Capítulo V - Valeria

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4 años antes.

Valeria Jelena Stolkou.

—Copo, es hora de irse, hija —puedo escuchar a papá.

Es momento de que ingrese a la academia donde van todos los hijos de mafiosos para volverse más fuertes. Es el único lugar donde no se pueden tocar a los herederos. Fue fundado por Edward Zúñiga, ex militar del año 1770. Creó la academia Snow para que desde los 15 años fueran entrenados para proteger su legado. Es permitido desde lo más legal hasta lo más ilegal. Se suponía que Xavier debería haber nacido primero que yo, pero aquí estoy, siendo la primogénita y futura heredera, la única princesa de la mafia. Papá es el concejal de Queens y lo será hasta que el nuevo Pakhan cumpla 26 años y, a partir de ahí, yo ocuparé su lugar.

—Estoy lista, papá. Estás más nervioso que yo. No estaré sola, estaré con Sara.

—Lo sé, mi niña. Cómo me hubiera gustado que no tuvieras que pasar por esto, por eso siempre fuiste entrenada desde los 6 años, para que estuvieras lista para este momento.

Cuando cumplí 6 años, empecé defensa personal con Christopher. Me enseñó cómo defenderme, cómo usar un arma y manejar un cuchillo. Me enseñó todo lo que se basa en este mundo ilegal. Desde ahí supe que mis vestidos y muñecas iban a ser cambiados por un chaleco antibalas y un arma. Saber que no debía confiar ni creer en nadie, porque cuando menos me lo esperaba, podrían apuñalarme por la espalda.

A los 8 años, ya sabía varios idiomas, pero mi favorito era el español. Lo hablaba perfectamente bien. Viajé a varios países latinoamericanos, pero mi favorito fue Panamá. Posee el famoso Canal de Panamá construido por estadounidenses, panameños y franceses. Sirve a 180 rutas marítimas que conectan 1.920 puertos en 170 países de mercancía. Solo lo utilizamos en casos de emergencia, cuando es un envío demasiado peligroso.

A los 11 años, ya sabía perfectamente cómo defenderme y utilizar un arma. Recuerdo que Queens tuvo un atentado en uno de los burdeles de papá, donde se llevaba a cabo una operación para el traslado de nuevos armamentos para el Pakhan Alexis.
Me encontraba con papá en ese momento. Quería que pudiera aprender todo sobre eso. En ese momento, atacaron y se escucharon disparos por todos lados.

—Christopher, cuida a Valeria. Hija, sabes usar un arma. Si alguien se acerca, disparas. Que no te tiemble la mano, porque a ellos no les temblará para matarte —me dice mi padre.

—Sí, papá —lo observo alejarse hacia la parte trasera del burdel. Christopher se encuentra a mi lado. En ese momento entran cuatro hombres al cuarto donde nos encontramos.

—Princesa, recuerda todo lo que te he enseñado —me dice Chris. Se levanta disparando al primer hombre que va entrando y acaba con el segundo. Se escuchan más disparos. No son solo cuatro, son más. Me levanto y veo a dos albaneses entrando y me dirijo hacia ellos. Veo cómo caen al suelo. Acabo de matar a dos personas. Sabía que algún día sucedería, pero no en este momento.

—Vamos, princesa, no es el momento. Tienes que reaccionar —me abraza Cris, dando la espalda a los enemigos. En eso, veo entrar a uno y apuntar a Cris. Alzo el arma y apunto hacia él, soltando todo el cargador de mi Glock. Desde ese momento, no fui la misma niña. Me convertí en el monstruo que ellos querían.

Después de esa emboscada, mis manos estuvieron manchadas de sangre y mi apodo empezó a circular por todos Estados Unidos: «La Reina Roja», la niña que mató a tres hombres con solo 11 años. Los albaneses me querían muerta; aún me quieren muerta.
A los 15 años, estaba cubierta de sangre. Me tocó presenciar momentos difíciles donde hombres de mi padre morían y eran torturados, donde nuestros enemigos caían y también eran torturados por nosotros. A los 14 fue mi iniciación. Siento que fue difícil para papá, porque no es la vida de una princesa y lamentablemente fue la que me tocó a mí por ser la primera hija.

A veces uno piensa que la vida es color de rosa, pero no es así. No hay un mundo bonito, el mío no lo es. Está lleno de sangre y dinero sucio. Cada cabeza es un mundo y en el mío solo hay sufrimiento y dolor. Si tuviera que elegir entre esta vida de lujo que al final solo trae muerte o no haber nacido, hubiera preferido lo último, pero no tuve opción de elegir.

Salgo del cuarto con papá. Xavier y Cris están esperando afuera.

