CAPÌTULO XXXIV - GAVREL

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—Solo un momento aparté la mirada para dirigírmela a mis socios. Bastó un maldito segundo
para que ella tuviera a dos malditos jefes de la mafia encima de ella. En el momento en que
escuché su risa, supe que algo no andaba bien. Solo con voltearme y verla apuntando el arma, sentí que el mundo se me venía encima. Empiezo a dar órdenes.

—Pavel, pide refuerzos. Los quiero a todos aquí ahora mismo.

—Señor, son de Albania Rodrigo Albus y su hijo Obed Albus, los jefes de la mafia albanesa

—me dice Sara.

—¿Cómo es que están aquí? —digo con voz furiosa mientras camino hacia Valeria.

—Es un maldito evento privado, carajo. ¿Cómo es que están en la lista de invitados? —dice Emir.

—No lo sé, pero hoy les vuelo la cabeza a los dos.

Llego donde se encuentra Val y la atraigo hacia mí, posicionándola detrás de mí y apuntando mi Glock hacia ellos. Los demás están a mi lado, apuntando sus armas también. Les doy la orden a
mis guardaespaldas de que saquen a Valeria y la lleven a un lugar seguro.

—Luis y Pavel, pongan atención. Saquen a Valeria de aquí sin ningún rasguño. Ordenen a los
demás que la protejan. Yo tengo a los brigadieres conmigo.

—¿Y si la señora se niega, jefe? —responde Dimitri.

—Pues tienen mi permiso para cargarla al hombro y sacarla de aquí.

—Como ordene, Pakhan.

Observo cómo José jala a Valeria llevándola con el resto para sacarla. Hay disparos por todos
lados. Me enfrento contra Obed, su capo, y su anciano padre, pero no logro concentrarme hasta saber que Valeria está fuera del lugar. Al tratar de mirar para asegurarme de que está bien, una bala roza mi brazo. Debimos estar preparados y aun así estamos dando la batalla.

—Desearía tener unas malditas granadas para volar este maldito lugar —dice Leonardo.

— Te apoyaría, pero no quisiera morir en una explosión —dice Emir.

—Y ¿cómo quieres morir, cabrón? —le responde Obed.

—Imbécil, y a ti, ¿quién te metió en la conversación? Es que te digo que la gente se mete donde no lo llaman —le responde Kairo.

—Parcero, ya me dieron dudas de cómo quiere morir el idiota metiche —le dice John.

—Ja, ja, ja, todos ustedes son tan idiotas, jajajá —entre risas, Alessandro los insulta.

Ellos siguen disparando mientras discuten cómo quieren morir. Pienso que no sé cómo conversamos si a veces se nos sale lo cavernícola. Sigo disparando y en el momento en que tengo la oportunidad, me voy acercando y arremeto dándole golpes lo más que puedo, al igual que él hace al estar viejo. Golpea muy duro, el cabrón. Agarro mi Glock y cargo el cargador a Rodrigo. Ya es uno menos, solo tenemos que encargarnos de Obed. Aunque viéndolo bien, fue demasiado fácil acabar con el viejo. Obed no se inmutó en defenderlo, solo sonrió mientras le disparábamos a su padre.

—Sabes de lo que me has ahorrado, querido cuñado —grita Obed con risa.

—¿De qué estás hablando?

—La muerte del viejo decrépito que tengo como padre. Muchos años a su mando y que por su culpa perdiera a mi hermano.

—No entiendo —le digo, tratando de entender lo que me está diciendo.

—Si no lo matabas tú, lo mataba yo, así de sencillo. Pero necesito tomar venganza. ¿Verdad? Acabas de matar a mi padre.

—Gavrel, ten mucho cuidado —dice Kairo.

Orquídea Roja [ Libro#1 De La Orden]En Físico Onde as histórias ganham vida. Descobre agora