XXII

205 29 0
                                    

Conocer

En la mañana como muestra de su amabilidad le permitió ir acompañada de los dos lobos que había conocido, eran hermosos, seres cuyo pelaje y dientes eran peligrosos pero muy lindos.

Duncan no se alejó de ella en ningún momento, caminaba a su lado junto con los dos lobos que la brindaban protección.

El olfato de Duncan se miró perturbado dado que el aroma de su acompañante era similar al de los lobos de su manada.

No sabía qué fenómenos le habían implantado, pero su aroma lo llenaba de un éxtasis increíble.

Simplemente imperceptible, y remotamente satisfactorio de oler, Adara se había esmerado bastante escogiendo un perfume que tuviera lo que hacía a los lobos... lobos.

Era normal ver a los animales pasearse por las calles y a sus dueños detrás de ellos sus ojos siempre observaban a los alrededores, viendo la arquitectura del lugar, sus calles y más que nada, el gentilicio.

Los niños lobo que se paseaban era lo que más le llamaba la atención, tuvo la oportunidad de ver a los bebés, pequeñas criaturas con garras desde pequeños y colmillos con las orejas puntiagudas.

«Me podría imaginar cualquier cosa, menos estas… los niños lobo… son feos» opinó en su meten estudiando las facciones de cada infante

Duncan miraba atento a sus movimientos, interesado en su expresión curiosa que no dejaba de sacarle una sonrisa.

Sonreía regularmente mientras la miraba, los lobos que caminaban a su lado no la dejaban llamando su atención, pero sin prestarle mucha importancia.

Miro un punto fijó en el cual se quedó distraída por largo rato, llamando la atención del alfa pues no se movió aunque la obligara.

Sus ojos se posaron al lugar que observaba y no lograba mirar lo que ella veía, por ende seguido de una desconfianza se la llevó tomándola del hombro con fuerza cambiando de ruta.

—¿Por qué cambiamos la ruta? —cuestiono

—No me pareció conveniente seguir por ese camino, además te viste distraída, ¿viste algo que te incómodo? —su tono voz fue tan profunda y gruesa que sonaba intimidante

Violet negó con la cabeza

«Sí vi algo, algo inhumano como ellos, un hombre con capucha como nosotros cuyos ojos parecieron brillar en la oscuridad, el color que iluminaba su rostro no lo logre ver con claridad, pero puedo asegurar que era un color cálido» pensó mientras caminaba con él

Se había distraído mientras caminaban no sintió los pasos, pero Duncan dijo que habían sido bastantes, llegaron a un callejón oscuro por el que pasaron, era un poco estrecho , pero seguro, al salir la luz golpeó su rostro y se toparon con un callejón más grueso que en sus paredes estaba pintada la luna.

La representación lobuna de la luna.

—¿Quién es ella? —tocando la pared detallando las pinceladas del mural

—Ella es la diosa luna, la matrona de los lobos y de esta tierra —contestó Duncan viendo su cuadro haciendo señal de respeto, la media luna con sus manos la cual pegó en su frente

—¿Esta pintura es la representación real de la diosa o una pintura por imaginación? —volvió a preguntar

—La representación real, hace mucho ella se comunicaba con sus hijos dejando ver su forma, pero no lo ha vuelto hacer —comentó con un misterio en su voz el cual era impropio de él

Una maldición de sangre y dolor Where stories live. Discover now