Sexagésimo-tercero

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Los días pasaban sin mucha prisa, al menos para Kyungsoo, quien casi sentía como si todo estuviese correcto y en orden. Sin embargo, eso no era así, ya que todavía había varios aspectos que provocaban que su vida estuviese bastante alejada de la normalidad que una vez conoció.

                   
La primera de ellas, y la más obvia, era que se encontraba viviendo a lado de un asesino a sueldo por gusto propio. Ya que, por solicitud de JongIn, Kyungsoo se instaló junto a éste desde el día en que el mercenario se abrió ante él relatándole parte de su pasado, un punto de partida que provocó una mayor conexión entre ambos. Desde ese mismo instante Kyungsoo simplemente hacía lo que su ser deseaba con respecto al mercenario. Ya no se contenía en darle un beso de 'buenos días' o de 'buenas noches' aun cuando sus mejillas se sonrojaban levemente, o el de preparar recetas en la pequeña cocina improvisada para que ambos tuviesen una tranquila convivencia sin necesidad de salir del departamento, o el de recibirlo con una bienvenida cada que regresaba de algún lugar, o el de acurrucarse en el pecho del contrario para transmitirle su calidez cuando se encontraban en la cama o el sofá. Actos sencillos pero que demostraban los genuinos sentimientos del menor, actos que hacían que el corazón del mercenario se sintiese un poco más liviano día con día.

                   
Lo segundo recaía en su entrenamiento, el cual seguía manteniendo en pie, realizándolo diariamente sin descanso. Ya iba por los tres meses y medio, y los cambios lo hacían sentirse una persona renovada puesto que su agilidad, fuerza, resistencia, y rapidez aumentaban a cada lagartija, brinco o golpe que daba. La rutina física y técnica no había cambiado demasiado ya que primero debía perfeccionarla para subir a otro nivel de dificultad, aunque a la cuarta semana el mercenario dio pauta a hablarle y mostrarle ejemplos sobre el uso y manejo de armas de fuego, armas con las que pronto comenzaría a practicar. Gulf debía admitir que JongIn era un excelente maestro.

                   
Su comunicación con su familia y amigos continuaba, siendo los mensajes el principal medio por el cual se informaba y daba señales de vida cada poco tiempo. Seguía extrañándolos como el infierno, pero de un modo u otro tenía una ligera sensación de que cada vez estaba más cerca de reencontrarse con ellos, sensación que no sabía si tomar de buena o mala manera y que no le daba tantas vueltas por la misma razón. Siguiendo el hilo aún no quería pensar en el hecho de que en algún punto tendría que regresar, y con ello sería totalmente necesario ver las posibles medidas para continuar con su relación con JongIn, porque de una cosa estaba seguro y era el hecho de que aquello no impediría seguir junto al mercenario. Cuando llegase el momento, lo vería. Sabía que su familia y amigos aceptarían su relación sin ningún inconveniente, sólo debía inventar una historia creíble que no tuviera nada que ver con lo que realmente ocurrió durante todo ese tiempo que estuvo "desaparecido", ya que no quería darles un infarto a sus padres al saber que su primer y único interés romántico se trataba de un asesino a sueldo.

                   
Sin embargo, aun después de todo lo anterior, justo en esos momentos era como si la calma estuviera apareciendo después de la tormenta que vivió Kyungsoo.

                   
Volviendo a la realidad estaban a punto de terminar con el entrenamiento diario, momento del día donde el mercenario siempre trataba de estar presente. Por esa misma razón se encontraba parado frente al pelinegro para practicar la técnica de acción y reacción de éste.

                   
-Dame un golpe.- Una leve sonrisa burlona se posó en los labios del mercenario. Esa corta frase era la que siempre le decía a Kyungsoo al momento de practicar, hasta ese punto el único que terminaba con algún golpe o en el suelo era el pelinegro, pero gracias a las caídas y moretones se observaba una diferencia notable en cuanto a su precisión y destreza en una pelea cuerpo a cuerpo.

