17. Un muerto en mi cajuela

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Narra Lheyra:

Sábado. Al fin sábado.

Mañana domingo, casi lunes....

Deja de arruinar mi día, Conciencia.

Escucho el timbre sonar y me preparo para bajar. Posiblemente sea Lizz, que ha dicho para juntarnos hoy antes del partido.

—¡Voy!—Grito cuando el sonido del timbre se vuelve insistente.

Bajo las escaleras y abro la puerta, pero me quedo quieta al verlo.

—¿Te comieron la lengua los ratones? ¡O no! No me digas que tus sexis vecinos te comieron la lengua—Comenta con picardía, recibiendo un golpe juguetón en el hombro.

—¡Kus!—Exclamo antes de tirarme a sus brazos, mientras el me recibe en un abrazo, girandome en el aire.

—Ya decía yo, que me habías extrañado—Menciona al separarnos.

—¿En qué viniste?—Indago, hasta que veo su auto estacionado en la calle—¿Con quién viniste?

—Solo, tengo libreta de conducir.

—¿Puedo ver tu cajuela?—Cuestiono, dando un paso atrás con desconfianza.

—¿Eh? ¿Para qué?

—Para ver cuántos cadáveres atropellaste en 8 horas de carretera.

—¡No atropelle a nadie!—Exclama ofendido.

—¿No?—Levanto una ceja sorprendida.

—Bien, puede que haya atropellado a una anciana.

—¿Qué? ¡Markus!—Regaño.

—¡Me caía mal, y estaba en mi camino!

—¿Quién era?

—La profesora de primaria—Murmura mirando hacia otro lado—¡Esa vieja jamás me subió la nota!—Se queja.

—No la traes en la cajuela ¿Verdad?

—No, claro que no....En la cajuela traigo a un jardinero—Habla tan bajo que casi no lo escucho.

Camino hacia su auto rojo, y abro la cajuela, pero inmediatamente que veo hacia dentro, vuelvo a cerrarla.

—¡Markus! ¿Atropellaste un hombre, y lo metiste en la cajuela?

—No. A él no lo atropellé—Defiende ofendido—Él ya estaba tirado en la carretera, yo solo lo subí a la cajuela.

—Joder, Kus.

Inhaló profundamente, meditando que hacer con el hombre inconsciente en la cajuela de mi amigo.

—Esperaba que supieras que hacer—Comenta sonriente.

—Esperemos a qué se haga de noche, no podremos hacer nada antes—Murmuro.

Una vez que estamos adentro, Kus se tira plácidamente en el sofá.

—Diez horas de carretera, no vienen gratis—Dice ante mi mirada acusatoria.

—¿Diez? Son ocho desde la ciudad.

—Puede que me haya perdido en el camino....—Susurra, y dejo salir un suspiro.

—Tenemos que resolver que hacer con el hombre.

—Esta vestido de jardinero, tal vez si lo dejamos en una huerta, pase desapercibido como espantapájaros—Se encoge de hombros, como si la idea fuese brillante.

—Hoy hay un partido, todo el pueblo va a estar ahí. Tal vez en la tarde ya podríamos sacarlo.

—¿Por qué no ahora?

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Where stories live. Discover now