XXXVI

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¿Perdonar?

Jaló las cadenas aún cuando Violet estaba en el suelo, le molesto esta actitud del alfa y aunque su cuerpo estuviera adolorido por la caída, una de sus muñecas sufrió daños.

Tomó las cadenas con fuerza acomodando sus pies en una roca que le ayudará a apoyarse.

Darko giro su rostro al ver que la humana tenía resistencia ante él, tiró de las cadenas con fuerza con el fin de acceder; sin embargo, Violet se negaba.

—Vas a escucharme hijo de perra. No me voy a mover hasta que me des explicaciones ¿qué quieres conmigo y a dónde me llevas? —frunció el ceño ante él  

Darko suspiró masajeandose la sien, se acercó a Violet tratando de intimidarla con la mirada.

—Eres el ser más insoportable que he conocido —dijo tomando las caderas que la sujetaban.

La cargó al hombro como si fuera un costal de papas

—¡Imbécil! ¡Bájame! —grito moviéndose mientras golpeaba su espalda 

—Grita todo lo que quieras, aquí estamos solos y nadie te podrá escuchar

—¡No me voy a callar hasta que me bajes! —volvió a gritar, con su voz estaba cansando alfa

Tal y como lo dijo Violet fue fastidiosa con él, no acostumbraba a formar berrinches o ser tediosa con algo, pero en esos momentos no le importaba.

Con tantas palabras saliendo de su boca, Darko ya estaba cansado y golpeando el trasero de la Violet logró callarla, el golpe definitivamente había sido efectivo.

Estaba paralizada después de haber recibido ese tacto.

No esperaba aquella acción del alfa. Explotando en furia empezó a moverse bruscamente en sus brazos para que la soltara, su cintura fue tomada con fuerza para ser lanzada a un montón de flores secas.

—Llegamos fastidiosa —anuncio sacando de su cadera una daga

Al ver aquel filo penetrante, más sus ojos anaranjados brillando en la oscuridad iluminando ciertas partes de su rostro, recordó el sueño que tuvo.

El dolor que la lastimó.

Se levantó del suelo con rapidez al ver esa mirada,  trago en seco retirándose con lentitud de él hasta salir corriendo.
Darko sólo observaba como se alejaba, sabía que no iría muy lejos.

El peso de las cadenas no la ayudaba y olfateando a su criatura detectó aquel miedo, miedo que hizo estremecer su corazón por la unión.

Dejo de pensar en eso yendo detrás de ella.

Cada paso que deba con dificultad la acercaba a su muerte, era capaz de ver hacia atrás; sin embargo, un peso fue a su espalda haciéndola caer.

El alfa la sostenía sin dejarla ir, la giró de modo que viera su rostro.

Revolcándose en aquellas flores marchitas, Darko levantó la daga, y por defensa propia cubrió su rostro con sus manos dejando, aún más visible el miedo que sentía.

Un rugido se escuchó en su interior antes de que la hoja tocará su piel blanca.

—¿De verdad quieres matarla? —su lobo interior estaba hablando por él —es tu mate, tu pareja destinada y quieres darle este final, pensé que tenías misericordia con los seres que eran más débiles que tú —cuestionó su lobo

Gruño para no hacerle caso cuando la voz volvió a interferir.

—Se que nunca me escuchas, pero piénsalo, sin ella no podrás vivir como hombre lobo y tendrás que acoplarte a lo que tiene la manada. ¿no crees que hay otra forma de liberarnos? Nuestro padre se suicidó, tú no quieres eso, tú quieres más, estamos pagando por algo que no hicimos, ella debe morir, pero úsala para tu beneficio —hizo una pausa mientras todo aquel valle se oscureció como en sus sueños —tal vez sirva de algo, no cometas la misma estupidez que cometió Azrael

Una maldición de sangre y dolor Where stories live. Discover now