—El jet está listo. Recuerda ser la mejor de las mejores. Si necesitas algo, llámame. Y recuerda esto: eres la hija del concejal de Queens, la única mujer que gobernará el imperio Stolkou hasta que cumplas 21 años.
Puedo sentir cómo Cris se tensa a mi lado. ¿Qué quiso decir con «hasta que cumplas 21 años»?

—Eres la única princesa de la mafia rusa. Tu cabeza tiene un precio, hija. Ellos allá adentro lo saben y no te temerán a menos que noten miedo en ti.

—No estarás sola —me dice Cris—. Estarás con Sara y los hijos de los demás brigadieres de Nueva York. Te deben lealtad, pues Queens está por encima de todo para ellos. Igual, solo estarás con ellos este año, ya que todos tienen 18 años y se graduarán.

Al llegar a la academia, me despido de Cris y papá para ingresar. Sé que comparto cuarto con Sara. La academia está dividida en alas. Nosotras estamos en el ala A, donde se encuentran todos los mafiosos. En el ala B están los millonarios de empresas, y en el ala C están los Contrabandistas de Diamantes de Sierra Leona y otros países.
—Sara —grito.
La veo parada hablando con el brigadier heredero de Manhattan, Gabriel Romanov. Su familia se encarga del tráfico de drogas. Es alto, de cabello rubio, ojos verdes, piel blanca y está en forma.
—Val, estás aquí. Estaba tan ansiosa de verte.
Sara Santos. Su familia se encarga de espiar a los enemigos y hackear cualquier información. Son conocidos como «Los Silenciosos». Sara es alta, de cabello largo y rizado de color rojo, piel blanca y ojos azules.
—Acabo de llegar. No está nada mal el lugar. —Volteo a mirar hacia donde está Gabriel y lo saludo.
—Princesa, es un placer conocerla —dice Gabriel. En eso veo que se acercan tres chicos que, según sé, son los demás brigadieres herederos; de Brooklyn, Stefan Salvatore; de Bronx, Marcos Kim; y de Staten Island, Liam Payne. Y mierda, no sé si este es el paraíso, porque si hablamos de belleza, esto pareciera el Olimpo.
—¡Vaya, vaya! Si no es nada más que nuestra Reina Roja —dice Liam. Su familia se encarga del lavado de dinero. Es alto, de cabello negro, ojos color chocolate y un cuerpo tonificado perfectamente.
—Cállate, Liam. Debes mostrar respeto. Su concejal es nuestro brigadier de Queens y manda después del Pakhan —observo detenidamente a Stefan. Los Salvatore se encargan del tráfico de armas. Stefan también es alto, de cabello castaño, ojos color miel y tiene un cuerpo bien definido
—. Espero que te cuides muy bien, printsessa. Este lugar te hará conocer las dos caras de nuestro mundo: el lado bonito y el lado feo. Estaremos contigo solo este año, necesitas reforzar lo que ya sabes. Nuestro futuro Pakhan necesita al mejor concejal, y según lo estipulado en el acuerdo, siempre será un Stolkou, no importa si es una mujer. —Marcos es el más sincero de todos. Su familia se encarga de manejar los burdeles y casinos, donde la familia Payne lava el dinero. Es increíblemente alto, de cabello rubio rizado, ojos verdes y tiene el mismo cuerpo tonificado que los demás.
—Sé cómo es este mundo. Sé que mi cabeza tiene un precio y que los enemigos que quieren mi cabeza aún no han dicho por qué. Yo sé que ellos están aquí. Ser la única princesa de los brigadieres es algo que no pedí, pero me tocó. Sé cómo cuidarme. Mis manos están manchadas de sangre desde los 11 años, y eso ellos lo saben muy bien —se quedan mirándome fijamente.
—Vamos, chicos, dejen a Valeria. Recuerden que seremos su sombra hasta que nos vayamos de aquí, así que enseñémosle todo lo que debe saber —dice Sara. Le sonrío, ella me lleva tres años pero siempre hemos sido unidas. Cuando ella se gradúe, su deber será ser mi sombra, ya que Cris se convertirá en el guardaespaldas de Xavier. Pero hasta entonces, Sara trabajará en su empresa hasta que yo salga de aquí.
Al año siguiente, ellos se graduaron y se fueron. Me enseñaron todo lo que me faltaba por conocer y me cuidaron como a una hermana pequeña, ya que era la única mujer en los cinco estados que gobernaba cada uno de ellos. Durante los últimos dos años, di batalla y pelea en la academia, donde el odio fluía constantemente. Aun así, logré posicionarme como la mejor de la academia y confirmaron que mi apodo era merecido. Los albaneses que llegaban cada año siempre me buscaban problemas, pero pude solucionarlos rápidamente. Cuando cumplí los 18 años, sabía que el infierno me estaba esperando. 

Orquídea Roja [ Libro#1 De La Orden]En Físico Where stories live. Discover now