58. Castigo

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Maratón 1/3.

Narra Lheyra:

—¿Es eso lo que tú quieres, verdad nena?

Muevo mi boca, intentando hablar, pero solo puedo fijarme en los labios del rubio frente a mi. Tan húmedos, tan gruesos y...

Al carajo con todo.

—Si—Susurro.

Los tres pares de ojos se fijan en mi, como depredadores que acaban de cazar a su presa. Pero, está vez quizás quiera ser su presa.

Y es que, incluso la presa puede sorprender al depredador, y atacarlo primero. Y así es como soy yo, quién agarra la camisa del rubio, obligandolo a bajar hasta mi altura.

Nuestros labios impactan con brutalidad,  siento sus dientes morder con fuerza mi labio inferior.

La sangre se impregna en mi paladar, mi propia sangre, pero no me molesta, no cuando tengo tres pares de manos recorriendo mi cuerpo.

Me separó del rubio, cuando la mano del pelinegro se adueña de mi nuca, y me besa. Me besa como si les perteneciera, con posesividad.

Mi respiración se agita, jadeo en busca de aire, intentando no ahogarme. Pero, Nizaw no me deja apartarme.

Uff dominame hasta la caminata, guapo.

Calla, Conciencia.

—Pensé que me castigarían—Menciono divertida, aún sintiendo el aire faltante en mis pulmones.

Mi nariz roza con la del pelinegro, cierro los ojos, pero puedo sentir su sonrisa burlona.

—Aún no ha comenzado—Su susurro provoca que mis vellos se pongan de punta, erizando mi piel.

No me da tiempo a reaccionar, cuando el castaño jala de mi cintura apartándome de sus hermanos.

Desliza sus dedos por mi clavícula  dejando un hormigueo por dónde su cálido tacto pasa.

Sube a su mano por mi cuello, detallando cada centímetro de mi piel, para luego sostener mi mandíbula en un agarre firme y dominante.

—Me debes muchas disculpas, nena, podrías empezar ahora—Sugiere con la voz tan ronca que provoca que me pierda en el deseo.

—¿Cómo podría disculparme?—Pregunto inocente, mordiendo mi labio inferior.

Su mirada verdosa se queda paralizada en ese simple acto, y llevando su dedo pulgar a mis labios.

Entreabro mis labios, dejando entrar su pulgar en mi boca. Recorro cada centímetro de su dedo, humedeciéndolo con mi lengua.

Sus ojos se vuelven oscuros, mientras succionó su pulgar, hasta que lo saca, sonrío cuando veo la lujuria en su mirada.

Intento arrodillarme frente a él, pero me detiene, negando levemente con la cabeza.

—Tus gritos serán suficiente perdón.

Sus palabras me desconciertan, pero cuando siento otro cuerpo a mi espalda, no puedo evitar jadear de sorpresa.

Siento algo duro. Muy duro. En mi culo.

Y grande.

Trago saliva, cuando veo lo que oculta el pantalón del castaño, y sé que esa sonrisa arrogante, también esconde algo más.

Las manos del pelinegro a mis espaldas se apoderan de mi cintura, mientras su aliento ronronea en mi cuello.

Mis latidos se aceleran, cuando veo la intención de Lukaw, bajando sus manos hasta abrir mis muslos. Es delicado, su toque es ligero, pero quema.

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora