CAPÌTULO XXXIII - VALERIA

1.8K 124 1
                                    

Saben quién soy, pero no me importa. Soy la Reina de reinas, la Reina Roja, y jamás bajo la
mirada. En eso, Gavrel me dice que va a saludar a la orden que se encuentra en una esquina conversando, con todas las miradas puestas en ellos.

Yo me dirijo al bar para pedir una botella de agua. Últimamente tengo demasiada sed.

Afortunadamente, no tengo muchos síntomas, pero Gavrel sí los tiene. Parece que está a punto
de soltarse un tiro porque le ha cogido asco a su whisky favorito. Me acerco al lugar y tomo asiento. Adán siempre está pendiente y no me quita la mirada de encima. Aun así, mantengo a las chicas a cierta distancia.

—Me da una botella de agua, por favor.

—Como ordene, señora Sokolov.

Adán aparta la mirada y la dirige hacia sus amigos para continuar con su conversación. En ese instante, puedo sentir cómo alguien se sienta en el puesto de al lado.

—Quien diría que la vida nos pondría en el mismo camino, printsessa—mi cuerpo se tensa. Es

albanés, pero trato de disimularlo — me lo dice un señor de unos 69 años que se encuentra al lado de uno de unos 28 años, más o menos.

—No los conozco. No se podría decir que el destino nos puso en el mismo camino, ¿no creen?

—Yo sí, creo, printsessa. Sabes, todo este tiempo hemos estado observando cómo vives tu vida.

La niña de once años que mató a uno de los herederos de la mafia de Albania, rezando a todos los jodidos dioses para que alguno te tuviera enfrente—dice el viejo.

—Y qué buenos fueron, ¿verdad? Porque aquí estoy, enfrente de ustedes. ¿Qué quieren?

—Quiero que vengas con nosotros, printsessa. Albania necesita una reina para gobernar. Vienes con nosotros o correrá sangre.

Me rio tan fuertemente que siento que todos quedan en silencio. En eso, saco mi arma de mi entrepierna y apunto al más viejo, a lo que las muchachas sacan la suya y también lo apuntan, rodeándome al instante. La gente sale corriendo y solo quedamos todos los mafiosos en la sala del evento. No sé cuándo, pero siento a Gavrel maldecir, dar órdenes y caminar hacia mí.

—Tienes más agallas que ciertos hombres, printsessa, pero ya te lo dije, te irás con nosotros o correrá sangre.

—¿Crees que tienes el derecho de acercarte a mí y decirme que me tengo que ir contigo? De verdad, eres estúpido o te haces. —siento cómo Gavrel me jala hacia él, apuntando su arma hacia el desconocido.

—Eres jodidamente estúpido para acercarte a mi esposa como si nada. ¿Acaso no te enseñaron a
respetar lo que no te pertenece, Rodrigo?

—¿Y quién te dijo que no me pertenece? Al fin y al cabo, lleva mi sangre. –siento cómo se me
eriza todo el cuerpo. Es Rodrigo Albus y Obed Albus.

—Como les decía, la printsessa viene conmigo por las buenas o por las malas. Tú decides, Gavrel.

—Sobre mi cadáver, Rodrigo. Estás lejos de casa y estás cavando tu propia tumba. Solo atrévete a quitarme la única luz que puedo ver, y yo te haré ver la maldita oscuridad en la que vivo sin ella. —le responde Gavrel.

—No iré a ninguna parte contigo, primero muerto. Jamás me pondrán un dedo encima.

Empiezan a llegar más hombres de él, pero tenemos la ventaja. Gavrel me tiene agarrada de la mano mientras los dos apuntamos hacia Obed, él sigue dando pasos más cerca de mí.

—Un paso más y te vuelo la cabeza —le dice Gavrel.

—Si no es hoy, puede ser mañana, pero sé que te tendremos. —dice Rodrigo.

Gavrel me tira hacia atrás de él y les dice a todos que me protejan y me saquen de aquí. Puedo ver cómo Kairo, John, Leonardo, Alessandro y Emir se posicionan al lado de Gavrel y apuntan hacia Obed. En eso escucho un disparo y la maldita balacera se forma en cuestión de segundos.

Los brigadieres y los capos corren a proteger a sus jefes. Estoy rodeada de los guardaespaldas de Gavrel y los míos. En estos momentos me siento estresada y aún mantengo mi arma en mi mano y la otra en mi vientre mientras mis guardaespaldas disparan en todas direcciones.

Cada vez llegan más, apunto hacia los hombres que se acercan y disparo. Mi gente sigue disparando, en eso veo cómo Marianela agarra a uno de los hombres y le entierra una navaja,
hunde la hoja completamente en el pecho del hombre. Él da un grito agonizado y veo cómo abre
sus ojos, está cogido del dolor.

Quiero vomitar toda mi vida, pero me aguanto porque no es el momento. Marianela saca el cuchillo y lo vuelve a enterrar, lo vuelve a sacar y usa al mismo hombre como escudo mientras
se abalanza hacia otros.

Milagrosamente se mantiene alejada de mí mientras sigue disparando.

Observo dónde están los demás y veo cómo Gavrel tiene la camisa manchada de sangre. Me dirijo hacia él.

— Jefa, cada vez llegan más albaneses, no sabemos de dónde carajo salen. Necesitamos sacarla
de aquí o el Pakhan nos matará a nosotros. –dice Pavel, posicionándose a mi lado.

—Valeria, todavía estamos bien. Aún podemos sacarte de aquí. Si siguen llegando más enemigos, no podremos sacarte. Vienen directo hacia ti y si no fuera por la orden y su gente, ya estaríamos muertos. —dice Mileyka.

—El Pakhan está en una batalla de disparos con Rodrigo y Obed. Si sigues aquí, serás una jodida distracción para él, comprende. –me dice Dimitri.

—No puedo dejarlo solo. Soy su esposa, concejal y, aunque él no lo quiera, seré su maldita guardaespaldas nuevamente. Así que más vale que me sigan o yo misma les meto un tiro en la
cabeza a cada uno.

Todos empiezan a seguirme mientras me muevo hacia donde se encuentra Gavrel. Más gente comienza a atacarnos y nos estamos quedando sin municiones. En eso, veo cómo le disparan a
Andréi y cae al suelo al mismo tiempo que Edward. Grito al ver a mi primo en el suelo y a uno
de mis soldados. Miro hacia adelante y disparo al que mató a Andréi, le suelto dos tiros y me
agacho para acercarme a Edward.

—Pequeño copo, debes salir de aquí o no podremos mantenerte con vida. Disculpa por no poder
seguir cuidando de ti y del Pakhan.

—Vamos, Edward, aguanta un poco más. —su mano se desliza de la mía y acabo de perder a una de las personas más importantes para mí. Le cierro los ojos y le prometo que volveré por su cuerpo.

—Vamos, copo, tenemos que llegar al Pakhan. —me dice Sergei.

Orquídea Roja [ Libro#1 De La Orden]En Físico Where stories live. Discover now