XXXI

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Maldición

Escuchaba con atención cada palabra que salía de sus labios.

—¿Recuerdas… la historia que te di que leyeras, el cuento infantil? —Violet asintió con la cabeza —ese cuento es la más clara representación de tu maldición, tú antepasado, el primer maldito, mató a su esposa e hijo en un ataque de ira, fueron cruelmente asesinados por él. Luego bajo su demencia se cuenta que subió al jardín lunar donde dejó al niño ahí, nadie sabe con exactitud qué sucedió arriba, lo único seguro es la maldición, y la desaparición de la Diosa Luna ante nosotros —explicó

—La sangre en la que fui bañada… ¿era de ella? —preguntó con miedo

Adara suspiró intranquila, no sabía cómo contestar esa respuesta ante él miedo.

—Hay una alta probabilidad, si nunca tuviste esos sueños antes es porque te despojaron de tus raíces, al regresar solo se volvió más fuerte la maldición —expresó

Su expresión cambió rápido, bajo la cabeza escondiendo su rostro con su cabello, el salón mostraba una inmensa luz.

Adara desvió su mirada a la gran cópula, entre cerró los ojos, para seguir explicando. Ahora era tiempo de hablar sobre él alfa.

Duncan la quería porque sin ella la manada enemiga no sería suya, la mujer que vio solo es un reflejo de lo que se podría considerar “la condenada” un nombre horrible para una mujer víctima.

El sonido de sus labios al hablar, oírla vocalizar palabras solo le dejaron algo en claro, debía escapar bajo todo pronóstico.

—No quiero que te quedes aquí, has escuchado todo sobre la maldición que tienes, el blanco en tu cabello hace referencia al hijo de la luna. No estás en la manada correcta, debes irte a donde perteneces, pero aún no estás lista para sobrevivir —mencionó Adara acomodando el cabello de Violet

Su mirada perdida bajo un misterio la dejaban ver como antes, una muñeca sin emociones.

—¿Por qué no estoy lista? ¿Qué diferencia hace que me quede aquí? Si provoco a Duncan él sería capaz de… —Violet pensaba en la muerte —incluso luego de utilizarme va a matarme

—No hará eso, tal vez te encierre pero la muerte no está en sus planes —comentó Adara levantándose de la silla 

—¿Entonces qué hago? —inquirió

—Por el momento sobrevivir, le diré a uno de mis hijos que te entrene así tendrás un poco de experiencia y cuando estés lista huirás —contestó tomándola de los brazos para levantarla —olvida lo que te dije y muestra una sonrisa, hablaremos más tarde —indicó Adara enganchando su brazo con el suyo

Se dirigían a la habitación para darle unos cuantos retoques a su vestimenta.

Luego fue guiada por unas sirvientas que la escoltaban, lo único que sabía era sobre una cena con Duncan y Dione, a la que no quería asistir.

Para ese momento estaba imitando el vestuario de la reina, era bastante elegancia para su cuerpo, lucía exactamente como una monarca.

No tenía intenciones de verlo, no quería y ahora que también estaría con Dione se sentía bajo presión.

Dos lobos dominantes, esperando que su cena llegue a la mesa para devorar a aquel manjar qué se hacía llamar miedo.

Una maldición de sangre y dolor Where stories live. Discover now