail Stolkou. Fue difícil para Sam, pues su esposa murió en el parto de Xavier y desde ese momento se le complicó volver a encontrar una esposa. Sam es como un segundo padre para mí y él lo sabe muy bien. Pero sigo sin entender por qué a los 21 años ella se tiene que casar y con quién. He escuchado mucho de ella, la describen como una mujer que no le teme ni al diablo y, aun así, tiene muchos enemigos que reclaman su cabeza. Malditos locos. Ahora que salió de la academia tiene que estar bien protegida.

Desde que asumí el cargo de Pakhan, han empezado a salir las ratas de las alcantarillas que no están de acuerdo porque soy muy joven. En el primer día de mando, ya intentaron matarme. Los muy inútiles fracasaron. No por gusto me dicen El Halcón. Además de tener el mejor guardaespaldas, pero que hoy es su último día conmigo, y aparte de eso, tengo la mejor mano derecha, Mateo Sokolov, el mejor en el tráfico de armas y, por supuesto, mi mejor amigo y mi primo.

Llegamos a la discoteca Varsety, una de las tantas que nos pertenece. Llena, como siempre. Es una de las discotecas de alta sociedad que disponemos, o mejor dicho, una de las fachadas para hacer dinero y tráfico. Al entrar, se escucha Power Over Me de Dermot Kennedy. Esa canción, cada vez que la escucho, no sé, tiene algo que aún no puedo descifrar, pero me gusta.

—Adán, el área está despejada y nuestra sala VIP lista, por supuesto, con las mejores mujeres y el mejor whisky —dice Mateo.

Solo verlo cómo le brillan los putos ojos cuando se refiere a una mujer, esa es su perdición, pero la mía jamás. Una mujer que me gobierne sería algo vagamente estúpido, aunque pronto tendré que casarme y tendré también un heredero, quizás un matrimonio arreglado, aún no lo sé.

—¿Cuándo será el día que te dejen de brillar los ojos, Matt? —Solo me mira y se aleja.

El teléfono suena y escucho la voz de Gregory, el mejor torturador que tenemos.

Jefe, tengo información del hombre que tenemos en las mazmorras —me dice.

—¿Qué te dijo, Greg? ¿Ya habló el perro faldero o necesitas que yo me encargue? —le respondo rápidamente.

Lo que pude extraer fue lo siguiente: fue contratado para eliminarte, cosa que ya sabíamos, pero también para acabar con tu familia, para que no quedara ninguno. Pero él en particular solo se encargaría de ti —me dice rápidamente Greg.

—¿Quieres decir que hay otros cazando a mi familia en estos momentos? ¡Maldita sea! Solo esto nos faltaba —le respondo molesto.

Exacto. Lo mejor es que soltó el nombre: Castel Bianchi, Don de la mafia italiana —me confirma Greg.

—¡Puta madre! Ese maldito viejo, ¿cuándo carajo va a ceder el mando a su hijo?

Agarro la silla que tengo al lado y la estrello junto con el celular. En este momento quiero matar a alguien, a cualquier inútil que pase por delante y me mire, maldita sea.

—¡Tráiganme el mejor whisky que tenga! —le ladro al camarero.

En eso veo a una hermosa mujer parada, mirándome, estoy seguro de que presenció todo. Ojos esmeraldas, cabello corto negro, labios carnosos, de baja estatura, blanca como el papel. Se me queda viendo con esos ojos hermosos. Mateo pasa a su lado, la mira y me mira a mí, aun cuando estoy mirándola a ella.

—¿Qué carajo te pasó ahora, Gavrel? ¿Vas a ojear a la hija ajena? ¡Mierda

Mateo solo me llama por mi nombre cuando sabe que las cosas están mal. Ella aparta la vista y sigue su camino.

—Los malditos italianos, eso pasa, Mateo. Llama a Sam y dile que lo quiero aquí en 15 minutos —le respondo.



Orquídea Roja [ Libro#1 De La Orden]En Físico Where stories live. Discover now