Capítulo X - Valeria

3.9K 245 1
                                    


Aún estoy tratando de asimilar el beso que me acaba de dar Gavrel, y además de eso, quiere probar las demás partes de mi cuerpo. Sigo en estado de shock por todo lo que está pasando. En ese momento pregunto por mis primos para saber cómo están.

—Se encuentran bien, pequeña. Están en el cuarto de abajo recuperándose —lo observo y sé que me tiene que decir algo—. Val, tengo que decirte algo y no aceptaré un no por respuesta.

—Dime, ¿qué pasa, Pakhan?

—Nos casaremos en un mes y medio, y no me importa si no estás de acuerdo, pero necesito asegurarme de que a mi lado estarás a salvo. Hoy casi te pierdo y es algo que no me puedo perdonar.

—Solo tengo 18 años y, si me caso contigo, ¿a quién pasará el mando de Queens? Xavier aún está en la academia y mi padre está muy viejo.

—Entonces buscaremos a alguien de confianza para que tome el puesto, pero nos casaremos en un mes y medio. Desde hoy te vienes a vivir conmigo —me dice, enojado.

Me preocupa quién tomará el mando de Queens si me caso con él, ya que mi hermano Xavier todavía está en la academia y mi padre está envejeciendo. Gavrel insiste en que encontraremos a alguien de confianza para ocupar el puesto, pero insiste en que nos casaremos pronto y que me mudaré con él.

—Está bien, pero no sé quién tomará el mando de Queens. Me has quitado todo, Gavrel. ¿Qué más me vas a quitar? Y aunque sea por mi bien, vuelvo y te lo digo, es mi pelea, no la tuya. Entiéndelo, por favor.

Él todavía está enojado y puedo ver las venas en su frente resaltadas.

—Ahora es nuestro, Val, entiéndelo tú. Eres mi prometida desde hace una semana. Te quiero aquí conmigo, aunque tú no quieras.

—¿Quién te dijo que no quiero ser tu esposa, Gavrel?
Él todavía está molesto por el atentado y piensa que no quiero casarme con él.

—No sé, pero es lo que siento. —Cambia de tema rápidamente—. Quiero saber por qué… Espera, es que aún no puedo creer que me mandaras cuatro guardaespaldas y tú vengas de niña mala a solo salir con dos. ¿Quién caraj...?

Antes de que pueda decir algo más lo interrumpo, besándolo nuevamente. Quiero evitar que se enfade más. Además, debo admitir que se ve más hermoso cuando está enojado. Sus labios tienen un sabor a menta y él, suavemente, sostiene mi rostro para profundizar el beso. Mi cuerpo tiembla al tenerlo tan cerca, sintiendo nuestros labios unidos.

—Val, vas a hacer mi jodida perdición.

—Y tú la mía, Pakhan. ¿Cuándo nos iremos de aquí?

—Cuando te sientas lista, pequeña.

Estuvimos dos días en la mansión de Gavrel, hasta que nos fuimos a Nueva York a su penthouse King. Tiene cinco plantas y cada una de ellas se utiliza para los guardaespaldas, armas y la oficina de Gavrel. Todas sus ventanas son de techo a piso, lo que garantiza una buena entrada de luz natural y una vista panorámica de la ciudad de Nueva York. Cada espacio del apartamento está equipado con aparatos de última tecnología y dispositivos automatizados. Desde cualquier lugar del apartamento se puede controlar todo, como luces, temperatura, entre otros. Incluso estando fuera del apartamento se puede controlar cualquier ambiente a través del teléfono u otro dispositivo que él tenga. Prácticamente es seguridad de la empresa de Sara, Security Smarts.

Lo primero que me llamó la atención de su penthouse es que es un apartamento único, que no tiene límites en términos de arquitectura, acabados y espacios. El color de las paredes, nunca había visto unas paredes en color negro con plata. Al principio pensé que eran grises, pero cuando me acercaba más podía ver bien los colores oscuros. Sea cual sea el color, era hermoso. La sala de estar y el comedor combinaban muy bien, tiene un gran espacio. La cocina luce elegante y es bastante espaciosa. Hay varias cacerolas de todo tipo y también varias colecciones de vasos, platos y cubiertos. Las paredes son de color gris con blanco y todos los electrodomésticos funcionan bien y son muy modernos. Siempre está ordenada, llena de luz y de olores deliciosos.

Los pisos son de madera dura, con un color más claro. Siempre estoy más cerca de la sala de estar o la biblioteca. Las cosas están un poco tensas, no nos hemos besado desde el día del atentado. Siento que está molesto conmigo aún.

Tengo mi cuarto aparte. Nos hemos topado cuando vamos a desayunar, almorzar y cenar. No hablamos mucho, pero el apartamento tiene una energía abrumadora. Se siente la tensión cada vez que nos topamos.
No he podido salir, ya que no me lo permite. Me siento más frustrada porque me siento inútil. Mi rutina es del cuarto a la sala para ver uno de esos programas y cuando me aburro, me pongo a ver una serie. Y cuando más me cabreo, me levanto y me dirijo a la biblioteca para leer un libro. Pero jodidamente esos han sido mis movimientos desde que llegué a su apartamento hace dos semanas.
Estoy en la sala cuando la puerta del apartamento se abre y veo a Gavrel entrar. Me mira fijamente por unos segundos y luego aparta la mirada.

