Capitulo IV - Gavrel

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Mi celular suena, despertándome al instante. Me levanto y tomo la llamada. Es mi padre quien me está llamando.

—Gavrel, el consejo necesita hablar contigo. Es un tema de suma importancia y creo que no te agradará, pero me imagino que ya lo debes suponer —dice mi padre.

Solo de escuchar la palabra «suma importancia», sé a qué se refiere: mi matrimonio. Necesito casarme y tener al futuro heredero para que, a sus 26 años, gobierne la Bratva. Eso requiere una esposa, y el matrimonio tiene que ser cuando cumpla los 29 años.

—Entiendo, el consejo lo solicita, ¿no es así? Estaré allí en una hora —le digo.

Me levanto de la cama para darme una ducha. No pude dormir bien anoche, pensaba en ella. Se ve tan delicada para ejercer esa profesión de guardaespaldas y brigadier. También, mi cabeza giraba en torno a por qué nos quieren muertos. Han pasado años desde que el acuerdo se firmó para poder estar en paz, y alguien acaba de incumplirlo. Salgo del baño y busco qué ponerme. Opto por el traje negro de Armani. Escojo mi Rolex Mercurio, uno de los más antiguos con gran valor sentimental, pues pasa de generación en generación. Me pongo los zapatos y, esta vez, decido no ponerme corbata.

Al salir del cuarto, me dirijo a la sala y escucho el timbre sonar. Me acerco y observo en la pantalla para ver quién es. Es Mateo, y a su lado están Sara y Valeria. Abro la puerta y los recibo en la sala.

—Buenos días, jefe —dice Valeria, al igual que los demás.

—Buenos días. Mi padre me ha convocado a una reunión en una hora. Sara, ¿pudiste averiguar lo que te pedí?

—Sí, señor. Castel Bianchi se encuentra en terreno italiano, fuera de Nueva Jersey. Su hijo Alessandro está en terreno estadounidense, pero, según mis informantes, no lo han visto. No he podido contactar con él. El asesino que fue contratado para eliminarte es ruso, lo que quiere decir que el día del ataque él ya tenía o sabía información sobre ustedes —me dice Sara.

—Eso quiere decir que los demás asesinos también pueden ser rusos, ¿no es así, Sara? —dice la pequeña orquídea mientras la observo, es demasiado inteligente.

—Sí, jefa. Puede que sean hombres del señor Gavrel. Lo están traicionando —le responde Sara.

Mi padre sabía que hace unos meses alguien estaba vendiendo información de nuestra mercancía, pero no hemos descubierto quién es el sapo. La mercancía que había sido enviada a los mexicanos terminó en una redada a medio camino por la DEA, fue una pérdida de 1.5 millones de dólares y varios de nuestros hombres fueron capturados.

Cuando asumí el mando hace unos días, un cargamento de armas dirigido a los japoneses terminó en pérdida, 2.5 millones de dólares para ser exactos y aún no encuentro el maldito cargamento y tampoco sé dónde fueron a parar mis hombres, ni se han encontrado sus cadáveres. Aparte de eso, intentaron matarme cuando me dirigía a una exposición de arte en Nueva York. Por suerte, pude salir ileso de ese ataque.

—Ok, sabemos que los asesinos son rusos y que puede que tengamos a alguien que nos haya traicionado, así como también tiene que ser la misma persona que está dando información sobre nosotros y nuestros envíos.

—Puede que sea uno de tus brigadieres jefes. Recuerda que todos nosotros tenemos información sobre los envíos y encargos de la mercancía que se va a enviar —me dice Mateo.

Orquídea Roja [ Libro#1 De La Orden]En Físico Where stories live. Discover now