Wakanda

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— Si es una broma, creo que ya fue suficiente Estelle. — Aseguró Eros.

— Hablo enserio. No puedo recordar a mis padres. — Contesté cada vez más asustada.

Todos intercambiábamos miradas una y otra vez, nadie sabía lo que pasaba. Cada que trataba de recordar no podía y me dolía muchísimo la cabeza. Se sentía como si tratara de entender como funcionaba una máquina compleja viéndola por primera vez, mi mente solo estaba en blanco.

Me sentía bien imbécil.

Tuve que contarles lo que soñé, absolutamente todo pero ellos tampoco entendieron lo que significaba y tampoco había alguna entidad que fuera capaz de hacer eso.
Por un momento me excusé para ir corriendo hacia mi habitación y revisar la lifa en caso de que alguna de mis peticiones hubiera sido cumplida pero tal y como la última vez que la usé, la página destinada al regreso de Eros estaba completamente vacía.

— Qué haces? — Preguntó Eros ingresando sin que me diera cuenta a la habitación. Eso ocasionó que cerrara el diario de golpe.

— Nada. — Contesté a la defensiva, luego pensé mejor mis palabras y encontré una excusa. — Bueno, en realidad buscaba algo que pudiera servirme para conectar con mis padres.

— Pero por qué revisas en ese cuaderno? No sería más sencillo acudir a tu diario? — Respondió de inmediato. — Es decir, la tablet, debe tener algo útil, no? Y yo que creí que era ridículo.

En ese momento iba decidida a buscar la tablet pero Mariamne ingresó solicitándonos en el salón principal para reunirnos con la reina. Los tres nos apresuramos para llegar y ella esperaba junto a su guardia real, con un movimiento de la muñeca ellas se fueron dejándonos solos a los cuatro.

— Nuestra única respuesta podría estar con Hera, fui a preguntar si sabía algo pero dijo que solo hablaría contigo. Algo riesgoso, podría estar planeando algo.

— Iré. — Dije sin pensar.

— Estás segura? — Preguntó Eros. — Podría ir contigo.

— Si necesito de ti llamaré. Pero antes de ir con ella necesito el vestido más fino que tengan.

— Es un interrogatorio no una noche de bodas. — Respondió Eros algo confundido.

— No es para mí, imbécil. Es para ella, debe estar muy resentida por lo que ocurrió, siento que una vestimenta que no esté rasgada y sucia le hará hablar. Eso y una nueva celda que tenga todas las comodidades posibles, donde está ahora es muy desagradable. — Comenté haciendo una mueca.

— Desde cuándo eres chantajista? — Preguntó Eros como si ya no me reconociera. — Me gusta.

Con un vestido de seda muy fino en palo de rosa me dispuse a ingresar a su nueva celda, una tan extensa como mi habitación en aquel castillo. Cuando ella me vio soltó una risa irónica. — Deben estar realmente desesperadas, cierto?

Algo molesta por su actitud le lancé el vestido en la cara. — Al final del día eres una diosa, no me pareció justo dejarte en esa sucia celda, incluso vi una rata.

— Son mis amigas. — Se defendió. La observé con cara de asco y ella agregó: — Podrían traerlas? Son tres.

— Ahora eres Cenicienta? — Respondí bien juzgona.

Yo bien juzgona escribiendo en este momento mientras cuido a una paloma callejera porque no podía dejar que mis gatos se la coman. Se llama Tiline porque no sabía si era niña o niño.

Actualización(unos días después): Ya liberé a la paloma, me dolió AKJAKJJKSA 

— Eran mis compañeras, así que resérvate tus comentarios. — Ingresó a un vestidor para cambiarse. — Qué quieres?

Tres vidas (Shifting)Where stories live. Discover now