62. Una gala extraña

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Narra Lheyra:

—¿Qué es lo raro acá?—Pregunto, al llegar al lugar.

Cómo en cualquier gala, las mesas y sillas a un lado dejando un gran espacio para caminar. La decoración elegante, la música y las copas llenas de vinos y bebidas finas...Las personas bebiendo y charlando.

Aunque lo único raro que veo acá, es mi vestido. Bueno, aunque no soy la única vestida así, la mayoría de mujeres tiene vestidos de gala, largos y elegantes.

—Ya lo verás—Murmura algo cortante Matthyw, guiandome con su mano en mi espalda baja, hacia el interior del lugar.

Unos guardias no reciben, pero no hace falta que digan sus nombres para que los registren.

—Señores Skillek—Asiente un guardia con la cabeza—¿Su acompañante es?

—Reservada—Responde de forma fría Lukaw.

¿Cómo qué reservada? ¿Qué soy? ¿Un pollo para llevar?

—Oh, adelante—Nos deja pasar, no sin antes mirarme de arriba a bajo con notoria curiosidad...

Los tres de trajes, caminan llevándose el mundo por delante, a pesar de que reciben varios saludos, solo asienten, ignorando a la mayoría.

Llegamos a una mesa, y mientras ellos se sientan en los únicas tres sillas observo el ambiente.

Nizaw palmea sus piernas, cuando me dedico a observar alguna silla libre, pero, no hay.

La mayoría de mujeres están sentadas sobre los hombres, a expeción de las que visten como yo.

Me acerco al pelinegro, sentándose sobre sus piernas, mientras esté envuelve mi cintura con su brazo.

—¿Por qué estoy vestida así?

—Son las etiquetas—Responde el castaño—Las que van de gala, son compartidas.

—¿Qué?—Me giro hacia él, que no me observa solo mira el ambiente con un ojo crítico.

Ninguno parece muy contento de estar aquí.

—Las mujeres que van de largo, son aquellas a las que está permitido coquetearles, algunas están solteras otras no—Agrega Matthyw—No tienen sillas porque van de un hombre en otro.

—¿Y porque yo no tengo silla?

—Preferimos que tú llegada no fuera con aviso—Contesta Lukaw.

—¿Por qué?

—Haces muchas preguntas—Menciona Matthyw, que luce realmente tenso.

Giro hacia el pelinegro buscando que diga algo, pero permanece inexpresivo.

—Nena, no te esfuerces con mi hermano, no habla en lugares así.

Asiento, entendiendo que al parecer está será una noche larga y aburrida, para peor ni si quiera es media noche.

Un hombre se acerca a nuestra mesa, su bigote aunque algo desprolijo lo hace parecer una persona de plata.

Los bigotudos son hippies, no platudos, Lheyra.

Depende del bigote.

—Skillek—Dice a modo de saludo, con un asentimiento—Y señorita...—Me mira esperando que diga mi nombre.

Siento el brazo del pelinegro agarrar mi cintura más fuerte de forma posesiva.

—Lheyra—Contesto por cortesía.

Una horrible sonrisa adorna su rostro, mientras levanta la copa en su mano.

—¿Así que camuflada?

Veo a los hermanos en busca de alguna respuesta a la pregunta del hombre, no estaría entendiendo que pasa.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora