XXXV

124 18 7
                                    

Vivir


El interior del alfa tembló, su corazón latió y sus mejillas tomaron un color rosa pálido.

Se golpeó la cabeza con la palma de su mano con solo ver el vínculo que había entre los dos.

La diosa Luna había jugado mal, estaba apunto de gritar pero su compostura no se lo permitió.

Al igual que él sintió un hormigueo, Violet también.

Se levantó ayudándose con las barras metálicas de la celda levantándose mientras todo su cuerpo temblaba.

No era capaz de mantener una postura firme.

Observó al alfa siendo atendido por los demás mientras se mantenía en la celda apoyada, no comprendía aquel hormigueo en su interior mucho menos lo que la ataba a él.

Darko al ver los ojos de la humana se quedó paralizado, los ojos de Violet habían cambiado completamente al tomar un tono sobrenatural, que no era propio de un ser humano.

Ahora que lo pensaba, su rostro le recordaba los retratos de Azrael.

—Alfa, ¿ya está bien?

—Alfa, ¿desea que lo llevemos a su habitación?

Escuchaba las voces de cada uno de los guardias, cerró sus ojos y soltó un gruñido apartando a todos a su alrededor, se levantó sin ayuda acercándose a Violet con el ceño fruncido.

Aún estaba débil, pero eso al alfa no le importo, por lo que tomó su brazo izquierdo bruscamente, con sus garras rasgó la manga de su traje y estirando su brazo sus ojos se pegaron en una marca rojiza de un lobo aullando a la luna.

—¡Suéltame eso duele! —se quejó Violet

Sentía un ardor insoportable en esa parte de su cuerpo, ni siquiera el dolor que sentía en ese momento le importó a él.

Darko estaba seguro que le estaban mintiendo, no estaba ejerciendo ninguna fuerza mayor, no la estaba apretando como para decir que le dolía, su expresión de dolor solo fue para él una actuación.

—Deja de actuar sabandija —,la profundidad en su voz con el ceño fruncido solo fue una clara demostración de su enojo.

Término soltándola debido a su expresión.

—Que asco, tu raza es tan asquerosa que de solo tocarte me dan ganas de vomitar —se alejó de ella y sus pasos resonaron en los pasillos solitarios

Cerró los ojos tratándose el grito de dolor que estaba a punto de expulsar, sus ojos se estaban aguando al sentir como cien agujas perforadas su piel quemando su carne.

Sopló esa parte de su cuerpo con la esperanza de terminar con su sufrimiento.

No sabía qué era aquel sueño, las palabras de la diosa, su mirada. ¿Qué había pasado? Era evidente que aquel alfa la odiaba. 

Era una mezquina en un mundo diferente, ni siquiera en la manada de Duncan había recibido tan mal trato en tan poco tiempo.

—Oye Violet, ¿te encuentras bien? —inquirió Alex con el tono de voz apagado

—No —respondió y de sus labios se escapó un sollozo

—Lo supuse, ¿sabes por qué estás aquí? Digo,la verdad

—No, y no me interesa saber. Estoy cansada será mejor que descansamos al menos hasta que sepan qué hacer con nosotras —la voz de Violet dejó pensando a Alex

La escuchaba asustada, preocupada y adolorida, se quedó callada para no llamar más la atención de la chica.

Había pasado por mucho en pocos días, era mejor dejarla descansar.

Una maldición de sangre y dolor Where stories live. Discover now