XVIII

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Cazar

La habitación se llenó de un silencio incómodo, un silencio el cual no las deja continuar con lo suyo.

Todas las miradas se posaron en ella por las palabras de Dione y la forma de dirigirse, la duda las invadió y la curiosidad aumentó.

Adara pegó las manos y las golpeó llamando la atención de las lobas ellas se hicieron en fila.

—Continuemos, Violet aún necesita perfeccionar la danza —comentó y eso llamó la atención de todas como si ella no hubiera escuchado las órdenes de la reina

—Señora Adara, pero y ¿las órdenes? Si desobedecemos ellas nos matara —dijo una de ellas con un tono quebradizo

—No se preocupen, yo me encargo de cualquier problema que se presente, daré mi cara por ustedes  —comentó y las dejo tranquilas

Violet aún no entendía el comportamiento de la loba, su extraña forma de actuar, el igualarse con ella y ante todo las restricciones.

Era estúpido que la viera de esa manera cuando ella técnicamente estaba cautiva, y era más débil en términos de raza.

«Es una reina que no sabe lo que dice, y esa loba que estaba con ella… me las gane por ser humana»

Todas habían sido amables, no la habían discriminado o hablado mal, Dione fue la única que la mataba a la distancia con la mirada.

Mientras todas se acomodan para tocar nuevamente, Violet se detuvo, quedándose callada una vez escuchó la música.

Se negó a bailar observando Adara, la mujer se levantó de la silla, se acercó a ella, agarró su brazo y la sacó de la habitación.

—¿Qué te sucede? —preguntó

—No quiero bailar, ¿Qué pasa si tienen problemas con ella? Le irá mal si desobedecen a la reina —respondió

Adara se llevó las manos a la cara, soltando un suspiró y deseando no haber escuchado eso, pero la cara de Violet daba mucho de qué decir y la preocupación en su mirada la inquieto

—No te preocupes, mis órdenes vienen del alfa y yo soy la encargada de esas lobas, no debes preocuparte o sentir miedo, ellas estarán bien tanto como yo, ahora ve a bailar y terminemos con esto. Bien —acarició su mejilla, tomó su mano y la llevó nuevamente a la habitación

Como si no fuera una autoridad continuaron con la actividad, la tarde se llenó de risas y preguntas para Violet, al ser humana las dudas sobre esta maravillosa raza las gobernaba a tal punto donde le preguntaron cosas bastante íntimas que le provocaron una incomodidad y ligeros ruborizados.

En la noche la manada estaba tranquila, leía un libro sentada en la cama, Adara la observaba mientras tejía, al estar en un mundo victoriano con lobos como gentilicio lo mejor que podía hacer era leer.

La puerta de la habitación fue tocada un par de veces, Adara se levantó y al abrir Duncan entró dirigiéndose a Violet.

Estaba sentado a su lado, levantó la mirada del libro y viéndolo a los ojos, cerró el libro que estaba leyendo sin antes dejar marcada la página.

Una maldición de sangre y dolor Where stories live. Discover now