XIII

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La reina

El viento mecía las hojas de los árboles, respiró profundo al sentir la frescura recorrer su cuerpo.

Sobre su cabeza caía una diadema con una esmeralda en el medio.

Dione, reina de la manada de Oriente, destaca de gran belleza, amabilidad y fuerza.

Sus cabellos son oscuros, su piel es bronceada, sus ojos color escarlata envuelven en belleza y esa figura que hipnotiza, la hacen ver como un fruto no deseado.

Se retiró de su manada por petición de Duncan, pues la verdad era que él le pidió que se fuera y se relajará

Entre toda su tranquilidad sintió unos pasos intrusos que la alarmaron, giró su rostro y sus ojos se sentaron en Artemis, que caminaba con cuidado para acercarse a ella.

Al tenerla enfrente tomó su vestido y lo extendió inclinándose, levantó su cabeza y ella sonrió.

—Mi hermosa flor de campo, no esperaba verte aquí —la loba la abrazó con ternura

—Sólo quería pasar tiempo con usted, papá dijo que está bien que pase tiempo con mi hermana cuando está libre —su mejilla fue acariciada

—¿Estuviste en la manada? —inquirió

—Sí, todo está en orden —su expresión fue un poco aburrida y trato de hacer una sonrisa fingida.

Ella noto esto y eso la preocupo

—Artemis, no te ves muy bien, ¿qué pasa? —preguntó Dione con el ceño doblado y con una mirada dulce

Artemis dudó por un segundo, pero de sus labios estaban a punto de escaparse las palabras que describen todo lo que pasó cuando llegó a la manda, pero no parecía poder expresarse.

Tal vez fue su cabeza quien no se lo permitió, pues estaba segura que si sus palabras no eran las adecuadas podía poner muy triste a su hermana.

Bajo la cabeza y ella la levantó tomándola de la barbilla, sus miradas se pegaron y el brillo en ellas se propagó.

Noto toda la preocupación que sentía la reina.

Artemis negó con la cabeza y cambió su expresión rápidamente.

—No me pasa nada

—¿Le estás mintiendo a tu reina? —cuestionó de manera interrogativa

—¡No, jamás lo haría! —cambio su actitud por completo

La diferencia en estatura de ambas lobas era inmensa, no había duda sobre eso, Artemis apenas contaba con dieciocho años de edad, tenía una larga vida por vivir y encontrar a su pareja destinada.

Su único obstáculo era la reina, su preocupación siempre fue vigente al ver a Dione con un tirano como Duncan, tal vez su hermana era estúpida, pero ella sabía más de lo que ellos se llegaban a imaginar.

—Reina, ¿amas la vida que llevas? —soltó la pregunta cambiando su tono de voz a uno más sólido y tranquilo

—Por supuesto, ¿Cómo podría no amarla? Soy la reina de una manada, todos me respetan y se inclinan ante mí, tengo un esposo maravilloso. ¿Qué más le puedo pedir a la vida? —contestó con brillo en los ojos, un brillo el cual se convirtió en hermosas estrellas

Artemis sonrió, no hablaría o diría algo, no lo haría, se quedaría callada hasta que su hermana supieral, la reina tomó a Artemis del hombro y la guió hasta un ligero camino el cual ella conocía muy bien, aunque su hermana radiada alegría y felicidad, en lo más profundo de su alma, la preocupación yacía en ella.

Una maldición de sangre y dolor حيث تعيش القصص. اكتشف الآن