XII

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Promesa

No dijo nada, se quedó callada mientras que los cachorros jugaban a los pies de los dos con ligeras mordidas en distintas partes de su cuerpo.

—Vez, juegan en son de ataque. Así es su vida y así seguirá siendo porque son crías, además si te fijas bien sus padres no están haciendo nada, eso significa que los están educando bien —explicó

Entendía eso a la perfección, aun así, no le convencía mucho, pero no podía decir nada, no podía opinar o hacer algo, de él dependía su estadía.

Aún más, cuando tenía más dudas, uno de los cachorros la sacó de su aura porque se golpeó con sus piernas, el pequeño lobo la observó por encima y luego empezó a jalar su vestido, ella lo cargo y el lobito empezó a mover su colita.

Lo abrazó contra su pecho y acarició su pelaje.

Quedándose quieto, encariñado con ella, lambiendo su muñeca y sus dedos.

Se removió un poco hasta encontrar una posición cómoda en sus brazos y abrazarlo.

Duncan sólo observaba esa dedicación, esa confianza entre los lobos y los cachorros con una humana, estaba tan cómodo que no quería alejarse de su calor.

Lo que más le sorprendió fue ver al lobo dejarse acariciar por ella, usualmente atacaban sin control.

«Ella es la descendiente de Azrael, es natural que tenga una conexión con ellos, pero nunca me imaginé que sintieran tanta confianza con una humana recién llegada. Esto es realmente impresionante; sólo debo mover las fichas del ajedrez y podré acabar con él». Pensaba con cierta superioridad en su rostro

Ella se fijó en su expresión y se dio cuenta del interés que sentía, hizo una mirada tensa y así descubrir qué era lo que quería.

No le gustó mucho esa mirada, se sintió un poco incómoda, trago en seco y sus ojos se pegaron en los del pequeño lobo en sus brazos, su madre se acercó a ella, acostándose a su lado y sacando la lengua empezó a respirar de una manera acelerada.

El otro cachorro empezó a jugar con ella y a sus ojos le pareció tierno ver como aquella cría jugaba.

Duncan no podía perder tiempo con ella y por eso haciendo un sonido con la garganta atrajo su atención.

—Violet, ahora que sabes todo necesito que me prometas algo —comentó y eso la llenó de duda

Hasta ahora se conocían, ¿ y pretendía que le prometiera algo?

—No puedo hacerlo, no puedo prometer algo cuando ni siquiera conozco nada de usted o de este mundo

—Esa es la mejor parte, lo que quiero que prometas es que nunca dejes la manada y te quedes aquí, es lo único que deseo —su voz fue suave he hizo una mirada cautivadora

—¿No puedo volver a mi mundo? —inquirió

—No, aun no, mira esto es complicado, pero propongo que te quedes aquí al menos unos seis meses —dijo y sus ojos se abrieron bastante

—¡Seis meses! —mencionó casi gritando, levantando al lobo que tenía en los brazos

—Sé que es mucho tiempo, pero es lo único que pido

No le convencía, pero no podía hacer absolutamente nada, chasqueo la lengua y dobló el ceño.

Soltó un suspiro y miró al alfa con desconfianza, él tenía esa mirada cautivadora que le molestó.

Dejó al pequeño en el suelo con su madre, se acercó a él y se paró en frente con el ceño fruncido.

—Cinco meses y ya —extendió su mano para que él alfa la estrechara

Una maldición de sangre y dolor Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora