73. El pasado

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Narra Lehyra:

—Ese día—Trago saliva, sintiendo como cada palabra raspa mi garganta—Yo...yo estaba con mi abuela, y llegó—Mi corazón se acelera de solo pensarlo—Llego esa persona, tenía una pistola en la mano, pero, eso no era extraño. Siempre la traía—Las imágenes vienen a mi mente, como si fuera reciente.

Flashback:

—¿Por qué esas rosas negras?—Pregunté curiosa, mirando el hermoso ramo de flores que traía mi abuela.

Sus canas peinadas en un moño desprolijo, dejando que algunos mechones cayeran enmarcando su rostro.

Traía sus lentes puestos, pero no impidió que sus ojos mieles se achicaran acompañando su sonrisa.

—Son bellas ¿no crees?—Volteo a verme, dejando las rosas en el florero.

Me acomode en el sofá. Arrugando el ceño.

—Si, pero hay mucho colores, además las negras significan luto—Comenté distraídamente.

—La muerte tiene un significado muy hermoso, Lyra—Sonreí al escuchar mi apodo que solo ella utilizaba—Además detrás de esos pétalos llenos de misterio, tiene otro significado.

—¿Cuál?

—El amor es eterno y va más allá de lo físico—Esta vez fue ella quien sonrío, mostrando algo de nostalgia.

—Entonces es tu plata favorita—Asumí, y nego divertida.

—Prefiero las sagebrush—Musito, moviéndose por la cocina.

El olor delicioso, ya indicaba que su tarta de manzana estaría lista en cualquier momento.

—¿Por qué?—Camine hacia ella, viendo como sacaba la tarta del horno.

Solíamos hablar mucho de plantas, mi abuela era apasionada de ellas. Incluso estaba pensando en hacer un huerto en cualquier momento.

Pero, por ahora la casa rodeada de plantas que, lograba casi camuflarse entre ellas, era suficiente por el momento.

Además, varias de las plantas, le ayudaban a condimentar sus comidas. Que, por cierto, siempre sabían delicioso.

—Es una planta llena de secretos en nuestra familia—Esta vez su tono dulce, se mezclo con una tristeza que por lo general no estaba presente en su vida.

E incluso me sorprendió, pero no pregunte nada, cuando estire mi mano y solo recibe un manotazo.

—Esta caliente, deja que se enfríe.

Hice un puchero, que logro hacerla sonreír.

Ambas nos sentamos en la mesa, la tele estaba apagada, como era costumbre. Por extraño que sonara, mi abuela pocas veces miraba la tele. Es más, incluso omitia, las comedias turcas, algo extraño para una abuela según lo que Markus había dicho.

—¿Qué tal tu amigo?—Levante la mirada para ver sus ojos miel, debatiendo internamente si tenía algún tipo de súper poder.

Solo bastaba con pensar en alguna persona, y mi abuela parecía saber quién era.

—Esta bien, castigado como siempre—Reí—Su madre lo cacho llegando una chica a su casa.

Mi abuela también río. Le caía bien Kus, y a él ella. Por eso era extraño que no me acompañará hoy. Él siempre pedía venir, amaba la comida de la abue, casi tanto como yo.

—Nunca aprende—Bromeo.

—Quería venir, te mando saludos—Comenté, mirando tentativamente la tarta.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Where stories live. Discover now