XXI

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Historias

—¿Quieres quedarte aquí? —inquirió Adara con sorpresa

—Bueno, podemos seguir conservando con ellas mientras bebemos chocolate, le gustaría acompañarnos —contestó nerviosa por lo que fuera a contestar

—Bueno, si ellas prometen no volver a tomarte como un hueso está bien. Pero de ustedes depende que estemos aquí así que ya saben que hacer —las miro a ambas con determinación señalando con el dedo

No dijeron nada aparte de asentir con la cabeza, Isis sirvió chocolate a Adara y se sentaron juntas a conversar.

Violet escuchaba atenta la vida de Alex que le causó curiosidad dado que la loba tenía una cicatriz en su hombro.

—Soy una esclava fugitiva, no tengo familia o hermanos, llegué aquí como una de las futuras concubinas del alfa, pero cómo lo conocerás él no está interesado en tener amante. Aunque le pedí que me ayudará; al principio trabaje como criada, pero demostré devoción a las armas junto con frialdad al enfrentarme a un enemigo y así fue como me ascendieron a caballero —terminó de hablar y a Isis se le aguaron los ojos

—Alex —nombró con voz quebradiza —tienes una vida muy triste y eso que no escuche todo —la abrazo brindándole consuelo como si lo necesitará, pero ella parecía realmente orgullosa de su historia

Aunque el afectó de la loba la estaba incomodando a tal punto, donde la tomó de los hombros con fuerza y la empujó.

Ella se elevó un poco y terminó cayendo sobre unos costales de papas que estaban ubicados en la esquina, sobre un pilar.

—Ugh —se escapó un quejido de sus labios

Adara se sobo la cabeza, esperaba que eso pasara.

Violet se levantó del asiento, se acercó a ella y le ofreció la mano.

—Vamos levántate, no te hiciste daño ¿verdad? —la loba se aferró a ella parándose y sacudiendo sus ropas

—No estoy bien. Soy una mujer lobo, eso no me afecta

Isis sonrió amable.

—¿Qué hay de ti humana? Tuviste una vida buena en tu mundo

—Bueno… viví entre comodidades, lujos y tenía varias empresas a mi nombre, me gustaba la caza y desde pequeña siempre mostre gran interés, de hecho mataba animales pequeños y se los daba a mi padre como trofeos, pero él los miraba con desprecio tanto como a mí, los empleados de la mansión me tenían miedo por mis excéntricos gustos medievales y no propios de la época, incluso fui bautizada por ellos como “el demonio lunar”. Estuve comprometida, pero se canceló el compromiso por… muchas razones intermedias  —terminó de hablar y todas parecían sorprendidas en especial Adara que apretaba sus puños

—¿Tú te sientes agusto aquí? —preguntó Isis

—No es lo mismo que estar en tu mundo —contestó

El silencio inundó la habitación, todas tenían caras largas y Violet se sintió culpable de ello, golpeó la mesa con fuerza, alterándolas.

—No se pongan así, ustedes tienen una vida más complicada que la mía, ¿por qué tienen caras largas?

—No te pongas nerviosa, es solo que un recuerdo vino a mi mente cuando mencionaste que tu padre te despreciaba  —comentó Adara

Una risa nerviosa salió de sus labios, y siguieron conversando, Isis tocó el tema de la Dione, pues hacía cumplidos, pero a la vez decía que sentía lastima al no poder engendrar un hijo del alfa pues su posición como reina se lo exigía a toda costa, también empezaron a rumorea.

Una maldición de sangre y dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora