Quincuagésimo-cuarto

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Estaba recién despertando en el inicio de una nueva semana.

Su respiración agitada, mostraba lo desalineado que se encontraba entre las colchas. Kyungsoo acaba de despertar rememorando el sueño tan febril y caliente que su mente repetía una y otra vez como disco rayado.

Claramente se trataba de un sueño húmedo. Uno donde él y cierto mercenario eran los protagonistas.
No era la primera vez que le ocurría, sin embargo, en esa ocasión en específico además de abochornarse violentamente, seguía sintiéndose...necesitado.

Habitualmente la vergüenza le impedía hacer algo más que tomar una fría ducha y esperar a que su mente dejase de recordar aquellas imágenes subidas de tono.

Pero ahora aparte de sentirse intensamente avergonzado, su hormonal cuerpo y recuerdos de pasados momentos junto a JongIn, le impedían pensar correctamente.

Quería desahogarse.

Tragándose la pena, sabía que aquello era lo mas normal para un hombre apenas en sus veintes. Nadie sabría de su pequeño momento de intimidad consigo mismo.

Entonces...dejó a su imaginación fluir.
Sintiéndose levemente sudado, cerró sus ojos, comenzando a recorrer su mano entre su pecho bajando de apoco hasta su obvia erección que se alzaba a través de su pijama.

¿Qué era lo que estaba pensando?
En las grandes y venosas manos de JongIn, recorrerle todo el cuerpo. Imaginando al mercenario encima suyo dándole deliciosas caricias.
-....hah..JongIn...- Su mano llegó hasta su pene, por sobre la ropa.

                   
Nunca había tenido que recurrir a ese tipo de acciones, ni siquiera cuando era un simple puberto. Ahora bien descubrió lo satisfactorio que era el sexo, muchas veces había querido realizar algo de esa índole para apaciguar el gran deseo que abrazaba su cuerpo en ciertos casos.
Estuvo acariciándose por sobre la ropa un par de minutos hasta que decidió bajarse la parte inferior de su pijama junto a su ropa interior.

Una idea llegó a su mente.

Llevó su mano contraria hasta su boca para humedecer un par de sus dedos.
En ese momento sólo pensaba en el placer que el mercenario le llegó a dar.
Una vez tuvo suficiente saliva en sus propios dedos los llevo hasta su entrada. Estaba boca arriba por lo cual era algo complicado realizar lo que estaba a punto de hacer.

Hasta que pensó en una posición más cómoda. Con algo de desespero se puso boca abajo en la cama, hasta quedar en cuatro. Por un momento la vergüenza lo embargó, pero un nuevo pensamiento de JongIn lo hizo inclinarse, dejando únicamente su trasero levantado.
Era la primera vez que dejaba a sus impulsos controlar su cuerpo, y no se estaba arrepintiendo en lo absoluto.
Llevando sus dedos ensalivados hasta su entrada los fue introduciendo uno a uno mientras continuaba masturbándose.
-...Hah...uhm.- Sólo podía pensar en el mercenario, estando junto a él. JongIn, JongIn, JongIn.
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.
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Casi al mismo tiempo, en el edificio contrario. El mercenario se encontraba sentado en su saco de dormir, complaciéndose con la mano.
-Joder, mocoso. Como me gustaría tenerte debajo mío llenándote tan bien.- Gruñía completamente ajeno a que a algunos metros en otra habitación, alguien rogaba porque estuviese a su lado.

                   
No podía imaginar a nadie más que no fuera al pelinegro, y eso ya no le parecía tan descabellado.  

                   
"No necesito a alguien más si lo tengo a él." Era uno de los pensamientos fugases que orbitaban su mente.

                   
                   
Ya habían pasado al rededor de una semana y media. ¿Qué había ocurrido durante todo ese tiempo?
Un mercenario había tocado la puerta del departamento de Minho una vez al día durante diez días. Y en cada una de ellas fue rechazado de la misma forma.
Las tres personas que residían dentro del departamento se encontraban bastante impresionados por la gran persistencia y perseverancia que tuvo el mercenario ante cada rechazo, mostrándose calmado en todo momento e incluso dejando obsequios de vez en cuando.
Y como se esperaba, ese nuevo día no iba a ser la excepción.

-¿Qué quieres?- Taemin abrió la puerta. En casi todas las veces anteriores era él quien recibía a JongIn.
-¿Puedo hablar con...Kyungsoo?-

-¿Para qué?- Cruzó los brazos. 

-Sólo quiero decirle algunas cosas.- Esa vez en específico se mostraba menos imperturbable de lo usual y eso Taemin lo notó. "¿Ya te estás dando por vencido?" Achicó sus levemente rasgados ojos analizando al mayor.

-¿Al fin viste lo que estabas perdiendo?- Tentó levemente.

-Sí, ahora lo veo.-
"Buena respuesta."

-Da igual, lo hubieras pensado cuando hacías llorar a Kyungsoo.- Y le cerró la puerta por doceava vez.

-Lo sé, no merezco a alguien como él.- Le dijobJongIn  al pedazo de madera que le impedía llegar hasta el pelinegro. Dando un suspiro fue yéndose del lugar.

Taemin parecía ser un poco duro con el mercenario, pero debía dejarle en claro que lo que le hizo a su amigo fue peor.
Siempre era así. El mayor tocaba a la puerta, pedía hablar con Kyungsoo de la manera más afable posible, le recriminaban un par de cosas y al final terminaba con la puerta en la cara. Aún así al día siguiente volvía.

-Creo que has empezado a ganar un poco de mi respeto, Kai.- Susurró Taemin, retirándose de la entrada.

                   
"Creo que puedes tener el beneficio de la duda. Pero otra estupidez y antes muerto antes de que te acerques a Kyungsoo."

                   
Pronto hablaría al respecto con el pelinegro. Pues comprendía que la situación igual le afectaba a Kyungsoo, quien comenzaba a notarse levemente apesadumbrado.

                   
                           

Adicto a Ti [Kaisoo]Where stories live. Discover now