Capítulo XXI -Gavrel

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Cierro la puerta de la camioneta mientras veo cómo se aleja. Me doy la vuelta para dirigirme a mis dos socios y soldados. Tenemos que irnos ya para poder estar en el lugar a la hora acordada. Camino hacia ellos y aún sigo pensando en qué puede tener. Últimamente ha estado rara, bueno, desde hace unas semanas. No creo que sea lo que me estoy imaginando. No puede ser. Después trataré de averiguarlo.

—¿Cómo están? Hoy es un buen día para morir o para salvar, ¿ustedes qué creen?

—Vamos, Gavrel. Hoy todos vamos a vivir y vamos a traer a Alessandro - me dice Kairo.

—El pinche cabrón tiene que gobernar su territorio, y de eso nos encargaremos nosotros - indica Leonardo.

—Vámonos, que tenemos que estar ahí a la hora acordada. ¿Tienen sus audífonos puestos?

—Esto será muy divertido, ¿no lo crees, Gavrel?

—Puede que sí, Leonardo. Por lo que veo, tienes muchas ganas de explotar todo el paso por donde camines.

—Vamos, Gavrel. ¿Por qué esa cara? ¿Es por tu esposa? La verdad es que notamos que está rara. Ella no es así. ¿Qué le hiciste?

—Cállate, Leonardo. No sé qué tiene, pero algo en mi maldito corazón frío me dice que puede ser.

—A veces la cabeza piensa, pero el corazón sabe, Gavrel.

—Vamos, Kairo. Tú y tus frases filosóficas. Somos mafiosos, gobernamos el maldito mundo. No me digas que una mujer nos puede doblegar de esa manera.

—Cállate, jefe. Estás hablando del Pakhan de la mafia rusa y su esposa.

—Cállate, Juan. Nadie te metió en la conversación.

—Mierda, cállense todos y déjenme en paz. Mierda, hablan de mí como si no estuviera aquí.

—Ya terminaron su charla amorosa porque es hora de organizarnos—dice Mateo por los audífonos. - Ok, Leonardo, tú estarás esperando en Arch St & 8th St. Kairo, tú esperarás en 7th St & Arch St. Mientras tanto, Gavrel emboscará apenas salgan de la corrección. Tienen que estar listos. Solo serán 15 minutos. Los demás estarán esperando el ataque. Apenas suelten el primer disparo, ustedes defienden. Los perseguirán, pero no se dejen atrapar.

—Yo estaré interviniendo las llamadas de refuerzo y los semáforos. Seré sus ojos y oídos en el camino. Aún Castel no ha hecho acto de presencia, pero lo hará, ténganlo por seguro. Ahora los espero en su ubicación en dos horas. No puede haber fallas, porque el mínimo error significa que todo lo demás fallará. Jefe, ella está con nosotros, pero siento que es mejor que no esté aquí. No se encuentra bien. —me dice Sara.

—Sara, será mejor que te calles. Aquí me quedaré, ¿entendiste? - responde Valeria.

—Sí, jefa. Como ordene. —mi mente se relaja al saber que tiene algo de fuerza después de lo de enante.

—Ok, nos vemos en el punto de encuentro dentro de una hora. Cuiden sus malditas espaldas, chicos.

Cada uno toma su ruta para llegar al lugar acordado. Aún no mantenemos contacto, debatiendo cada detalle. El viejo Castel no da señales y eso es raro. Tengo dos carros detrás de mí, son mi seguridad. Tenemos rodeado el centro de detención. No hay forma de que puedan llevarse a Alessandro. Solo sobre mi cadáver, eso no hay duda. Ya casi estoy en posición, esperando solamente la salida de Alessandro. Cada uno se ubica en su posición y llega la hora de la acción.

—La puerta se abre y salen los dos primeros carros. Luego el tercero, en ese debe estar el don Alessandro. Después salen los dos últimos coches.

—Confirmado, Alessandro está en el tercer carro blindado. Pakhan, es hora de que entres - dice Sara.

Orquídea Roja [ Libro#1 De La Orden]En Físico Where stories live. Discover now