37. Diversión (2)

718 48 2
                                    

Narra Lheyra:

Me quedo un rato sola en el patio, sin mucho que hacer, aunque bueno, si volvía a casa tampoco tengo mucho para hacer.

Además, presiento que será una noche divertida.

—Ay, muñeca—Ruedo los ojos al escuchar de nuevo esa voz. El mismo chico de hace un rato se acerca nuevamente a mi—Aún tan solita.

¿Acaso la patada en las bolas no fue suficiente?

Tal vez no, tal vez quiera otra más.

—Aún tan tontito.

De repente, su expresión de coqueteo da paso a una de enfado, y sin que lo espere me empuja hasta que mi cuerpo impactar con la pared.

—¿Vas a hacerte la difícil?—Sisea—Entonces será por las malas.

Su cuerpo me aprisiona, y sus manos no demoran en ir al borde de mi vestido, con la intención de colarse dentro de este.

—Sueltame, cabrón—Lo empujo, aunque no logro moverlo.

Entro a desesperarme, cuando sus dedos llegan a la piel de mi muslo interno, y sin pensarlo hago lo primero que cruza por mi mente.

—Bésame—Le pido, y no sé si es él o yo quien se sorprende más.

Una sonrisa canalla aparece en su reo rostro, agarra mi mandíbula con brusquedad, poniendo su otra mano detrás de mi nuca. Pero antes de ser besada por un imbécil, cuando él está muy seguro que lo haré, mis dedos van directo a las cuencas de sus ojos.

El grito de dolor, mezclado con el asombro son una gran mezcla en el tipo, qué ahora se frota los ojos como si eso pudiera aliviar el dolor.

Cuando ya estoy lista para intentar golpearlo, o de nuevo utilizar mis uñas, él se aproxima con furia, pero antes de que llegue a mi, alguien lo detiene.

—Haner—La voz autoritaria incluso hace que yo me sienta intimidada.

El tipo voltea, y puedo ver cómo su nuez de Adán baja, y sube cuando traga saliva, mirando con un miedo irracional al pelinegro.

—¿Qué hacías con ella?—Cuestiona Nizaw, que aún desde atrás del sujeto lo mantiene quiero agarrándolo de los hombros.

—Yo, eh, solo nos estábamos divirtiéndonos.

—Divirtiéndonos—Murmuro con clara ironía, rodando los ojos.

—¿Así?—Una sonrisa macabra aparece en el rostro del pelinegro—Espero que hayas disfrutado de la diversión, porque hay algunos interesados en divertirse contigo.

Nizaw mueve los hombros del sujeto, logrando que este cambie la dirección de su mirada, hasta topar con un chico que perfectamente podría ser jugador de básquet. El posible basquetbolista le dedica una mirada al sujeto, antes de agarrarse el entrepierna, con una clara propuesta.

—Yo, no...Yo no estaba haciendo nada—Se defiende tartamudeando.

—Eso no lo decides tú.

La mirada azulada se posa en mi, y a dónde había un ser aterrador, ahora solo hay alguien paciente que espera por mi respuesta, aunque sigue existiendo autoridad en su mirada.

—Que lo jodan—Es lo único que digo, recostando mi espalda en la pared, a medida que cruzo mis brazos.

—Maldita—El sujeto escupe cerca de mis pies.

Le saco el dedo corazón, aún sin moverme un centímetro, el tipo qué tan solo unos minutos atrás quería violarme, ahora está indefenso frente a mi.

Aunque no por ti, dale un poco de crédito al guapo del pelinegro.

El agarre de Nizaw empieza a ser más fuerte, e incluso se ve doloroso sobre los hombros del acosador. De repente golpea detrás de las piernas del tipo, y este cae de rodillas frente a mi.

—No se repetirá. Te lo juro, suéltame porfavor—El ruego es evidente en la plegaria del sujeto, pero Nizaw no parece conmovido por su palabrería.

Veo como el pelinegro tira del pelo del sujeto, obligándolo a mirarme mientras murmura unas palabras que no logro oír.

Narra Nizaw:

Existen personas que son suicidas, pero la combinación de suicidas, e imbéciles son las más detestables. Haner es la descripción perfecta de ello.

Aunque superó mis expectativas.

A pesar de ser del equipo Rojo, no pensé que le faltarán tantas neuronas, como para intentar abusar a una chica.

Hace un rato que mi vista solo estaba enfocada en una persona: la castaña con un vestido ceñido a su cuerpo había robado toda mi atención.

Pero no tenía intenciones de acercarme, y menos cuando escuché claramente lo que pronunciaron esos finos labios delicados, y tentadores.

«Bésame»

Aunque todo cambio, cuando ví como la castaña atacaba al imbécil, intentando sacarselo de encima.

No sabría decifrar si es ella bipolar, o él se sobrepaso, pero realmente es de admirar la técnica de defensa.

Me acerque a ellos, y no sabría decir porqué. No debería haberlo hecho, sé que cualquiera que aún se mantenga en sus sentidos podría ver esto como un espectáculo.

Existe gente que cree que soy mudo. Es patético, pero no haré nada por contradecir esos rumores.

Y ahora me encuentro aquí, hablando solo por ella. Tal vez fue un impulso venir aquí, quizás en otras situaciones solo habría defendido a la chica, sin mediar palabras con nadie. No es difícil, no cuando tú presencia es suficiente amenaza.

Es extraño, no suelo guiarme por impulsos, pero ahora me dominan las ganas de golpear al idiota hasta que su rostro se vuelva deforme.

Vuelvo a la realidad cuando el idiota decide hablar, intentando rogar por algo que no se le concederá.

—No se repetirá. Te lo juro, suéltame porfavor.

Tiro de su pelo con brusquedad, hasta que su cuello queda en un posición incómoda, mirando directamente a la castaña.

—La tocas una vez más, y te aseguro que disfrutaré con tus gritos—Murmuro con una amanezca clara, lo suficientemente bajo para que ella no lo escuché.

—Es solo una puta más.

—Pensaba derretir tus dedos en ácidos, ahora tu lengua también está en lista—Menciono con diversión, pero está rápidamente se esfuma dando paso a la seriedad—Ruegale su perdón.

—No-n...—Tiro de su pelo, y suelta un grito, antes de enfocar su vista en la castaña—Lo- lo siento.

Más que una disculpa me suena a burla, y creo que a la castaña con malos gustos musicales, también.

—¿Así?—Ella se agacha, y cuando creo que está por decirle algo a la cara, agarra un vaso a medio terminar del suelo—Espero que lo hagas—Dice antes de derramar la bebida sobre él.

Lo suelto, y cae completamente al suelo, apenas apoyándose en el suelo, frente a ella, que sonreí como una maldita loca.

Apoya su tacón, en la mano de él, y no hace falta ser un sabio, para saber que el grito de dolor, se debe a su mano, y la sangre que sale de ella, manchando el tacón de punta fina.

Cuando se aburre, da un paso atrás, aún manteniendo esa sonrisa tan demente, pero al mismo tiempo tan provocativa. Dudo que ella sepa la magnitud de su sonrisa.

—Hasta luego, Haner—Se despide con la burla plasmada en su voz.

La veo marcharse, y me es imposible no bajar mis ojos cuando se gira de espaldas volviendo adentro.

¿Por qué...? Sacudo mi cabeza brevemente, como si eso pudiera borrar los pensamientos de mi mente.

Joder ¿Qué acaba de suceder?

(....)

Uyyy ¿Qué está pasando aquí?

Tres Mentiras, Una Verdad [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora