11. Un inocente

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Narra Lheyra:

-¿Está segura señorita Dwens?

Miro a la secretaria, debatiendo internamente si es sorda, o estúpida ¿Cuántas veces debo repetirle lo mismo?

Paciencia, Lheyra, paciencia.

-Si.

-¿Es conciente de lo qué implica ser presidente estudiantil?

-Completamente. Sé la responsabilidad que conlleva, pero no se preocupe, considero que soy apta para serlo.

La mujer suspira, y asiente, mirándome con lastima.

¿Qué onda la gente de Lorchpey? ¿Acaso todos son raros, aquí?

Salgo de la oficina cuando al fin puso mi nombre en el archivo de postulantes a la presidencia estudiantil.

Camino con tranquilidad por el pasillo, ya es la hora de salida. Toda la tranquilidad que tenía se esfuma cuando caigo de espaldas después de chocar con alguien.

Levanto mi vista desde el suelo, y veo al castaño sexy de mi vecino.

-¿Qué mierda haces?-Cuestiona sobrador justo cuando creí que mínimamente me ayudaría a levantarme.

Se agacha simplemente a recojer su móvil, que salió volando cuando chocamos.

-¿Acaso no miras por dónde vas?

-¡¿Disculpa?!-Me levanto inmediatamente, al oírlo.

¿Y a éste qué?

-¿Sabes cuánto cuesta?-Levanta su celular que luce todo destruido.

-Medio dólar, o menos, así todo destruido no vale nada.

Es evidente que el castaño está enfadado ¿Acaso quieres que se enoje más?

-Me lo vas a pagar.-Afirma, y suelto una carcajada.

-No te voy a dar ni un centavo. No es mi culpa que no mires al caminar.

Mi vecino rueda los ojos, harto, pero la verdad me la chupa si se enojo o no.

Pasa por mi lado chocando mi hombro, pero antes de que se vaya, agarro lo primero que veo y se lo lanzó directo a la cabeza.

¿Acabas de lanzar tu propio celular, a su cabeza?

Ups.

-¡¿Qué mierda haces?!-Se da vuelta enfadado.

-Disculpate.

-¿Qué?

-D.I.S.C.U.L.P.A.T.E.-Deletreo.

-Tú rompiste mi celular ¿Y quieres que yo me disculpé? ¿Quién te crees, nena?

-Tú también rompiste el mío-Señalo mi móvil roto en el suelo a su lado.

-Lo acabas de lanzar-Acusa mirándome como si fuese una loca, y me encojo de hombros.

-No sé, pero eso no fue lo que yo ví. Tu me empujaste, y rompiste mi móvil.

-¿A qué juegas?

-No hay cámaras, ni testigos es tu palabra contra la mía. Discúlpate, ahora, si no quieres problemas.

Lo veo poner los ojos en blanco antes de irse. Pero antes de que se aleje, grito lo más fuerte que puedo, dejándome caer en el suelo.

-¡Ayuda!

El castaño se voltea confundido, pero mi grito no solo lo alarmó a él, sino también a la secretaria que sale de la oficina viéndonos a nosotros dos.

-¿Qué sucede?-Se acerca preocupada a mi.

No digo nada, y miro al castaño, provocando que la secretaria también dirija su vista hacia él.

Una lágrima escapa de mis ojos, mientras me mantengo en silencio.

-¿Está bien, señorita Dwens? ¿Qué hace en el suelo?

-Lo siento-Mi voz se quiebra, y pongo mi mejor mirada de víctima asustada, mientras me levanto rápidamente.

Doy un paso atrás, con la mirada fija en el castaño.

-¿Qué sucede? ¿Puede venir un momento a la oficina, señorita Dwens?

Asiento, e inmediatamente cuando la secretaria se gira le saco la lengua al castaño.

-Imbécil.-Murmuro al pasar por su lado, mientras el me mira con confusión.

Entro a la oficina, y vuelvo a mi papel de víctima asustadiza.

-¿Por qué está llorando, Dwens?-La voz amable de la secretaria me hace mirarla.

-Él me-Me interrumpo a mi misma con un sollozo-Lo siento, no debo estar aquí-Hago el intento de irme, pero sus palabras me detienen.

-¿Te hizo algo, Lukaw?-Su voz cambia a una comprensiva.

Asiento lentamente sin mirarla.

-Puedes confiar en mi, tranquila, cuéntame.

El hecho que ya me tute me hace saber que está funcionando todo a la perfección.

Me doy vuelta mirándola.

-Él...me estaba diciendo-Me detengo, recordando la descripción de Lizz sobre el castaño-Quería acostarse conmigo.-Suspiro, bajando la vista.

Siento su mano sobre mi hombro, y tomo aire para continuar hablando.

-Me negué, y él...Se enfureció, me empujó...-La secretaria aprieta levemente mi hombro.

-¿Te hizo algo?-Pregunta y antes de que conteste, habla-Sabía que tenía reputación de mujeriego, pero no que llegaría a esos extremos.

-No, no me tocó. Pero rompió ambos móviles, en un ataque de irá.

-¿Dónde sucedió todo esto?

-En el pasillo, recién.

La secretaria suelta un suspiro, mirando mi móvil en mi mano.

-Lo siento. No debí decirle esto.-Vuelvo a sollozar.

-No, no, si debiste, está todo bien.

-Nadie me va a creer. Él inventará otra historia....y yo....-Me quedo callada.

-No te preocupes, hablaré con la directora, tal vez puedamos tomar las medidas necesarias.

¿Cómo que tal vez?

-Gracias...

-Recuerda, que si tienes otro problema no dudes en venir, aquí en secretaria intentamos que todos nuestros alumnos estén agusto.

-Gracias-Vuelvo a repetir, antes de salir de la oficina, después de unas palabras más sobre que debo informar todo lo que suceda.

Al salir limpio las lágrimas, con una gran sonrisa, y enfoco mi vista en el castaño.

-Ser un demente, con ataques de irá, es un golpe bajo-Susurro con burla al pasar por su lado, golpeando su hombro.

-¿Qué?

Salgo de ahí, sin decir nada más, pero conservando la sonrisa.

¿Sabes que no es de buena persona, acusar a un inocente?

Ni que el afuera inocente, además ¿Quién dijo que yo era una buena persona?




Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Where stories live. Discover now