87. Se acabó el tiempo

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Narrador Omnisciente:

«Es temido. No respetado» Había afirmado una mujer con descaro a su lado. Él la asesino.

Se rumoreaba de lo impredecible que Kendo se volvía pero, lejos de la razón, todos le temían. Confundían sus arrebatos guiados por su impulsividad con la espontaneidad.

Kendo, un hombre de negocios, era conocido por reír con naturalidad con quién minutos más tarde resultaba asesinado por sus propias manos. Y no, lejos de ser planeado o un movimiento analizado, solo era un ataque de impulsividad.

Su madre, Nancy, no había pasado por alto estos ataques, pero cegada por el potencial de su propio hijo, le había dado el arma más valiosa que ella poseía: información.

«La información es poder» Había asegurado, mientras le enseñaba todo lo necesario para volverlo letal. Y lo consiguió.

Pero, alejado del resultado que esperaba, su hijo seguía guiandose por impulsos.

El miedo crecía en todo aquel que lo rodeaba. Kendo planificaba con antelación sus socios comerciales, ideando un futuro lejano dónde los negocios fluían junto a sus nuevos socios.

Pero, eso nunca sucedía. Y él era la razón.

El impulso lo dominaba, y aunque la firma de un contrato beneficiario a su negocio se presentaba como una oferta frente a él, sus ataques eran aún más fuertes, y jamás llegaba con su socio vivo al final de la charla.

Los rumores se expandían velozmente, y el miedo se fundió en todo aquel que lo conoció. Nadie sabía cuál sería su próximo movimiento, ni siquiera él mismo. Y eso lo molestó.

El arrepentimiento lo consumían cada vez que sus ojos volvían a enfocar el caos que había frente a él.

Ya era tarde. Siempre era tarde, cuando al fin el sentido albergaba sus pensamientos.

Y por si el arrepentimiento no lo golpeará lo suficientemente fuerte, la voz de su madre llegaba como un recuerdo mordaz.

«Es un arma letal...» Pronunciaba ella mientras sus manos acariciaban la suavidad de los pétalos tan oscuros como las sombras «Pero en manos equivocadas...es una mentira» Había afirmado dejando de lado la rosa, conteniendo la esperanza en su mirada.

Esperanza que jamás floreció.

Ella se había equivocado. Su hijo no estaba listo para un poder tan grande pero, cuando se dió cuenta, ya era demasiado tarde.

Ahora Kendo, en su propia oficina de aquel bar abandonado, sonreía satisfecho mirando la pantalla. Había seguido el consejo de su aprendiz; Henrry Jacobo. Quién también mirada interesado la pantalla frente a ambos; Lheyra se paseaba libremente por el living de su propia casa, incapaz de saber de la cámara que filtraba cada uno de sus movimientos.

Kendo miraba el vídeo que se reproducía frente a ellos, dónde minutos antes había observado atentamente la conversación que Lheyra había emprendido con su amigo.

Una fiesta. Sagebrush. Y un asesinato.
Eso fue todo lo que Kendo necesitó escuchar para que la emoción atravesará su pecho.

Su sobrina lo traicionaria, y él lo sabía, aún así sonrío intensamente, interesado en el siguiente paso de la castaña.

(.....)

Narra Lheyra:

El viaje de mis padres se retraso. Cómo siempre. Tenían un asunto que resolver en Canadá antes de volar hasta aquí.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora