74. El río

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Narra Lheyra:

No sabía cuando había empezado a llorar, ni siquiera podía pensar con certeza. No cuando la historia que solo había contado una vez, volvía a despegarse de mi garganta. Y con ella el agrio recuerdo.

Veo borroso. Las lágrimas impiden que vea los rostros de los hermanos, pero no me hace falta. Es pena lo que sienten. Lo sé. Y es horrible.

Es horrible que alguien sienta lastima por ti. Pero no podía culparlos, hasta yo la sentía.

Mi abuela era quien me había criado cuando mis padres estaban inmersos en sus trabajos, ajenos a todos, ajenos a la vida de su propia hija.

Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos cuando siento unos brazos rodearme con delicadeza, no me molesto en abrir mis ojos para saber quién es. La colonia del castaño lo delata.

Lo abrazo, queriendo que su calor se funda con el mío, y así abandonar el frío que se apodera de mí con cada recuerdo.

—Nena—Su voz es suave, susurrando en mi oído—Lo siento tanto.

No digo nada, permito que me abrace, y no demoro mucho en sentir otros brazos a cobijando mi cuerpo.

—Lamento que tuvieras que pasar por eso, bonita.

(...)

Había pasado una hora. Una hora desde que los hermanos supieran la verdad. Y una hora desde que Matthyw desapareció.

Ni si quiera sentí cuando salió, pero los nervios me consumen de solo saber que se fue al escuchar mi historia.

Ninguno de los presentes me había hecho preguntas, o cuestionado nada. Aunque sé que tanto Nizaw como Lukaw, realmente tienen muchas preguntas.

Y la principal, es una que no se responder.

¿Quién es mi tío?

Jamás ví su rostro. Jamás escuché su nombre. Jamás lo conocí.

—¿Quieres ver una película, nena?—Lukaw se deja caer en el sofá a mi lado.

Niego.

—Iré a tomar aire. Quizás luego.

Me levanto, saliendo de la casa llena de recuerdos. La brisa de la tarde golpea mi rostro, y me permito respirar con tranquilidad.

Mi cabeza está hecha un lío.

Empiezo a caminar sin rumbo, y sin poder evitarlo llegó al río, el agua cristalina fluye libremente.

La corriente no es muy fuerte, pero si lo suficiente para que el sonido del agua me llene de paz.

Los árboles se balancean con la brisa, mientras que el silbido del viento logra ser tranquilizador.

Cierro mis ojos sentandome en la orilla, me descalzo para sentir el frío del agua en mis pies.

—¿Qué haces aquí?

Y así es como toda la paz se va.

Abro mis ojos para encontrarme cona cara de amargura de Matthyw.

—Podría hacerte la misma pregunta—Respondo, frunciendo el ceño al ver su descontento.

Escucho como suelta un resoplido, y muerdo mi lengua evitando soltar una pregunta que se instala en mis pensamientos.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Where stories live. Discover now