—¿Hasta cuándo piensas tenerme como prisionera en este maldito apartamento?

Se gira para mirarme y decirme:

—Hasta que tus jodidos enemigos estén muertos, pequeña. Y te hayas recuperado del brazo.

—He estado aquí dos semanas encerrada como un perro, estoy harta. ¿No lo entiendes? Y ya estoy mejor. ¿Cuándo me vas a dar el lugar que me merezco? No soy un simple adorno.

Veo cómo acorta los pasos hacia mí, me levanto rápidamente y me muevo del sillón. Termina acorralándome en la pared.

—No eres una muñeca de vitrina, Val. Es decir, no eres un adorno. ¿Cuándo vas a entender que tu seguridad es muy importante para mí?

—Gavrel, nos casaremos en un mes. ¿Qué pasará después? ¿Me seguirás encerrando?

—No te mantendré encerrada, pequeña. Pero si tanto te aburre estar aquí, puedes venir al negocio conmigo. Tengo mucho trabajo que hacer y creo que dos cabezas piensan mejor que una, ¿no crees?

—Gracias, mi rey, por darme la oportunidad de ser su dama de compañía.

Se le forma una media sonrisa y vira los ojos. En ese momento, el timbre suena. Él se separa de mí, se dirige a la pantalla y maldice.

—¿Quién es? —le pregunto, y al ver que todavía no abre la puerta, me acerco y miro la pantalla. Es una mujer rubia bien vestida. Le pregunto nuevamente quién es.

—Nadie con importancia —me dice.

—Entonces abre la puerta —lo escucho maldecir. Ella entra y habla de una vez.

— Gavrel, ¿qué te pasa? Te he estado llamando desde hace dos semanas y no contestas. Cariño, quedamos de vernos y aún sigo esperando esa rica visita, cariño. —dijo. Alza la vista y me ve junto a él—. ¿Quién eres tú? —me dice, mirándome de arriba hacia abajo.

—Soy su prometida, ¿por qué? ¿Tienes algún problema con eso?

—Gavrel, tu prometido, ja, ja, ja. Él no tiene prometida, solo mujeres, querida. ¿No es así, Gavrel? —volteo a mirarlo y solo veo diversión en su rostro.

—¿Eres estúpida o te haces? ¿No ves el puto anillo en mi dedo o es que estás ciega? Conmigo no te metas, querida, que yo no entro a jalones, yo sí sé golpear.

Gavrel suelta una risa y yo lo volteo a ver. Se pone serio y le dice a la chica que se retire.

—Vete, Samanta. Tú y yo no somos nada y eso te lo dejé claro hace mucho tiempo. Y te pido que respetes a mi prometida. ¿Te quedó claro?

—¿Es en serio? ¿Me vas a cambiar por esta niñita estúpida? —Ella va a conocer el infierno por mí, porque la única persona que tiene el derecho a levantarme la voz es mi padre; con los demás lo arreglamos en el mismo tono.

La agarro por el cabello y la arrastro de nuevo a la entrada, y le digo:

—Mira, imbécil, primero que nada, me respetas. Tú y yo no somos iguales, y a mi marido no lo vas a volver a ver nunca más, porque en un mes será mío. Así que más te vale que te alejes de él si no quieres que te lleve de paseo al infierno.

La suelto, dejándola caer al suelo, y la veo protestar mientras se levanta.

—Esto me lo vas a pagar, maldita perra.

—Perra tu madre, y la próxima vez no te arrastraré hasta la puerta; te meteré un maldito tiro en la cabeza. ¿Comprendiste o te lo explico con detalles ahora mismo? —Mientras se aleja, escucho la risa de Gavrel.

—No soy tu payasa, Adán.

—Celosa, la pequeña. No te preocupes, que yo soy todo tuyo.

—Estúpido engreído.

Me alejo de él y me dirijo a mi cuarto mientras lo escucho venir detrás de mí. Me toma por la cintura y me dice al oído:

— Val, lo siento, pero no voy a esperar a que estemos casados, y yo sé que tú lo sabes.

Me sube a su cintura mientras estrella su boca con la mía, y nos besamos mientras me lleva a su cuarto y me deposita en la cama.

— Dime si no quieres, y me detendré, Val, te lo juro. Si quieres que esperemos semanas, meses o un año, lo haré.

—Para que te vayas con la zorra esa. Estás completamente loco. Hazme tuya, Gavrel, por favor, solo ten cuidado.

—Tendré todo el cuidado del mundo, corazón.

Aún no puedo creer lo que estamos a punto de hacer. Solo han pasado semanas y sé que nos falta mucho por conocer, pero necesito sentir su cuerpo con el mío. Además, ¿cuál es la diferencia, si en un mes estaremos casados y será mío?

Orquídea Roja [ Libro#1 De La Orden]En Físico Where stories live. Discover now