35. ¡Ups! Fue un accidente

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Narra Lheyra:

Al fin. Este había sido el partido más largo de mi existencia. Y por fin termina, la gente se marcha con el enfado plasmado en su rostro.

Empate. Ni si quiera pasaron a desempatar con penales, solo cada equipo se dedicaron a fulminarse mutuamente como si una amenaza estuviera demasiado sobrevalorada.

Veo a Kus llegar a nuestro lado, bueno a mi lado, porque Lizz salió despavorida alegando que tenía cosas que hacer en su casa.

Markus pasa un brazo por sobre mi hombro, empezando a caminar, aún sin borrar su sonrisa de orgullo.

—¿Cómo me veía?—Pregunta victorioso.

—Como un árbitro.

—Un árbitro guapo, y fabuloso—Completa, aunque no iba a agregar nada a la frase.

—No pensé que fuese a ser útil tu título.

—Ni que lo digas. Cuando se lo cuente a mamá, seguro que—Lo interrumpo antes que termine de hablar.

—Seguro que le va a encantar—Aseguro con ironía—A la mejor abogada de la zona, que desea que su único hijo sea también ”un abogado hecho y derecho”—Recito sus palabras—Seguro que le va a encantar que su hijo sea árbitro.

Se encoge de hombros, indiferente, mientras seguimos caminando.

—Al menos me gane algo.

—¿Un golpe en el pómulo?

Salimos a la calle, junto a la multitud, pero nos detenemos cuando los ojos de mi amigo se desvían significativamente.

—No, una cita—Sonríe con orgullo, antes de dirigirse a una chica de cabello rosado chillón, que lo espera con una sonrisa.

—Bien, galán, ve por tu cita—Digo divertida, antes de verlo ir directo hacia ella con una sonrisa coqueta.

Ruedo los ojos aún divertida.

Me dispongo a caminar hacia casa, cuando un brazo jala mi mano, llevándome contra un auto.

—¿Qué?

—Sube—Demanda.

Encaro las cejas ¿Y este que se cree?

—¿Por qué mierda subiría con un extraño?—Cuestiono con diversión, aunque él no parece estar muy divertido.

Vamos, otro amargado más a la lista.

—Que subas—Ordena con fastidio.

Su agarre en mi brazo comienza a lastimarme, y cuando veo que no tiene intenciones de soltarme, con todo mi impulso empiezo a forcejear.

—¡Suéltame cabron!

El pánico inunda mi cuerpo, cuando me empuja dentro del auto, pero antes de que cierre la puerta, alguien lo detiene.

—¿Qué crees que haces, idiota?—Lukaw entra en mi campo de visión, acompañado de Nizaw, ninguno parece estar muy feliz.

—No les importa, no estorben—Contesta el tal Henrry.

No me detengo a escuchar la charla, y dirijo mi vista por todo el vehículo, me deslizo hacia los asientos delanteros, y abro la guantera.

—Sabes que pasará si te metes en problema, Skillek—Riñe el rastrero, como diría Kus.

Me concentro en mi búsqueda dentro la guantera, hasta que siento algo filoso raspar mi dedo.

Bingo. Una navaja.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Where stories live. Discover now