                   
-Te voy a quitar esa sonrisa en cinco segundos.- Kyungsoo dijo en tono bromista sintiendo unas pocas gotas de sudor recorrer su rostro.

                   
-Quiero verte intentarlo.- El mayor habló un tanto amenazante, pero Kyungsoo ya lo conocía lo suficiente como para saber que le estaba siguiendo el juego.

                           
         
               
-No te tengo miedo.- Ambos terminaron por sonreír.

El jugueteo y comentarios de ese tipo se volvía cada vez más comunes entre ambos.

El mercenario poco a poco dejaba fluir sus emociones y con ellas las reacciones naturales que le provocaba Kyungsoo, como lo era el sonreír. Ya no se limitaba a sólo sentir y ocultar.

Entonces el enfrentamiento comenzó.

Kyungsoo vio las posibles opciones de pelea en su cabeza, era obvio su desventaja en contra de JongIn, sin embargo, no se dejó amedrentar.

Lo único que quería conseguir era darle un golpe completo, si lograba su cometido se daba por bien servido.

Adaptándose al nivel de su adversario, el primero en atacar fue el mercenario quien, sin esperar mucho, se lanzó contra el contrario quien a último segundo bloqueó sus movimientos.

Puñetazos y patadas no se hicieron esperar por ninguna de las dos partes. Golpes que eran bloqueados o esquivados.

Gulf sentía cómo un poco de adrenalina recorría su cuerpo queriendo propinarle un puñetazo a su contrincante, pero era casi imposible conseguirlo.

No duró mucho tiempo el combate cuando ambos terminaron en el suelo, al ser Kyungsoo quien sujetó al mercenario para llevarlo consigo, éste obviamente permitió aquello.

Hubieran podido seguir con la pelea amistosa, pero el mercenario tenía otros planes.

-Nada mal.- Dijo JongIn, quedando recostados frente a frente sobre la dura superficie. El menor regularizando un poco su respiración.

-Pero no te di ningún golpe.- Kyungsoo estaba levemente frustrado.

-Pero te libraste de mis ataques, y me bloqueaste la mayoría de veces.-

-Es cierto, gracias.- Sonrió levemente. El mercenario reconocía su arduo trabajo.

Ambos se contemplaron por unos instantes. Kyungsoo seguía sin descifrar aquella mirada que le estaba dando el mercenario hasta que éste rompió el silencio.

-Hay que salir a cenar.- Comentó de pronto el mayor.

-Oh, claro. Me parece muy bien.- Una pequeña sonrisa quedó en los labios del pelinegro.

Desde varios días atrás Kyungsoo había notado diferente a JongIn en el buen sentido de la palabra, algo que lo mantenía ciertamente curioso.

Una vez estuvieron de pie se dispusieron a prepararse para salir, pues el atardecer ya iba desaparecido.

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Desde aquella vez en la que Taemin había lanzado el comentario de un noviazgo refiriéndose a él y a JongIn, Kyungsoo de vez en cuando se encontraba reflexionando sobre el hecho de que muy posiblemente el mercenario no se encontraba pensando en ese tipo de banalidades, por lo cual era muy probable que nunca le pidiese ser su novio como tal. Y el pelinegro de cierta forma podía comprender el supuesto pensar del mercenario en respecto a ponerle un nombre a su relación.

Pero en esos instantes no estaba tan seguro de ello, al estar ambos dentro de un sofisticado y elegante restaurant a las afueras de la ciudad, dentro de un ambiente llegando a lo íntimo y acogedor en compañía de velas que hacían a la experiencia aún más agradable.

Desde el inició todo fue de maravilla. Después de pedir sus correspondientes platillos, ambos los degustaron entre una maravillosa comodidad y ligeros comentarios sobre temas variados. Momentos como esos junto al contrario eran los que el pelinegro atesoraba.

       

Adicto a Ti [Kaisoo]Where stories live. Discover now