CAPÌTULO XXXVI - GAVREL

1.7K 123 2
                                    

Valeria está sentada en una silla junto a mi cama y se ha quedado dormida. Una gran sonrisa se
forma en mi rostro cuando miro su hermoso rostro.

Mi mujer tenía que estar aquí cuando despertara. Pude notar su mirada de angustia cuando el
imbécil me disparó. Cuando ella me pidió que me mantuviera despierto por ellos. Mierda, voy a
ser padre, joder, no lo puedo creer.

La habitación del hospital está oscura y vacía. Solo puedo escuchar los pitidos de las máquinas.

Me duele el brazo y la espalda. Miro alrededor, pero solo estamos nosotros y debe ser de madrugada. Tengo una maldita hambre y un antojo de perro caliente con mucho queso.

Moviéndome con cuidado porque me duelen las costillas de mi lado derecho por los golpes del viejo asqueroso, miro hacia donde está Valeria y veo en la mesa donas rellenas y un batido a
medio tomar. Intento alcanzarlos, pero no llego, así que decido despertarla para que se acueste
conmigo y me dé sus donas. La sacudo suavemente para despertarla y me vuelvo a tumbar en la cama, haciéndole espacio para que se acueste.

—Pequeña orquídea, sube aquí. No vas a seguir durmiendo en esa maldita silla que se ve

incómoda. — Valeria levanta la cabeza, restregándose los ojos para adaptarse a la oscuridad.

—Ehhh, no. Estás herido, Gavrel.

—Y tú estás embarazada. Levántate de esa silla ahora mismo o te juro que me levantaré y te llevaré a la cama.

—Pues no me moveré de aquí, te guste o no.

—Mira, Malysh, ahora mismo tengo un hambre de perro callejero y no estoy para esto, así que muévete de esa silla ahorita mismo o iré por él.

— Mierda, Gavrel, eres insoportable — veo cómo se levanta, agarra sus donas y su batido, y camina hacia la cama. Se acomoda debajo de las sábanas conmigo. La envuelvo con ellas y la atraigo hacia mi pecho. En este momento, necesito sentir su calor, sentir cómo late su corazón.

Apretando los dientes y tragándome un gemido de dolor cuando la aprieto demasiado.

—Te dije que estás herido, aunque lo disimules, sé que te duele. Estamos aquí contigo y no nos
moveremos, Gavrel. — se separa de mí para agarrar una dona y comérsela junto a su batido.

—Malysh, tengo una maldita hambre joder, dame tu celular para llamar a Gregory. —me lo
entrega y marco el número de Greg.

—Jefa, ¿pasa algo? — pregunta al contestar la llamada.

—Necesito un maldito perro caliente, Gregory. No solo uno, quiero cuatro, con mucho queso, y
una soda por favor.

—Ja, ja, ja, jefe, ¿es en serio lo que me estás pidiendo?

—¿Acaso notas que me estoy riendo? Mierda, Gregory, si no llegas en 15 minutos con lo que te
pedí, te mato.

—Joder, Pakhan, te odio. — antes de que le pueda responder, me cuelga. Valeria solo ríe después de presenciar mi discusión con Greg.

Observo cómo Val devora su caja de donas con una sonrisa en su rostro y me siento el hombre más afortunado del mundo por tener a la mujer más bella, fuerte e inteligente. A los quince minutos llega Greg con lo que le pedí y una expresión amargada en su rostro.

— ¿Y por qué esa cara? — le pregunto a Greg.

—De ser el ejecutor más temido, terminé formando una maldita fila para comprarte cuatro perros calientes, Gavrel. Dame una razón para no dispararte. — me dice Gregory.

—Soy tu maldito Pakhan, imbécil. — le digo.

—Cierto, tienes mucha razón. — me responde Greg con una sonrisa.

—Cálmense los dos, estamos en un hospital, no en su casa. — dice Valeria.

—Dame mi comida, que tengo hambre. — Greg me entrega lo que pedí mientras se da la vuelta para salir de la habitación.

—Estás insoportable, Gavrel. — exclama Valeria.

—Son las hormonas del embarazo. — le digo con una sonrisa.

—Jajaja, idiota. — me dice mientras sonríe.

Una vez que terminé de comer, mi pequeña empieza a murmurar, y en un lapso de unos

segundos se queda completamente dormida de nuevo. Paso mis dedos por su cabello; su calor y suavidad se filtran en mi piel. No sé qué he hecho para merecerla a ella y a nuestro bebé. La verdad, creo que nada. Quizás el destino esté siempre a nuestro favor o el hilo rojo que nos
enlaza, pero me aseguraré de merecerlos...

Me despierto horas más tarde, con unas malditas ganas de vomitar y con la luz del sol filtrándose por las cortinas cerradas. Ella aún sigue dormida. Se despierta lentamente,
frotándose la cara y estirando los dedos de los pies. Cuando finalmente me mira, le sonrío.

—¿Te sientes mejor? — pregunta Valeria.

— Mucho mejor. Dale un beso a tu hombre.

Me inclino para presionar mis labios contra ella. Sus labios siempre serán mi perdición y ella lo sabe todo de ella. Me vuelve loco. Le doy un beso lentamente y con solo besarla, ya estoy duro
como una piedra.

—Ni lo pienses, estás herido.

—Y tú, embarazada Malysh — me acerco para poder tocar tu vientre.

—Solo estoy de cuatro semanas — mis ojos se ablandan y le susurró al oído.

— Lo sé. Pero, aun así, quiero tocarte Malysh.

—No necesitas preguntarme eso Gavrel, eres su papá, estás en todo tu derecho. — Lentamente,
me mira a los ojos, agarra mi mano y la coloca en su vientre. Cierro los ojos pensando que este
fuera nuestro segundo bebé.

—Valeria, lamento habernos casado porque te hice pasar un infierno y sufriste por mi causa. Te
hice pasar por todo esto y sé que vendrá más. Has compartido el mismo destino, y de eso me
arrepiento. Pero sabes algo, Valeria, en este momento y en esta habitación, tengo que decirte lo
mucho que te amo.

Orquídea Roja [ Libro#1 De La Orden]En Físico Where stories live. Discover now