61. Modales

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Narra Lheyra:

Siento como si hubiera corrido un maratón. Mi cuerpo pesa, incluso mis párpados pesan.

Me remuevo, aún sin abrir los ojos, algo caliente se pega a mi espalda, y el peso de un brazo cae sobre mi cintura.

Abro mis ojos, encontrándome con Nizaw, su está rostro a tan solo centímetros del mío, puedo sentir su respiración lenta y tranquila.

El rojo se esparce por mi rostro, al ver que soy yo, quién invade su espacio personal. Mi pierna se envuelve sobre la suya, y su mano, sujeta mi muslo impidiendo que pueda moverme.

Miro el brazo sobre mi cintura, las venas se marcan sobre el, y aunque no pueda verlo, sé que es Matthyw.

La cercanía del rubio, en mi espalda, permite que pueda sentir cada parte de su trabajado cuerpo.

Intento moverme, pero no puedo. Ambos agarres se vuelven firmes, como si de un instinto se trataste, que no me deja escapar.

Suelto un suspiro, luchando por salir de entre estos dos grandes cuerpos, pero me quedó inmóvil al escuchar la voz del rubio.

—Deja de moverte—Gruñe, su voz gruesa delata que acaba de despertar.

Su aliento choca en la parte trasera de mi cuello, y un escalofrío recorre mi piel.

—Quiero levantarme—Protesto.

—¿Aún después de follar sigues gruñona?

—Mira quién lo dice, Don agua fiestas—Cruzo mis brazos sobre mi pecho, y es ahí cuando me percató de la ropa que llevo.

Una camiseta gigante baila sobre mi cuerpo, y el olor a colonia delata que le pertenece a uno de ellos.

—¿Don agua fiestas?—Repite con un tono divertido.

—Ajá.

No alcanzo a decir nada más, cuando siento como mueven mi pierna aún más arriba, dejándome expuesta, en una pose comprometedora.

—Deberías aprender a quedarte quieta—Murmura ronco el pelinegro, aún con sus ojos cerrados.

Algunos mechones oscuros, caen rebelde mente por su frente, y para mí sorpresa aún recién despierto luce atractivo.

¿Acaso estos tipos hicieron un pacto con Afrodita?

Yo diría que con el Diablo, esos pecados calientes, solo viene del infierno.

Su mano se desliza por mi muslo, erizando mi piel al pasar del tacto.

Abre sus ojos dejándome ver un azul que  oscurece cada vez más, su nuez de Adán sube y baja, y su mirada promete algo muy tentador.

Las manos del rubio tampoco se quedan quietas, y rápidamente descienden de mi cintura, jugando con el elástico de mis bragas.

Muerdo mi labio, interesada en la propuesta silenciosa, pero rápidamente la diversión se arruina, cuando alguien golpea la puerta.

—Señores—Hablan del otro lado, tardo en reconocer la voz, pero ya la he escuchado antes—El joven Lukaw los espera, los autos ya están listos para ustedes...

—Bien, en seguida bajamos—Responde Matthyw, que no parece muy contento con la idea.

Escucho los pasos alejarse, y aunque no estoy segura, era la voz del anciano que nos recibió al llegar a la casa. Al parecer es el encargado de este lugar, una especie de "amo de llaves" supongo.

Nizaw suelta una maldición por lo bajo, antes de levantarse, su cuerpo semidesnudo, hace que no pueda contener mi examen visual.

Buena forma de llamar al acosamiemto visual.

—Levanta, perezosa, tenemos que ir a la fiesta—Anuncia el rubio, palmeando mi pierna suavemente.

Me giro hacia él, viendo su rostro que a diferencia de mi, luce perfecto a estas horas de la mañana.

Espera ¿es de mañana? ¿Por qué no hay luz a través de las cortinas?

Porque esa es la función de la cortina.

—¿Qué hora es?

—Es de noche, solo dormimos unas horas—Informa Nizaw, que cubre su torso con una camisa.

El rubio también sale de la cama, dejando un vacío a mi alrededor, ambos me miran un segundo para luego mirarse entre ellos.

Matthyw acaricia su tabique, al ver que, mis ganas de levantarme son evidentemente inexistentes.

—El vestido...—Su tono regañon solo hace que quiera seguir durmiendo—¿Lo donaste?

—Me pareció que eso mismo dije hoy de mañana...

Suelta un bufido, antes de acercarse al extremo de la cama y jalar mis pies.

—¿Qué?—Me quejo, aferrandome a las sábanas de manera ridícula.

—Tenemos que llevarte a la fiesta, bonita—Dice no muy alegre el pelinegro—Si te duele mucho...

Te aguantas, porque bien que disfrutaste la follada.

Que gran ayuda que eres, Conciencia, muy amable por cierto.

—La doctora debe tener algún medicamento—Termina Matthyw.

Me doy vuelta, dispuesta a seguir durmiendo, pero rápidamente, el rubio me jala por completo, hasta cargarme al estilo medieval.

—No me alejes de mi amor—Me quejo haciendo un puchero—Mi pobre cama tan sola....

Matthyw sale conmigo de la habitación, y rápidamente veo que estamos en la sala en común del segundo piso.

No demoró en percatarme que nos dirigimos a mi habitación, bueno, a la que me apropie como mía.

—Lheyra, escucha—Pide suavemente, aunque su voz es seria—No es una fiesta normal...

—¿No hay drogas ni alcohol?

—No, si hay.

—Entonces es normal—Sonrío divertida.

Suelta un suspiro dejándome con delicadeza sobre la cama, para luego dirigirse hacia el armario.

—Es distinta, y no en el buen sentido—Aclara sin una pizca de diversión, mientras sus ojos recorren el armario—Y por eso, intentamos que practicarás tus modales, bueno, eh...

"Intentamos", gran forma de decir "terminamos follando".

¿Puedes callarte por un momento, Conciencia?

—Sé los modales que hay en un evento de gala, Matthyw—Comento obvia—He ido a galas desde que tengo memoria; mis padres son políticos.

—Lo sé, pero no eran "modales" convencionales los que queríamos enseñarte.

—¿Y qué eran?

Su espalda se tensa, pero lo disimula mientras sigue husmeando entre la ropa, que supongo que Débora elegió. Porque a decir verdad, no parece el gusto de ninguno de ellos.

—Mierda, haré que cambien estás cosas—Murmura tirando algunas prendas al suelo.

—Qué rápida forma de cambiar de tema—Comento pero no obtengo respuestas.

El rubio demora unos minutos, pero finalmente saca un vestido azul, de mangas largas, que a pesar de ser corto, es bastante reservado.

—Es feo.

—Lo sé, y es perfecto—Agrega sin dejar de lado su tono de seriedad—¿Puedes moverte?

Su pregunta me toma por sorpresa, pero rápidamente me arrodilló sobre la cama, mirándolo expectante.

¿Sobre ti? Siempre.

Vaya pecadora ¿haz visto la biblia, niña? Ojalá y la leas, amén.

—Ya veo que si, báñate, y alístate, salimos en media hora.

Me quedo con la palabra en la boca, cuando sale de la habitación, dejando el vestido sobre la cama.

Anda, que bien, una fiesta.

Disimula el sarcasmo mínimo.

(....)



Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Where stories live. Discover now