Capítulo XXV - Gavrel

2.1K 140 2
                                    

Cuando la vi entrar a la habitación, pude notar la tristeza y la rabia acumulada en sus hermosos ojos. Miré fijamente su vientre, esperando ver el evidente embarazo, pero por un momento dudé y pensé que tal vez me había equivocado, que nunca estuvo embarazada. La escaneé de pies a cabeza y me detuve en su rostro, notando pequeños moretones y raspones que ya estaban curados. Algo le había sucedido, pero ¿por qué papá y Mateo no me lo habían dicho? Solo mencionaron que tenía que hablar con ella sobre algo muy importante.

Por un momento, sentí que mis sospechas eran ciertas. Un malestar y una rabia se apoderaron de mis venas, ansiando nombres, deseando saber quién se atrevió a tocarla mientras yo estaba en coma, quién fue el idiota que le arrebató la sonrisa que siempre llevaba consigo.

Maldita sea, esto no está bien. Necesito venganza, necesito volver a tener mis manos manchadas de sangre. Le pregunto quién lo hizo, quién fue el responsable, y le prometo que me deleitaré alimentando a mis halcones con el cuerpo de esa persona. Pero en su rostro, veo lágrimas que nunca pensé presenciar.

—Lo siento tanto, no pude cuidar de él o de ella —me dice con tanto dolor, y maldita sea, siento que si no me mataron aquel día, definitivamente lo hicieron ahora.

—Ven aquí, cariño —se acerca llorando y sollozando—. ¿Qué pasó? ¿Quiénes fueron?

—Hace un mes, nos emboscaron cuando venía a visitarte. El auto en el que iba fue embestido por el de los italianos. Te juro que intenté protegerlo, pero no pude, Gavrel. Cuando desperté en el hospital, lo había perdido. Lo siento tanto —con el rostro lleno de ojeras y la mente llena de pensamientos, luchando por no quebrantarse frente a mí, le respondo.

—No fue tu culpa, pequeña. Hiciste todo lo que pudiste. Ahora permítete llorar todo lo que has retenido, suéltalo todo, Malysh. Estaré aquí para ti. Prometo no dejarte sola nuevamente.

—Siento que me arrancaron un pedazo de mí. Por más que intento ser fuerte, no puedo. ¿A quién puedo culpar por mi pérdida? Él me lo dio, pero también me lo arrebató. Peleé mis batallas yo sola.

Siento cómo se me oprime el pecho al escucharla. Ella es una persona fuerte y pudo haber sonreído con el corazón roto, pudo haber llorado en silencio y luchado sus batallas sin que nadie supiera. Mientras tanto, yo estuve postrado en una cama de hospital, durmiendo plácidamente, mientras ella sufría. Hay algo que no quiero preguntar, pero necesito saberlo.

—Cuantos meses tenías Malysh. —me mira con lágrimas aun saliendo de su rostro y se ve tan frágil.

—Tres meses, de verdad debí decirte apenas saliste por esa puerta para que tuvieras un motivo más por el cual regresar y cuidar, pero me lo mantuve para mí y no te di la oportunidad de saberlo mientras aún estaba conmigo.

Me quedo mirándola, con las lágrimas aún surcando su rostro y su fragilidad tan palpable. Su repuesta me golpea como una bala, siento como si me hubieran disparado de nuevo, como si una daga estuviera siendo enterrada en mi pecho.

— Disculpa por no haber estado allí para ustedes.

—Sabes, a veces pienso que estoy acostumbrada a resolver mis problemas por mí misma, pero de vez en cuando necesito escuchar que puedo enfrentarlo todo, aunque en el fondo sé que no puedo.

—Saber disimular el dolor no significa que no duela. No necesitas hacerlo, no lo disimules, porque nunca te juzgaré. Podemos gobernar el mundo, Malysh, —pero siempre seré tu maldito hombro en el que puedas apoyarte y sacar ese dolor —siguen cayendo lágrimas por sus mejillas, su herida pudo haber sanado, pero ya no es la misma.

—Sabes cuál es el problema, que no vas a poder entender por qué un día todo me afecta y al otro todo me da igual. Tal vez dirás que estoy loca, pero es así, cuando algo me duele, me cierro completamente y parece que estoy enojada. Y joder, sí, estoy enojada, y mucho. Pero solo soy yo, Gavrel, y me estoy protegiendo.

—No necesitas protegerte de mí, porque yo seré el escudo que te proteja. Y te juro por nuestro hijo que lo mataré de la manera más dolorosa. Créeme, desperté con una sed de sangre inmensa.

—Necesitas descansar y luego irás por él.

—Oh, te aseguro que no necesito descansar, pequeña. No habrá descanso para mí en esta vida, tal vez en la siguiente —la acerco para darle un beso que diga que estoy aquí para ella y que su vengador ha llegado.

Mientras nos abrazamos, sé que hay un largo y oscuro camino por delante. Pero juntos, enfrentaremos cualquier adversidad. Prometo ser su fuerza, su apoyo y su protector, y haré todo lo necesario para que encuentre la paz y la justicia que tanto necesita.

Orquídea Roja [ Libro#1 De La Orden]En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora