XXXIII

130 16 14
                                    

Escapar

—Tenemos que liberarla —Violet le dejó la antorcha a Oliver, analizó el estado de la loba sintiendo compasión

Él sólo contaba con observar, apretó su puño y frunció el ceño, se acercó a Violet dejándole la antorcha a ella

—Espera aquí, no dejes que nadie entre —le pasó la daga con la que entrenaron —ten esto, sí alguien entra apuñalalo —indicó

Ella asintió con la cabeza, observó el filo de la daga y pensó en usarlo para abrir las esposas.

—Oliver, busca a Adara, a Alex, Isis y a tu hermano. Huyamos juntos —propuso pero él negó con la cabeza para luego irse

Se quedó sola con la loba cautiva, dejó la antorcha sobre unos objetos, tomó la daga observando las esposas con la ligera esperanza de que funcionará, por desgracia la entradilla era muy pequeña.

No hizo tanto esfuerzo por abrirla, dejó la daga a un lado de su cadera, tomó la antorcha buscando un objeto afilado con punta fina.

Rebusco entre cajones, el cuadro de la luna y la propia tumba de la que se creía que era Crista, pero fue inútil.

Su ansiedad la estaba matando, ver a la loba como Cristo en la cruz la llenaba de un incesante escalofrío, sus brazos delgados con piel fina a los cuales se les notaba la vena, herida sin poder decir una palabra .

Su alma quería sentirse bien, deseaba sacarla con miedo a lastimarla más.

Escuchó pasos acercándose, giró su rostro encontrándose con Oliver, sobre su hombro recae una pequeña mochila.

Se acercó con afán a Crista, sacando de su bolsillo un pequeño gancho el cual estiró.

—Esto debe funcionar —mencionó

Al introducirlo midió el tiempo, lo movía con afán hasta escuchar el sonido del candado soltarse, causando un fresco entre ellos.

—Increíble, espera… ¿no era mejor que lo intentaras con tus garras? —preguntó al recordar recordar el filo de sus garras

—No, las cadenas están encantadas, cualquier intento de liberación a la fuerza lo hubiera alertado, lo único que funciona esta cosa para el cabello —explicó mientras le quitaba el seguro de sus pies.

Al ser tan débil cayó sobre los brazos de Violet, la tomó con cuidado sujetando su cabeza por el peso del casco, se arrodilló con cuidado cargándola como a un niño.

Oliver tomó el candado de la cabeza, con la práctica que tenía solo basto de uno segundos para que el candado cediera, abriendo paso a Crista.

Su cabello enredado cubría su rostro.

Violet con cuidado dio vista a su rostro, Oliver se apresuró a tomar la mochila sacando de ella una botella de agua.

En sus dedos regó un poco pasándose por sus labios, ella reaccionó lamiendo el labio superior, Oliver tomó su cabeza dándole el agua con cuidado.

Bebía con rapidez, con debilidad tomó la botella inclinandola para beber más él preciado líquido, hasta terminarla toda, sus ojos estaban cerrados, pero su olfato seguía vivo.

Luego buscó entre las cosas algo de comida para que tuviera siquiera energía para poder irse con la humana.

El olfato de la loba presintió un sabor dulce, y abriendo sus ojos lentamente con su vista nublada mientras la oscuridad se apodera de sus ojos, el aroma a pan dulce fue preciso.

Oliver lo partió pasándolo por sus labios para que masticara, comía con lentitud.

Sus voces eran desconocidas por sus oídos, el aroma de Oliver sólo le recordaba a alguien, al único hombre amo, Duncan, la mujer que la cargaba no sabía quién era.

Una maldición de sangre y dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora