56. Condiciones

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Narra Lheyra:

—Estableceremos las condiciones—La siniestra sonrisa de Nizaw hiela mis huesos.

Mi mente pide correr, sé que esas condiciones, no son simples palabras, pero no me muevo. Estoy paralizada, acorralada por los tres hermanos a los que todos temen...

Y tal vez yo también debería, pero no lo hago, o al menos no lo demuestro.

—¿Qué les hace creer que aceptaré esas condiciones?

—Mmm...¿Cómo era que se llamaba ese amiguito tuyo?—Pregunta con burla Matthyw, causando que me tense.

Doy un paso adelante, su pecho choca con el mío, pero le sostengo la mirada, como una serpiente enroscada apunto de atacar.

—Le tocan un pelo, y juro que los asare vivos—Siseo, clavando mi uña en el centro de pecho.

—Oh, calma gatita, guarda las uñas—Pide con diversión el castaño, alejándome de su hermano—No le haremos nada, o bueno, quizás sí.

—Eso depende de ti—Menciona Nizaw, acercándose aún más.

De repente estoy rodeada por los tres contra la isla de la cocina. Mi espalda roza el frío material, pero no bajo la guardia.

—¿Cuáles son las condiciones?—Murmuro entre dientes, evitando mirarlos.

La mano del rubio, se posa en mi mentón obligandome a mantener el contacto visual, aprieto los dientes, conteniendo las ganas que tengo de escupirles.

Son unos malditos, juegan con la vida de Kus, como si fuese una simple moneda de trueque.

—Primero, no dirás una sola palabra de esto, de nada que pueda perjudicar nuestra imagen—Comieza a decir a Matthyw—Y no intentes hacerte la lista, porque las consecuencias serán peores.

—Segundo, pagarás todas las consecuencias de tus acciones, pasadas o no, tendrán un castigo—La voz del pelinegro es ronca, logrando erizar mi piel.

—No creerías que burlarías nuestro apellido, sin tener consecuencias, ¿verdad, nena?

Niego, no porque quiera, es la mano del castaño que remplaza al rubio, obligandome a mover la cabeza de un lado a otro en negación.

—Yo también tengo mi condición.

—Shh, no te adelantes, todavía no hemos terminado—Se apresura a decir Matthyw con un tono dominante que me deja muda—Tercera condición, dirás la verdad y no te atrevas a mentirnos porque lo sabremos.

—Bien, pero quiero ver a Markus—Me cruzo de brazos, deshaciendome del agarre en mi mentón.

—Lo harás, pero cuando hayas cumplido el trato—Asegura Nizaw, tendiendome los papeles que antes traía en sus manos.

Los agarro desconfiada, echándole una mirada a los hermanos que esperan aún manteniendo sus sonrisas burlonas.

Les divierte la situación.

Les divierte creer que te tienen bajo su control.

No voy a firmar nada—Aseguro dejando caer los documentos al suelo.

—Eres más astuta de lo que creí—Halaga Matthyw, jugando con un mechón rebelde, hasta colocarlo detrás de mi oreja.

—Dejenme ver a Markus, y tendremos un trato.

—Eso no se va a poder—Niega Lukaw fingiendo estar apenado—Esta demasiado lejos.

Mi corazón late de prisa, ante el posible significado oculto detrás de sus palabras.

—Te aseguraremos que está vivo, pero antes acepta las condiciones—Concede el pelinegro.

—No aceptaré las suyas, sin antes declarar mi condición.

—Bien, te escuchamos, nena.

—Cumpliré sus condiciones, pero a mi manera.

Matthyw enarca una ceja, soltando un bufido.

—Así no funcionan las condiciones—Asegura con sorna el rubio—Tu condición, no puede contradecir la nuestra.

—No estoy contradiciendo nada—Me encojo de hombros restándole importancia—Responderé sus preguntas,   no diré nada, y... aceptaré sus castigos.

El silencio se forma entre nosostros, Nizaw parece analizarme, tanto, que cais siento que puede leer mis pensamientos, pero se que no lo hace cuando las primeras palabras salen de sus labios.

—Trato.

El castaño se aleja, llamando mi atención, pero antes de que pueda indagar el porqué de su distanciamiento, Matthyw cubre mi visión con su enorme cuerpo.

—Mañana hay un evento de gala—Anuncia el rubio—Y vendrás con nosotros.

—Y no te separaras de nosotros, en ningún momento—Agrega Nizaw.

Asiento, sin tener más opción.

—En el mediodía vendrán las maquilladoras, y las encargadas de arreglarte—Continua diciendo el rubio.

—Debes practicar tus modales.

Alzo una ceja, levemente ofendida por las palabras del pelinegro ¿Acaso insinúa que no tengo modales?

—Se las etiquetas ha cumplir de esos eventos—Mascullo.

—¿Ah sí? ¿y que harás cuando pase esto?—Cuestiona Matthyw, y de repente, me alza hasta ponerme sobre la encimera de la isla.

No atino a decir nada, cuando se cuela entre mis piernas, posando sus manos de manera posesiva en mis muslos.

—¿Qué?...

—Debes estar preparada, nuestras galas no son como a las que has asistido—Rumora Nizaw alejándose hasta alcanzar una manzana, que muerde logrando que el jugo de la fruta se dezlize por sus labios, cayendo por su mentón y ....

Trago saliva, apartando la vista, para volver a la realidad.

—¿Cómo son? ¿cómo son estás galas?—Pregunto tratando de encontrar mi propia voz.

—Diferentes—Responde el rubio, afirmando sus manos en mi piel.

Intento cerrar mis piernas por instinto, pero su fuerza me obliga a mantenerme abierta.

—Mañana practicaremos tus modales—Menciona con desinterés el rubio alejándome, dejándome sobre la encimera.

—Ahora come, ya es tarde—Ordena el castaño, que entra en mi campo visual con un gran plato de pasta.

(...)

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Where stories live. Discover now