XVII

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Dione

Amo ver esa imagen en ella, el compromiso que demostró en tan poco tiempo por un arma tan particular como lo era el arco y la flecha.

Tomó ambos instrumentos, la acercó a una distancia proporcionada y tomando el arco imitó la posición de Duncan, se apartó de ella viéndola a la distancia.

—Tienes buena postura, ahora no pienses y solo ataca —dijo y siguiendo sus indicaciones soltó la flecha

No logró gran cosa, la fecha cayó en el suelo después de ser soltada, no lograba entender en qué falló, la ballesta era más complicada de usar.

Al no poder con un arma tan sencilla se decepciono de sus habilidades, esperaba más de sí misma; Duncan se acercó a ella, tomando su hombro

—Debes soltarla con más fuerza y estirar un poco más, así —agarró a Violet de la cintura, pegándola a él, tomó el arco guiado por sus brazos, e hizo la ilustración  de que una sola persona estaba allí

La flecha la sujetaban ambos, las manos de Duncan servían como guías para las suyas, sintió su cálido aliento rozar su oído distrayéndose un momento en su agarre.

La flecha fue soltada y pegada al punto de máximo puntaje, no supo en qué momento pasó, no lo vio, bajaba su mano junto con el arco.

Giraron sus rostros, bajando la mirada observando sus ojos.

—¿Quieres seguir intentando? —preguntó

Afirmó con la cabeza, nuevamente se entregó en postura e imagino que tenía al alfa detrás y como lo había visto antes en distintos lugares disparó la flecha logrando la clavar en el último círculo.

Escuchó los aplausos del alfa a su lado, sus ojos se giraron por el sonido y al verlo tenía una sonrisa en sus labios.

Cruzó sus brazos y se acercó a ella, su mirada era intimidante, lograba traerle malas vibras que al alejarse se esfumaban.

—Debes seguir practicando, pero no con esa ropa, cámbiate y seguiremos con el entrenamiento —acarició su hombro, pegando su mirada en sus ojos

—¿Duncan? —una voz femenina y quebradiza los distrajo

Sus miradas se pegaron en el nuevo invitado, la loba se acercó a él caminando rápido y Duncan no se alejó de Violet.

Para Violet era evidente de quien se trataba, con una corona sobre su cabeza y un anillo en su dedo corazón le dejaron en claros sus dudas, ella era Dione, la reina de la manada.

No se mostraba tan cariñoso, estaba frío y su mirada no desprendía nada más que eso, los acercamientos de la loba no lo convencieron para nada y cuando estaba a punto de tomar su brazo él lo evitó haciéndose a un lado y tomando su hombro lo apretó levemente, nada parecido al agarre que efectuaba en Violet, era más fuerte y a sus ojos parecía doloroso.

—Creo que dejaremos nuestra clase aquí, ve con Adara y que te siga instruyendo. Mucha suerte, Violet —comentó con voz grave y gruesa

—Gracias por enseñarme Duncan, con permiso —se dirigió a los dos y salió casi corriendo de la habitación

Ambos reyes se quedaron en aquella sala, Duncan soltó a Dione observándola con desprecio.

Apretó su vestido bajando su mirada apartándose de él, Duncan acomodo el arco y las flechas, se acercó a la diana quitando la flecha.

Acarició el filo de la flecha y sonrió.

—Alfa, ¿quién era ella? —inquirió Dione con un tono suave

Una maldición de sangre y dolor Where stories live. Discover now